Conducta machista: Desenmascarando a hombres masculinos

¿Qué pueden aprender los gerentes de empresas de obreros de una torre de perforación costa afuera? Que apagar la conducta machista es vital para lograr un desempeño excepcional.

Ese es uno de los principales hallazgos de nuestro estudio sobre la vida en dos plataformas petroleras, en el curso de la cual, vivimos, comimos y trabajamos junto con obreros.

Las plataformas petroleras son sitios de trabajo sucios, peligrosos, y difíciles. Quienes trabajan en esos lugares despliegan gran vigor masculino, osadía, capacidad técnica. Pero, durante los últimos 15 años, las plataformas que estudiamos han prescindido de manera deliberada de una cultura machista. En la actualidad, sus trabajadores admiten que cometen errores, y de manera rutinaria piden y ofrecen ayuda.

Esos trabajadores ya no intentan mostrar su masculinidad. En cambio, dan más importancia a la seguridad y al bienestar de sus compañeros, y a realizar sus tareas de manera eficaz.

Ese cambio de actitud revela que buena parte de la conducta machista no sólo es innecesaria sino que afecta la manera de concretar una tarea. Y segundo, que las nociones sobre qué constituye un vigoroso liderazgo necesitan ser cambiadas. Ellos descubrieron que los mejores líderes eran quienes se preocupaban por sus compañeros, sabían oír, y estaban dispuestos a aprender.
En el curso de los últimos 15 años, esos cambios en prácticas laborales, normas, percepciones y conductas fueron implementados a nivel de toda la empresa. La tasa de accidentes de la compañía bajó en un 84 por ciento en tanto la productividad, (cifra de barriles producidos) eficacia (costo por barril) y la fiabilidad (incremento de la producción) aumentaron más allá de las previas referencias de la industria.

Pero los cambios tuvieron también influencia en otros aspectos. Los hombres no se concentraron en afirmar su masculinidad, sino que se comportaron de una manera tal que las convencionales normas de masculinidad quedaban excluidas.

Si los hombres en el medio ambiente de las torres de perforación petrolera pueden abandonar sus ideales machistas, los hombres de las corporaciones en Estados Unidos pueden hacer lo mismo. Numerosos estudios han examinado los costos del machismo en contextos que van desde aeronáutica hasta manufacturas, alta tecnología y la ley. Y esos estudios demuestran que los hombres que intentan demostrar su masculinidad interfieren con el adiestramiento de reclutas, ponen en peligro decisiones de calidad, marginan a las mujeres, violan derechos civiles y humanos, y afectan las relaciones humanas.

El problema radica no en los llamados atributos masculinos tradicionales, algunos de los cuales requieren agresividad, fortaleza o no involucrarse emocionalmente, sino en los esfuerzos de los hombres por demostrar su valentía en situaciones de peligro. Pero, al crear condiciones que se concentran en los reales requisitos de un trabajo, en lugar de basarse en estereotipos que se cree son comparables a la competencia, las organizaciones pueden liberar a sus empleados a fin de que mejoren sus tareas.
  
(Robin J. Ely es profesora de conducta organizacional en la Escuela de Administración de Empresas de Harvard, en Boston. Debra Meyerson es profesora adjunta de educación y (por cortesía) de conducta organizacional en la Universidad de Stanford, en California.)