Tribusurbanas: paz, amor y anarquía
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Están en la ciudad y llevan sobre los hombros el estigma de ser diferentes, se trata de colectivos que continuamente son señalados porque han decidido estar al lado del camino, al margen de la cultura dominante
Algunos parecen estar de luto, otros quieren cambiar al mundo y pronuncian con orgullo la palabra igualdad, hay quienes pugnan por cuidar el medio ambiente y claman por el despertar de las conciencias. Hay otros que deambulan con sombrero sin saber que son el símbolo del suelo que pisan, otros atemorizan con su oscura apariencia; la mayoría habla de paz y respeto, otros de rebelión y anarquía, los menos creen en la violencia.
Están en la calle, son las tribus urbanas y todos tienen cosas que decir. Ya sea por moda o por convicción, por filosofía o simple pose, forman parte de un movimiento, defienden un ideal y practican un estilo de vida.
Ellos, los que están afuera, hablan, trazan su verdadero rostro y muestran una pequeña parte de su universo. Aunque muchas veces son señalados y perseguidos, prefieren estar al lado del camino y desde ahí hacerle frente a la cultura dominante.
La mayoría son jóvenes y a pesar de que las diferencias saltan a la vista, hay algo que los une: su capacidad de resistencia y su rechazo a formar parte del orden establecido. Estas masas llevan hasta las últimas consecuencias el hecho de pertenecer a una subcultura, la cual adoptan como su propia identidad y gracias a ellos persiste el sentido de llamarse rocker, metalero, colombia, hip hopero, rastafari, norteño, punketo, skater, gótico, etcétera.
En estas páginas conviven las voces de quienes dicen, son algo más que un estereotipo y a pesar de las discrepancias entre ellos, dicen, no hay malas vibras. "Cada quien su rollo", y "cada rollo merece respeto".
No así de respetuosa es la relación con la sociedad, que, coinciden la mayoría, los prejuzga y discrimina. Y mucho menos con las 'fuerzas del orden' que según las quejas por separado de los distintos grupos, 'se pasan de lanzas'.
Y coinciden en algo más: faltan espacios. Faltan escenarios musicales, foros para los nuevos talentos, lugares donde bailar ska, bardas para rayar murales, circuitos para 'rilear', skate parks y hasta templos rastafaris.
Los Natty Dread: La igualdad y la no violencia
"No vas a encontrar un rastafari en la Plaza de Armas", fue la certera advertencia antes de empezar esta búsqueda.
Un auténtico rastafari, es un "hijo espiritual" de la hermandad de Haile Selassie I, practicante de una religión en la que Adonai, Jah Rastafari, el Padre de la Creación o Selassie I, no sólo es motivo de fortaleza espiritual, sino también de una fuerte conciencia social florecida en Jamaica y aferrada a la liberación de los pueblos oprimidos por un sistema injusto.
Pero por aquí no hay templos rastafaris, ni abunda su literatura, ni es sencillo practicar su estilo de vida. Pero hay quienes lo admiran y respetan. Tanto, que ni siquiera tendrían la osadía de llamarse como ellos. Por eso son Natty Dread.
Los Natty Dread se definen a sí mismos como "aprendices de Rastafar" o jóvenes "inspirados en el camino del Rastafari".
"Nosotros también creemos en la no violencia, la libertad, la igualdad y todo eso, la diferencia es que no estamos tan conectados con Dios, no tenemos tanta sabiduría sobre eso. Ellos leen libros que aquí no hay donde encontrar. Tienes que saber mucho para llegar a ser rastafari", explica Francisco González, un Natty Dread de 19 años.
A Foco, como le dicen, antes le gustaba el punk. Luego comenzó a escuchar reggae. Así conoció del rastafarianismo: "Me gustaba lo que decían las letras, me puse a leer, a investigar y me gustó su forma de pensar, de ver las cosas. Me gusta mucho su cultura".
Por su apariencia es fácil distinguirlos, empezando por los "dreadlocks", los mechones naturales de cabello que no se peinan y no se cortan. Para los Natty Dread son también una forma de protesta: "No queremos tener el cabello bonito como dicen ustedes que debe ser".
En cuanto a la ropa, la usan con materiales naturales en tres colores básicos, tomados de la bandera de Etiopía: "El verde que significa la naturaleza y todo lo que está vivo, el amarillo que simboliza las riquezas del continente africano y el rojo es la sangre de los mártires; o sea de las personas que han luchado por la libertad, la revolución y todo eso", explica Foco.
Escuchan reggae y ska. Lo mejor de esa música, dicen Foco y sus camaradas, es que el contenido de las letras los obliga a pensar.
Con la mira puesta en escalas altas de conciencia, no es de extrañar que algunas otras subculturas les parezcan, por lo menos, ingenuas: "Hay algunas que son muy tontas, por ejemplo el punk tiene muchas cosas, como estar en contra de la corrupción y todo eso, pero muchos punks o seudo punks no hacen nada, se quedan con la ideología y ya, por eso creo que ser punk no trae nada, te vistes, escuchas música y ya. ¿Qué haces de tu vida?, pues nada", reniega Foco.
Pero aquí -y será una queja repetida por los demás grupos-: "La mayoría son modas. Hay mucha banda que sí se interesa y lee y sabe por qué se viste así o por qué hace las cosas, pero hay mucha banda que nada más se pone parches para verse como los demás. La mayoría son huecos".
A Foco sí le ha tocado ver a los punks "peleando con los que escuchan ska, están bailando y se empiezan a pelear, por vestirse diferente, por pensar diferente, cuando en realidad se supone que buscamos lo mismo. Es la ignorancia que nos acosa en estos tiempos. Es lo que a mí me enoja, que en vez de estar todos juntos contra el sistema nos peleamos entre nosotros mismos". Â
Foco estudia y pertenece a un grupo de liderazgo que realiza trabajo social en la comunidad, sin embargo, y como le pasa a la mayoría de estos grupos, él también debe lidiar con los prejuicios: "Ayer, por ejemplo andaba en una colonia así de ricos y los señores se me quedaban viendo así como 'qué hace este vago aquí en mi colonia'. También la policía, te para por la nada, ni te dejan hablar, te quieren revisar ybajar lana".
Los Straight Edge: Estar 'limpios'
Hoy no se puede decir que la cultura Straight Edge esté obligatoriamente ligada al punk. Pero la mayoría coinciden en que nació en las tocadas de hard core punk: "Salió de tocadas como las de Minor Treath. Iban menores y los marcaban con unas x en las manos para no dejarlos tomar, ni fumar, ni nada de eso", explica Estefan Baltezan, de 17 años.
Esteban añade que básicamente defienden un código de conducta que incluye no drogarse, ni alcoholizarse, ni fumar, ni tener sexo promiscuo. Además, la mayoría son "veganos", que son quienes siguen una dieta vegetariana pura o estricta, es decir, excluyen por completo los productos de origen animal.
Aunque en los "Straight Edge" es generalmente inherente un compromiso con el medio ambiente, su participación social no es muy destacada: "Más que nada es estar bien, estar limpio, es más egoísta, más tú, no se mete en rollos de política. Lo chido es que estás sano", dice Stefan.
"Intentamos que el mundo sea más sano. Yo trato de hacer cosas por la ecología, ando en bicicleta, soy vegano, trato de contaminar menos, es lo que me interesa", agrega el entrevistado.
Stefan comenzó a formarse en el punk. "Y luego" -dice- "ya cada quien agarra su camino, unos se hicieron krustys (son punkys pero más vagos y no se bañan)". La cara sucia del punk, pero al fin inofensiva.
Sin embargo, le decepcionó una corriente dentro de su propia cultura: los Straihgt Edge "Hard Line". Ellos dicen que "son los que llevan la línea más recta de lo recto. Golpean a gente que ven fumando, la mayoría de ellos son hard core y son violentos. Las rivalidades contradicen las propias raíces del punk".
Eso ha hecho que deje de considerarse ante los demás un "Straight Edge", aunque sigue practicando los principios y espera hacer algo con ellos, porque, dice, aquí "las bandas piensan, dicen, pero no hacen nada, cada quien hace lo que quiere. Hace como cinco años estaban más unidos y había buenas bandas que daban buenos mensajes".
Se queja también de la fugacidad de las subculturas de masas. De los "transformers" y su tendencia a seguir modas. De pronto todos escuchan happy punk, luego todos se vuelven emos, o psikos, hoy son hardcoreros, mañana son metalcoreros.
Los rockers: La libertad y la experimentación musical
David Muñoz es un enamorado del rock and roll. Pero no puede evitar sentir pena por lo que considera es la decadencia actual del rock: "Se ha vuelto una moda, no un objetivo común como lo fue en los años 60's, 70's, y hasta los 90's, que se englobaba en la palabra libertad".
Vivir por y en libertad era la definición de 'ser rocker'. David, que organiza conciertos de rock, ve con nostalgia esa ideología compartida esfumarse de las tocadas. Se extiende al resto de la escena y defiende que las tribus urbanas deben volver a ser lo que eran, "tribus con algún significado de la vida y una bandera, causas que defender". "A los chavos ahora lo que les importa es brincar. Yo me acuerdo que en los 90's los punk decían '¿por qué no bailan?' y había personas que decían 'es que el slam también se hace con el cerebro' y la gente ya está cayendo en la autocomplacencia de bailar, hacer ruido, jugar con la guitarra, y ya".
Aunque aún es rescatable, se trata, juzga David, de una decadencia global que tiene al rock estancado desde hace un rato: "Ya no hemos visto ese tipo de experimentación de lo que fueron grandes grupos como Led Zeppelin, Genesis o Pink Floyd. Esos grupos tenían majestuosidad en su música. Había grupos como Falcon, que jugaba mucho con la música clásica. Al rock actual le falta mucho esa práctica, le falta construir, le falta la experimentación".
A David se le antoja escuchar, por ejemplo, más experimentación en la fusión del rock con la música norteña. En Saltillo, dice, la escena es mera imitación: "Aquí a los grupos les falta mucho. Es una crítica constructiva, deben avanzar, ver más allá. Hemos visto grupos que no salen de dos o tres tonos, o buenos guitarristas, que los hay, que imitan a Steve Vai, a Joe Satriani, pero los imitan, no proponen nada nuevo".
Para David, hace como diez años que el rock no ha dejado nada significativo en la cultura: "Yo a veces pienso que el rock ha muerto. Existe el ruido, existe la música, pero no lleva el trasfondo que era la esencia del rock. Y al rock no lo debemos dejar morir, debemos recordar que hubo un loquito llamado Bob Dylan que estaba en contra de la guerra, una persona utópica como John Lennon, un experimentador como Syd Barret, un guitarrista como Jimi Hendrix, un bajista que murió en el olvido como Jaco Pastorius".
Un rockero de corazón, llama 'por el bien del rok and roll' a evolucionar en la música, a trascender, marcar una nueva era, volver a abrazar la rebeldía, para "saber a dónde vamos y qué es lo que queremos como rocanroleros", asegura.
El rocker ha pasado por toda clase y color de trapos. Y a estas alturas de cuanta moda ha desfilado por él, del look, ni hablar. El rock se lleva por dentro.
Los Metaleros: La fuerza y la energía
"Cuando escuchas metal sientes que puedes atravesar un muro, es algo que no te da otro tipo de música, es algo que te mueve por dentro y te hace querer hacer cosas", dice "El Coba", de la música, que es su pasión.
Raúl Moreno, alias "El Coba" ha escuchado metal desde los 11 años. El heavy metal, su favorito. A sus treinta y "pico", tiene años de respaldo para decir que el metal "es algo que está en ti, no un grupo que te gusta durante unas vacaciones y ahí quedó, es algo que se muere contigo".
También la escena metalera en la ciudad, desde los ojos de un veterano del género, se ve "muy pobre, pero hay una gran afluencia de bandas locales que están empujando, lo que pasa es que no hay espacios para que la escena saltillense se pueda llamar una escena real y que de fuera digan 'vamos a tocar a Saltillo porque ahí la gente apoya'. Hace poco hicimos una tocada y los vecinos no soportaron el ruido y nos trajeron a la policía. Faltan espacios, si no es un local, bares o así, pues no se puede".
Por si fuera poco: "Aquí en Saltillo no estamos acostumbrados a ir a las tocadas underground a escuchar buena música, estamos acostumbrados a pistear".
A pesar de eso, el metal no se puede quejar de no haber caminado musicalmente. Se ha diversificado mucho y alumbrado una buena cantidad de subgéneros. "Ahora en Saltillo hay más hardcore. Hace cinco años no se veía el black metal como se ve ahora en Saltillo. También está la ramificación del porno gore, que viene del green gore y habla de cosas más sexuales".
Ése es el metal que suena en Saltillo, el más antirreligioso, el más 'contreras' con todo y con todos, el más oscuro. Quizá, dice Coba, porque los metaleros saltillenses: "Están decepcionados de algo, de lo que dicen los demás que es bueno, pero en la realidad es otra cosa".
Los Norteños: La tradición y la familia
"Es la música que llevo en la sangre, la que he escuchado toda mi vida. Y ahora también me gusta transmitirla a la gente", dice Martín Rey, quien a sus 18 años lleva ya cinco tocando el acordeón en distintas bandas gruperas, actualmente con "Dinastía Guerrero".
"¿Ranger?, así nos dicen los fresas". Y tiene que ver con la apariencia, pero de la 'finta' norteña Martín se siente orgulloso: "Es como un traje, es como nos distinguimos, soy norteño, es nuestra tradición y vale la pena". Y generalmente es así, con pantalones vaqueros, camisa a cuadros, botas y sombrero, como Martín se pasea por su colonia donde abundan los metaleros.
Y aunque a Martín el metal le parece "puro ruido y un griterío que no se entiende nada, igual es música y se respeta. Cada quien su rollo, que le echen ganas a lo que les gusta. A mí no me ha tocado que me hostiguen. Mi hermano también es metalero. Me llevo bien con ellos, no hay bronca. A veces los metaleros hasta me dicen que si es difícil el acordeón, que cuándo les enseño".
A pesar de haber perdido cancha en la propagación de otros géneros musicales, por la competencia grupera que hierve en la región, Martín sabe que por aquí la música norteña está bien viva y sonando: "Hay buena escena grupera y hay mucho talento, lo que pasa es que a veces no se dan a conocer porque no hay medios, no hay dinero".
La familia es importante, la familia alrededor de la carne asada. La familia y las fiestas. La familia y 'el rancho'. A Martín, que además de ser músico estudia una ingeniería en audio, le preocupa no tener más tiempo para la familia. Por eso, "a lo mejor pasa otra cosa y ya no me dedico a la música, pero voy a seguir siendo norteño".
Como a casi todos los norteños, le gusta la naturaleza, los animales, el rodeo y los bailes. Admira a Los Cadetes de Linares, a los Invasores de Nuevo León y a Ramón Ayala, a su juicio, "el mejor acordeonista de música norteña".
Incluso aquí, donde abunda el talento, no hay mayor impulso a los gruperos. A pesar de eso, Martín recomienda: "A la raza que se interesen más por hacer grupos", que refresquen el género continuamente, porque como sentencia finalmente, "no escuchar música norteña es como no ser de aquí".
Los Colombia: La unidad
"Ahí viene un chundo, ¡aguas!", decía la gente con frecuencia al verlos pasar, cuenta Alexander, porque "antes estaba más pesada la colombia. Ahorita ya no es así, como que ya están agarrando más la onda". Y no es que la violencia y la vida de 'clica' alrededor de este movimiento hayan desaparecido, pero una gran parte de la banda está harta del estereotipo y presta para decir "no somos eso".
Por razones que ya son motivo de estudio, la música popular costera colombiana fue a parar al cerro de la Loma Larga en Monterrey, hace cuarenta años, y aquí se quedó. "Ser Colombia" se ha extendido desde entonces como un fenómeno regional que ya conquistó su propio espacio como subcultura.
Alexander Daniel Moreno, de 28 años, es precisamente oriundo de Monterrey y "colombia" desde los 18: "Cuando me vine a Saltillo yo veía que hay un sonido que se llama Faraón, ellos eran los que empezaron a meter la onda colombiana aquí y a mí se me metió la onda de poner un negocio y empecé a vender casetes", cuenta en su puesto del mercado Juárez.
Alexander admira a Nelson Velásquez, porque: "Tiene su estilo de cantar vallenato y tiene mucho mensaje". Además le gustan los paseos: "Hablan de amor, desamor. Yo me he fijado que la racilla sí se identifica mucho con las canciones. Con la música vallenata se han llegado a enamorar. El vallenato, por ejemplo, tiene mucho mensaje. Por decir, habla del aborto, de la familia, de cómo tratar a los hijos, de todo, inclusive hay música cristiana en paseo, está creciendo este género. Ha evolucionado mucho y hay nuevas generaciones".
Sin embargo, para la mayoría de las esferas sociales, siguen siendo, despectivamente, 'chundos': "La sociedad así nos dice, ya lo toma uno como sin nada".
Por añadidura los tachan de pandilleros, drogadictos y ladrones: "No te voy a decir que nadie se droga porque siempre hay, pero que no se confunda la gente que todos los colombias son drogadictos. Además yo conozco gente de 'la alta' que escuchan colombiana. Hay gente que son colombias y son profesionistas y andan con sus chavitos y les dan educación. Yo nomás les digo que antes de juzgar hay que conocer a la gente. Simplemente respeto pa' la raza, porque sí los menosprecian muy feo, los tratan de humillar".
Aunque no son obligatorios y cada vez se ven menos en al calle, la ropa holgada, el "Cross Colour", el estilo "vato loco" y todas las tendencias estéticas alrededor del "Mullet", sí son una forma de identificación, a menudo influenciada por las bandas formadas en los principales distritos norteamericanos de la migración latina, que les ha acarreado un estigma permanente: "Los discriminan mucho por como se viste la banda. Yo he visto, aquí mismo en mi negocio, cuando está la 'racía', están los vigilantes atrás. Cuando estaban los policías de civiles llegaban y los agarraban por la nada para una revisión, nomás por su forma de vestir".
De ahí quizá que defenderse y protegerse en conjunto haya resultado en uno de sus principales valores: "Aquí hay mucha unidad, aquí si alguien tiene un problema la banda siempre hace el paro".
Para los colombia tampoco hay muchos espacios, pero un céntrico antro llamado "Estudio 85" es el tradicional para las "retas" de baile en la ciudad. Y bailar colombia tiene su modo: "Aquí en Saltillo supuestamente somos los número uno en bailar colombiano, lo dice gente de Colombia, han grabado a chavos de aquí bailando, dicen que es un estilo original. En San Luis, el rey del "wepa" lo dijo en vivo, que nació por la moda de baile de Saltillo, Coahuila, el modo de bailar es alzando la mano, y eso salió de aquí. En Saltillo la raza ha innovado mucho el baile".
Los Skater: La competencia y la superación
Las patinetas en el paisaje asfáltico o lo que se llama "skateboarding" lleva unos 30 años en las calles, usándolas como el mejor parque de recreo. Por eso en muchos lugares está prohibido y en otros, confinado a unos pocos espacios.
Por ejemplo, "aquí en el centro está prohibido, que porque obstruyes el tráfico", dice Abraham García, de 20 años, quien patina desde los 14. Y los skaters no arriesgan sus tablas, porque "muchos policías son bien manchados y te las quitan".
De chico, dice Abraham, era meramente un juego. Con los años, para él, como para los skaters de corazón, se convirtió en un deporte y un estilo de vida. 'Darle a la tabla' desde que llegan de la escuela hasta que pasa el último camión es parte de ese "estilo de vida". Por eso también sobran quienes los tachan de vagos, "aunque muchos de los que patinan chido no estudian", reconoce Abraham.
 Pero es también una vida esforzada, porque "tienes que juntar dinero para comprar tu propia tabla o echarle ganas para ser patrocinado por alguien, para no tener que estar tú comprando tus tablas".
Y en Saltillo es difícil conseguir patrocinadores. "El apoyo lo buscas tú, hay competencias nacionales y puedes ir a demostrar tu talento y te agarran marcas de otros Estados".
Los patrocinadores son importantes porque no es una actividad barata. Una 'tabla' modesta ronda los 500 pesos. Y con un uso diario y mucha suerte les duran alrededor de dos meses. Además, explica Abraham, está el gasto, aún más grande, de los tenis: "Si compras una tabla nueva tus tenis se van a ir a la chingada, porque eslija nueva y adiós tenis. Un tenis skate es plano y viene por capas".
Más allá del precio, una tabla en ruinas conserva para un skater un alto valor emocional: "La cuidas o la cuelgas en tu cuarto. Es que dices 'con esta tabla boté tantas cosas, tronó en tal lugar, me la rifé con ella', ése es el valor que le das".
En Saltillo el skate es bastante popular: "Los concursos que hemos hecho en el gimnasio municipal sí arrastran un chorro de banda", dice Abraham. "Pero es por falta de espacios, porque mucha gente tiene el talento y la inquietud. Abriéndose skate parks, se nos va a facilitar más", agrega.
Casi lo logran en el Bosque Urbano, dice, pero "lo que van a hacer es una plaza, no un skate park. Nosotros estuvimos trabajando en el proyecto, un amigo que es arquitecto y que patinaba antes, pero lo dejamos porque no les gustó lo que les propusimos; sí lo van a poner pero a su modo. Yo también estuve insistiendo mucho en la cuestión de las gradas, porque arrastramos mucha gente y con la magnitud del skate park si haces gradas podemos hacer aquí concursos nacionales".
También están los 'riders' del movimiento ciclista callejero BMX, que "aquí sí traen un chorro, hasta más que en Monterrey, hay mucho talento, sí planchan a los del DF, porque los BMX son más adaptados a las cosas, como que una bardita aunque esté bien fregada o que esté el piso bien feo, ellos pueden rilear".
El movimiento grande para los skaters está en el DF: "Pero allá los skater, los BMX, los rollers, hacen marchas, tapan las calles y dicen 'hágan un skate park' y se lo hacen".
El desarrollo de sus habilidades y los logros son el motor para los skaters: "Lo más chido es cuando dices 'antes yo veía esa barda bien grandota y ahora la puedo dominar', o 'ya boté con un truco, ahora le voy a dar con otro', vas superándote tú sólo y esa es la satisfacción que da".
Los Hip Hoperos: Los cuatro elementos
Las fiestas setenteras amenizadas por un DJ en los guetos negros neoyorquinos que fueron la semilla del hip hop, no distan mucho de las actuales tocadas. Es quizá una de las subculturas que más cerca se ha mantenido de sus raíces.
El breakdance, como expresión corporal, el graffiti, como expresión artística, el DJ como el ambientador musical y el MC como representante de la expresión lingüística, poética y rapeada, son aún los "cuatro elementos" de este movimiento.
"Para nosotros no es una moda, es un estilo de vida. El grafiti es expresar lo que sentimos, la belleza de cualquier paisaje. Aquí hay mucho talento para eso, está "el afro", por ejemplo. Los break dance se expresan en el baile, ellos se 'la matan' en el piso. Los dj's ponen la base. Los mc's son los que cantan, hacen en palabras todo lo demás.
Aquí el movimiento es bueno, está la Astrix, la Bonie pero falta expandir el apoyo", explica Joel Guevara, un artista grafitero de 17 años.
"El Maya", como le dicen al promotor más conocido de la ciudad, es quien "está apoyando mucho el hip hop, hace concursos, genera espacios, se está moviendo".
Por todos lados el hip hop son sus cuatro elementos, pero cada lugar tiene su escuela. Y en Saltillo se escucha hip hop mexicano: "Los españoles son muy presumidos. A los gringos ni les entiendo", dice Joel, y el nuestro es un hip hop realista, "por eso critica la política".
"En Saltillo hablamos de todos los temas, pero en particular de la corrupción de los policías. Muchos de ellos son delincuentes disfrazados. Y también de la corrupción política", dice Jesús Alan, un MC de 15 años.
El método de expresión, dice Alan, es lo que más destaca: "Y si escuchas las canciones ninguna habla de estupideces, de hecho es lo que distingue el hip hop del pandillerismo, la cultura. Son temas importantes que la gente debería escuchar, porque algunos nada más oyen la música pero no escuchan el mensaje, yo les recomendaría que escucharan lo que decimos, no sólo a mi sino a todos los mc's".
También se queja de la discriminación y el abuso de autoridad: "Yo también pinto y pinto legal, en eventos, pero vamos para la casa, te agarra la tira que traes 'botes', ni saben y ya están subiéndonos. Se pasan de lanza bien gacho, a muchos amigos que los han agarrado los suben y a pura patada. A ellos nunca les vamos a ganar, ni les podemos decir nada, por eso este es nuestro medio de expresión".
Alan se anima a rimar unas líneas mientras Joel aporta el "beat" manualmente: "Aquí improvisando/ Para la entrevista vengo rimando/ Policía nos detiene en las esquinas/ Sin embargo seguimos caminando/ Por las calles vamos pintando rimas/ La gente nos mira y nos critica / Sin saber el motivo de nuestras líricas/ El motivo de nuestras pintas es en ellas demostrar/Que existimos en este hermoso suelo/ Hacemos nuestros propios eventos/ Sin pedir ayuda ni extender las manos/ A ningún Pili-tico de mierda/ Pasa la vecina y nos mira con desprecio y pudor/Por nuestra mente solo pasa la palabra hip hop/ No somos delincuentes/ Sólo rimas proyectamos/ Sabemos que eso les molesta / Y por eso lo aplicamos/ Cuatro elementos en esta cultura representamos/ Saltillo Hip Hop a volumen alto/ Somos orgullosos de ser vagos/ Te lo digo pa' que puedas entender/ A tus críticas no vamos a acceder"
Los Góticos: El gusto por el buen arte
"Como les pagaban muy poco, la ropa negra era para aparentar que estaban muertos, porque con eso representaban que aunque trabajaran, se iban a terminar muriendo porque la paga era muy poca", refiere Kuno de los inicios del estilo oscuro en la Francia de 1870.
De ese gran movimiento obrero-estudiantil contra la opresión, del gótico como estilo artístico con su poderoso aporte de originalidad entre los siglos 12 y 15, y de la decepcionada escena post-punk de los 80, surge el movimiento urbano que también se viste de negro para criticar la vocación asesina de nuestros actuales esquemas sociales y para manifestar la tristeza que ese conocimiento les produce.
"Cuando yo estaba chavillo el dark era más puro, de hecho, se parece mucho a lo que es el Emo ahorita, pero sin tener la moda de las calaveritas y ropita pegada, era un grupo depresivo, y el gótico no, el gótico tenía que saber de pintura, de literatura, de arte en general, iba más allá del 'yo me visto de negro'", señala Kuno.
Pero "los estilos se van alterando. El dark es una adaptación mexicana del gótico y una cosa que se le recrimina al dark es que se pierden las raíces y es más moda. Aquí no hay conciencia de lo que significa, es más bien una serie de estereotipos que la gente se forma y que piensa que por el hecho de vestirse de una manera ya pertenece una cierta 'cultura'", dice Merle, de 17 años.
Además, dice Abril, de 19 años, tienen en contra que Saltillo es muy conservador: "La gente le tiene mucho miedo a lo diferente, a lo nuevo, lo cataloga como malo. Por ejemplo, aquí en el centro vas caminando y la gente te pasa de lado, las mamás agarran a sus hijos, agarran sus bolsas, se asustan. También nos ha pasado que vamos caminando y nos gritan 'pinches darketos' y ni estás haciendo nada".
El temerario estereotipo es el resultado de una de las peores desviaciones del dark: la asociación con el satanismo y la brujería. "De hecho hubo darks que empezaron a matar gente y muchos rollos que no tenían nada que ver. Y hace como cuatro años, quemaron una casa, empezaron a exhumar cadáveres, y a todos los que nos vestíamos de negro nos empezaron a catalogar de esa manera. Eran unos que se llamaban 'los Seguidores de Luzbel', no eran darks, eran unos ridículos, gente que quiere demostrar cosas que no son".
También lo asociaron a la necromancia: "Hay muchos góticos, darks y metaleros que dicen 'sí soy satánico, y soy bien malo y adoro al demonio', mucha gente es así, y por unos la llevan todos. Lo cierto es que es más una pose".
Los verdaderos darks, señala este nocturno grupo en una calle del centro, no se creen vampiros: "Pero sí es un gusto por la noche, por el estilo de música, por el estilo de arquitectura, de literatura, etc".
Kuno, Merle y Abril, por ejemplo, escuchan desde Mozart y Bethoven hasta metal instrumental y el 'gotic metal'. Leen desde Abraham Stocker y Alan Poe hasta Ann Rice y Lovecraft y les gusta el cine clásico francés.
"Todo tiende a la decadencia y a ser olvidado y sólo está vivo lo que se recuerda y si por lo menos nosotros seguimos escuchando, leyendo, y traspasando esta cultura, aquí va estar, el estilo antiguo", concluye Kuno.
Pura moda mediática
La natural necesidad del ser humano de sentirse aceptado, de formar parte de un grupo social y sentirse integrado, es lo que históricamente ha movido la formación de grupos sociales como los que constituyen las subculturas. Pero si el contenido ideológicode las subculturas se ha ido diluyendo es porque actualmente los jóvenes viven en el aquí, el ahora y el placer, considera la socióloga Zoyla Hernández.
"La historia fotográfica que traen al haber accedido desde pequeños a la televisión, les ha permitido recibir información de toda esa diversidad que hay en el mundo, pero no captan la filosofía, no captan las ideas, porque vienen de un medio masivo, de algo que está pasando en otro país y ellos no lo comprenden.
Sin embargo se apropian de esa información para presentarse a la sociedad como un 'punk' o como cualquier otra subcultura, pero desgraciadamente carecen de una ideología", expresa la entrevistada.
Además, como consecuencia del giro visual que ha tomado la cultura, apunta la especialista, los jóvenes no leen. "Hay una carencia muy significativa de una dirección, de un objetivo. Por eso aparecen y desaparecen grupos de acuerdo a lo que van captando visualmente, porque ni siquiera se ponen a leer, a ver si esta ideología me gusta o no, es sólo atracción visual. Lo que está 'in'". De ahí que cada vez sean menos quienes defienden hasta la muerte un ideal.
Explica que esto se debe a la necesidad que tiene el ser humano de ir evolucionando, de no ser estático, de ser dinámico. Es la razón de que estos grupos socioculturales sean considerados pasajeros, como la juventud misma.
"Son etapas que el ser humano tiene que transitar y al transitar a otras etapas, se tiene que deshacer de esos grupos a los que pertenece y seguir su camino. Recuerdo a un alumno que era darketo, se puso colmillos, pasaron dos años, se encontró a una buena mujer, ya está casado, tiene un hijo y tuvo que pagar para que se los quitaran", compartió.
Y no lo dice la licenciada Hernández sólo por su experiencia como socióloga, maestra y madre. Ella también perteneció a una subcultura. En su más temprana juventud vestía de flores, participaba en la rebelión de las minifaldas y defendía la paz. En ese tiempo, recuerda, "si no eras hippie no eras nadie, como ahora si no eres punk, o darketo, o lo que sea".
Desunión y rechazo
La discriminación y el rechazo que los grupos juveniles siguen padeciendo en sociedades como la saltillense, se debe a que "los adultos no hemos entendido que es un momento histórico en la vida del sujeto y que luego vuelve a la normalidad.
Y los muchachos deben comprender que -aunque se ha abierto un poco a partir de la llegada de gente de otros lugares- el saltillense oriundo es de estructuras muy cerradas".
Pero la tolerancia, señala Zoyla Hernández, también debe ser interna, pues "¿cómo espera un grupo o una subcultura ser aceptada si ellos mismos no se aceptan entre ellos?".
"Si se aceptan entre ellos mismos, hacen un grupo y no hay una multiplicidad de grupúsculos por ahí", manifiesta, sin embargo, como no es así" cuando los quieren atacar, los atacan con facilidad porque son grupos pequeños. En cambio si es un grupo que se respeta, aunque no comulguen sus ideologías, en esa medida van a estar en posibilidad de buscar un respeto a sí mismos", concluye.