Votar y morir
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En la antigua Roma, la política obedecía a las formas del control de la fuerza, ya sea por el poderío militar o a través de la traición que derivara en atentado. Sangre y elección eran elementos naturales de la manera de acceder al poder y la colectividad no solamente participó en el homenaje a los sanguinarios triunfadores, sino que terminó por considerar legítimo su arribo. La política mexicana del siglo 20 heredó no solamente el régimen democrático, sino también las complicadas fórmulas de acceder al poder a como diera lugar antes, durante y después del día de la elección. Iniciando por el complot de Elías Calles contra Obregón que terminó en su muerte, el atentado contra Ortiz Rubio fraguado por Portes Gil, luego la muerte del candidato al Gobierno de Veracruz y el envenenamiento de Maximino Avila, atribuidos a Miguel Alemán, los accidentes de Obando y Bravo a unos días de la elección de 1988 y finalmente las muertes de Colosio y Ruiz Massieu, definieron momentos y nudos gordianos a favor de sus actores intelectuales. El botín resultó más atrayente que las consecuencias. Las elecciones de 2010 no solamente habían despertado la fuerte participación social, sino la especulación de diferentes escenarios entre los que se incluían: influencia del gobierno saliente, saqueo de arcas públicas, violaciones flagrantes a leyes electorales, árbitros electorales a modo, campañas sucias, pero difícilmente homicidios. Analizando los casos de Oaxaca, Puebla, Veracruz, Durango, Tamaulipas, Chihuahua, Hidalgo y Sinaloa, nos encontraremos con la típica práctica heredada de designar "delfinatos" que al fin de cuentas (como en Nuevo León con "El Rorro" o en Edomex con el "Astroboy") efectúen la obra negra y tapen la cañería de sus benefactores. Con las hordas de los necesitados son contenidas las ansias de los demás aspirantes a quienes, el día de la elección, les es recetado "zapato" en las casillas de los barrios de la necesidad y el abandono.
En Puebla, llegando a lo extremos de la impunidad y el divorcio social, "El Góber Precioso" se obstinó en imponer a un chiapaneco como candidato, con un pasado oscuro, nutrido en los corredores de las más lamentables mañas y extorsiones de la casa Aguayo. El PAN, por su parte, designó a un ex priísta que es conducido por la mano de la "maestra" a un posible precipicio de desilusión y modorra. El marcador final puede favorecer a Moreno Valle, generado por las traiciones en el invencible que han sido anunciadas por las huestes marinistas.
Oaxaca será un descalabro para el PRI, motivado por la pésima administración estatal y la designación de un candidato "a modo".
El candidato de la coalición PRD-PAN, pudiera ser el único que funcione del acuerdo de esos dos partidos y gane por un amplio margen, y de ahí la venganza de Cue. En Veracruz, la estrategia del PAN fue arrancarle a Fidel el mayor número de alcaldías y curules y de paso ayudar a Beatriz Paredes con la intentona de éste de apoderarse del CEN del PRI. Las grabaciones no tendrán mayor impacto en la gubernatura y, por el semblante de Fidel, se dice que ya negoció con el panismo.
En Hidalgo el PAN no tuvo más remedio que acudir al grupo de Fox para perder con dignidad en otra historia de imposición de delfín por parte del gobernador saliente. Durango está en empate técnico, lo que significa que el PAN puede lograr el primer gobierno de oposición en ese estado por la vía de la disidencia.
En Chihuahua el PRI presentó a su mejor gallo, el único de los casos en que Beatriz Paredes metió mano y lo hizo bien. El PAN tiene fuerza, pero es carente de contundencia en su discurso, hoy día el tema de la inseguridad es atribuible al PAN. ¡Qué paradoja! La guerra en Sinaloa es entre un identificado amigo de narcos y un disidente del PRI que lleva ventaja, por lo que un gobierno de coalición marcaría probablemente los puntos de la negociación necesaria, al fin hay muchas alcaldías y diputaciones por repartir entre ambos bandos.
Tamaulipas es la clara muestra de que la reconstrucción prometida por el PRI fracasó. A la muerte del candidato oficial el sustituto llegó por el mismo dedo del gobernador Hernández, en un mensaje claro y contundente. Eugenio quiso jugar con fuego y salió quemado. La factura de su traición al grupo delincuencial con el que había pactado al inicio de su sexenio, le salió cara. Aún caliente el cuerpo del difunto surgió la sustitución: el hermano del ex candidato y hoy socio del góber-narco.
Tiempo de elecciones, remedio de cortas enfermedades que acarrearán epidemias sexenales, en una patria que aún no define su destino, ni mucho menos su fuerza. So sad.