SEMANARIO: "La niña voló"
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María Teresa Martínez López lejos estuvo de imaginar que sus acostumbrados días de campo dominical con su familia, se convertirían casi en una tragedia.
Era la noche del 9 de septiembre, sólo a unos minutos de que ocurriera la explosión, cuando Teresa, sus hermanos y algunos de sus primos, regresaban de un paseo por uno los tantos balnearios que hay rumbo a Cuatrociénegas.
Circulaban por la carretera 30, cuando de pronto quedaron atrapados en medio del tráfico que había ocasionado sólo a unos metros, un tráiler en llamas.
Atraídos por la curiosidad, sus familiares bajaron del vehículo, Teresa los siguió llevando en sus brazos a su hija de ocho meses de nacida.
Juntos se apostaron con cientos de mirones en torno del tráiler. En cuestión de minutos escucharon un gran estruendo que los lanzó a todos por el aire.
Teresa cayó de rodillas sobre el asfalto. Aturdida por el estruendo, vio que su hija no estaba en sus brazos, había volado con la explosión. "Cuando aquello explotó la niña voló, yo también volé, todos".
La buscó entre pedazos de ropa, zapatos y cadáveres. "Estaba desesperada porque no la encontraba, bien angustiada".
Los minutos se volvieron eternos y Teresa, que había perdido por momentos el sentido del oído, pensó que nunca más volvería a ver a su hija.
De repente y entre la oleada de lamentos y gritos de los heridos, pudo escuchar, aun con los tímpanos reventados, el llanto de la bebé que se acercaba gateando entre las piedras, con la cara llena de sangre. "Oí cuando estaba llorando y fue del modo que la reconocí, no se veía nada".
Teresa corrió hacia a ella, la levantó del suelo y la estrechó contra su pecho.
Esa noche, la niña fue internada con su madre en la clínica 7 del IMSS en Monclova, de donde fueron dadas de alta un días después.
Para Teresa no hay explicación, lo sucedido fue sin duda un milagro.
"Lo bueno es que estamos vivos y no pasó otra cosa más grande", suelta.