Mitoteros
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El hábil guía piel roja pone la oreja en el suelo y dice luego a los cazadores blancos: "Búfalo y búfala haber estado aquí hace poco. Ellos haber follado". "¡Asombroso! -exclama uno de los cazadores-. ¿Cómo lo sabes?". Responde, lacónico, el hábil guía piel roja: "Oreja pegajosa". (Comentario en lengua sioux, derivación del algonquino, con sus dialectos santee, teton, wahpeton, ogalalla y sisseton: "¡Ugh!)... En la cantina, entre borrachos necios, humo de cigarros, tufos de mingitorio y ruido estrepitoso, aquel señor suspira y dice a sus amigos: "¡Quisiera estarme divirtiendo tanto como mi esposa cree que me divierto cuando estoy aquí!"... La joven esposa estaba dando a luz a su primer bebé, y daba inequívocas señas de las penalidades que sufría. Su maridito, ahí presente, se dirige a ella con dulce y tierna voz: "¿Te duele mucho, mi cielo?". "Me niego a contestar tu estúpida pregunta -masculla ella, rencorosa-. Pero esto te diré: si cuando estemos de regreso en la casa empiezas otra vez con tus cosas, ¡te mato!"... Llega la señora a la tienda de conveniencia donde Babalucas era dependiente. Le pide: "Quiero una gelatina sin sabor". Pregunta Babalucas: "¿Sin qué sabor la quiere? Hay sin sabor fresa, sin sabor naranja, sin sabor piña y sin sabor limón"... El señor cura se compró un perico. Todas las mañanas iba a la jaula y le decía al cotorro: "¡Hola!". Esperaba que aprendiera aquel breve saludo, pero el maldito loro jamás le contestaba. Pasó un mes; pasaron dos y tres, y el perico seguía mudo. Después de un año, cierto día el señor cura pasó de largo frente a la jaula. Le gritó el pajarraco con enojo: "¿Y hoy por qué no me saludas, güey?"... Ahora que por diversas causas, sobre todo la que se relaciona con la falta de seguridad, el turismo extranjero se ha ausentado de México, los prestadores de servicios turísticos han vuelto los ojos al turismo nacional, que con frecuencia fue menospreciado. Desde luego también los mexicanos sentimos el temor que deriva de las actuales condiciones, pero somos más mitoteros -linda palabra ésa-, y no renunciamos a nuestras vacaciones. Mitoteros somos los mexicanos, en efecto. Lo prueba el hecho de que el país mayormente representado en los estadios de Sudáfrica- después, claro, del anfitrión- es México. Más de 30 mil paisanos viajaron a ese remoto país, y llevaron consigo el gozo de vivir que a los mexicanos nos acompaña siempre a pesar de todos los pesares. Dos letreros que aparecieron en las trasmisiones por televisión, los dos de mexicanos, me hicieron sonreír. El primero decía: "Tuve que vender el coche ¡pero la estoy pasando a toda madre!". Decía el otro: "Vieja: estoy en una reunión de trabajo". Alguien dirá que en esto hay irresponsabilidad. Yo digo que esa actitud tan nuestra entraña sabiduría de la vida. Allá cada quién... En la fiesta le comenta el señor a la preciosa chica con la que conversaba: "Mi esposa tiene una gran habilidad para imitar animales". "¿Ah sí? -se interesa la muchacha-. ¿Qué animales imita?". "-Bueno -responde el señor-. Por ejemplo, en este momento me está mirando con ojos de serpiente"... El merolico estaba en una esquina pregonando a voz en cuello su mercancía, y ofreciéndola con profusa palabrería encomiástica al corro que en su torno se había reunido. Entre la gente había un jovenzuelo que constantemente lo interrumpía con burletas. Llegó el momento en que el vendedor se hartó de las majaderías del mozalbete, y clavándole una severa mirada le dijo: "Por favor, muchacho: no interrumpas mi trabajo. Cuando tu mamá está trabajando yo nunca voy a moverle el colchón... FIN.