El Ser Mexicano
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Los sentimientos hacia la Patria son indiscutibles. Se podrá contradecir, cuestionar o debatir acerca de los pensamientos o actitudes referentes al gobierno de la nación, al régimen político o al concepto de estado que determina los asuntos públicos, pero la Patria es otra cosa.
Pertenecen al orden de la intimidad personal y forman parte de algo fundamental en cada quien como es su identidad. Sin ella las personas se sienten huérfanas, aunque posean un documento oficial para operaciones bancarias, burocráticas o sociales.
La identidad de mexicano/a no es un mero domicilio de nacimiento sino un vínculo con una tierra, con una comunidad que lo identificó como suyo, que lo incluyó en su vivir y convivir cotidiano, que le compartió sus concepciones del trabajo, de la familia, del amor y del sufrimiento. La Patria es el contexto humano que no solamente fue una escuela de vida, sino una forma de vivir, de pensar y elegir, que fue nutriendo el carácter y la forma de ser como el pan de cada día alimenta y hace crecer a las personas.
Gritar yo soy mexicano es una afirmación que algunos erróneamente consideran patriotera cuando es en realidad una expresión ontológica, una muy firme expresión del ser de una persona.
Decir yo soy mexicano es afirmar algo mucho más profundo que una pertenencia a un partido político, o una identificación con un nivel socioeconómico, o un color de piel, o unas costumbres regionales.
Significa descubrir con alegría un vínculo indispensable y silencioso como el que tiene un sarmiento con la vid que le nutre de existencia, aceptar unas circunstancias tan vitales que lo salvaron de ambular en el espacio como un vagabundo sin raíces y sin contexto humano.
La mexicanidad no se reduce al aprecio de la cocina y sus sabores, ni a la profunda alegría que despierta su música, ni a la contemplación que provocan sus paisajes, sus personajes, su arquitectura y sus costumbres, ni al contagio del ritmo de sus bailes y danzas. Estos son los frutos que manifiestan y nutren al ser del mexicano. Son melodías y sabores que no deleitan la epidermis del mexicano, sino que cultivan y hacen vibrar su ser más íntimo, su identidad indeleble que lo acompañará toda su vida.
La mexicanidad permanece silenciosa en cada mexicano, a veces dormita y parece que no existe en medio de tantas circunstancias inaplazables, pero siempre da su opinión, define el lenguaje, afilia y congrega, pero sobre todo mantiene una fraternidad de solidaridad.
Desgraciadamente la codicia, las castas sociales, la riqueza muy mal repartida, la indiferencia altanera ante el mexicano pobre, ignorante o enfermo hacen ignorar la fraternidad de los mexicanos y construyen unos personajes que viven y actúan sin la identidad mexicana. Dan lástima pues su patria es el dinero y viven como vagabundos globalizados sin un ser que los identifique.