CNDH y Sedena
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Una mesa larga de juntas en la CNDH. Dos pantallas proyectan mapas del "lugar de los hechos" y fotos de la camioneta Tahoe negra baleada. Con el expediente -unas mil 500 fojas con fotos, reportes, dictámenes, unas 3 mil horas hombre- del caso de la familia Almanza Salazar sobre la mesa, ayer platiqué con funcionarios de esa institución quienes están seguros de que el Ejército mintió con respecto a la muerte de los pequeños Martín y Bryan (sic) de 9 y 5 años de edad. Además del ombudsman Raúl Plascencia, están Marat Paredes, visitador a cargo de la investigación y dos peritos quienes estuvieron en el lugar, investigaron y llevan en la institución 18 y 23 años.
Los escuché durante casi dos horas. Pregunté todo lo que se me ocurrió. Me enseñaron documentos, incluyendo la versión de cómo sucedieron los hechos de parte del Ejército.
Aunque la Sedena se negó -ya explicó Fernando Gómez Mont- a dar la averiguación previa, sí mandaron un par de documentos: cuatro páginas de parte de la Dirección de Derechos Humanos, y luego 12 firmadas por el general de la octava Región Militar, el general brigadier del Estado Mayor, Juan Arturo Cordero Gómez, donde relatan cómo sucedió todo. Y no se sostiene.
Por la recomendación ya sabemos de algunas fuertes inconsistencias. Una es la hora. La familia dice que todo sucedió entre las 18:30 y 19:00 horas, cuando había luz; los militares otra, 21:15, cuando necesariamente estaba a oscuras. Se cae con un solo documento que vi firmado por la enfermera Leyla Báez, del Centro Asistencial Miguel Alemán: a esa hora, a las 21:10, se registra el ingreso de Cynthia Salazar (y eso que antes tardaron al menos 30 minutos en llegar a un rancho donde se refugiaron). También está el hecho de que los 14 orificios de balas que están en la parte frontal de la camioneta y que los militares aceptan como balas suyas hubieran -por sus trayectorias- necesariamente matado a más integrantes de esa camioneta en la que iban 13 personas. Por lo menos, seguro, a los dos padres -Cynthia y Martín- que están vivos e insisten en que nunca recibieron disparos por enfrente, o algún otro a los cuatro adultos que estaban en el asiento posterior.
Pero de todo lo que escuché ayer, lo que más me asombró fue la existencia de una persona que, de acuerdo a los hechos relatados por el Ejército, hizo todo esto: - Iba solo en una Hummer detrás de la camioneta de la familia Almanza.
- Mientras manejaba, con la mano izquierda disparó una AK-47 que pesa 4.7 kilos a través de la ventanilla izquierda. - Luego con la derecha le quitó el seguro a una granada -que tarda en explotar 4.2 segundos- y la lanzó por la ventanilla del lado derecho. Todo esto en sólo cinco segundos (el tiempo en el que se recorre, cuando mucho los 250 metros entre la recta de la carretera y la curva en el kilómetro 116-117, tomando en cuenta que conservadoramente iban a 60 kilómetros por hora) y claro, sin chocar.
Este hombre, pariente seguro del hombre elástico -que es un descubrimiento científico que deberíamos de estudiar- está muerto. Y de acuerdo con las fotos que se tienen de él, sí vestía con una camiseta tipo camuflaje, pero no de militar como lo relata la familia. En fin, que el Ejército (insisto que creo conformado mayoritariamente por hombres y mujeres de bien que creen en el respeto a los derechos humanos) está a tiempo de contestar y aceptar la recomendación de la CNDH. El plazo vence del 30 de junio, como lo estipula la ley.
Sería una buena señal. Por lo pronto yo desayunaré el lunes con el procurador militar. Muchas preguntas que hacerle, también. Se lo cuento el martes.
La nueva embajadora de Argentina en México, Patricia Vaca, le dijo ayer al Presidente al entregarle sus cartas credenciales: - Presidente, que gane el mejor. Calderón le respondió: - No, que gane México.
Imposible que no lo sepa: este domingo, México y Argentina se disputan su pase a la siguiente etapa en el Mundial. Hoy recuerdo a Aquiles Dreneth Hernández Márquez, quien no debió morir en la guardería ABC.