La exquisitez del Quattrocento florentino, en el museo Thyssen
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Madrid, España.- "-Ojalá pudiera el arte reproducir el carácter y el espíritu!", escribió Domenico Ghirlandaio en el "cartellino" de su "Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni".
Considerado una de las joyas de la colección Thyssen, el lienzo inmortalizó no sólo la belleza, sino también la dignidad de esta joven perteneciente a una de las familias más poderosas del Renacimiento florentino.
Ahora, el museo madrileño Thyssen-Bornemisa rinde homenaje al maestro del Qattrocento ofreciendo un viaje en el tiempo por la vida y los ideales de la Florencia del siglo XV. La exposición, que podrá contemplarse desde mañana hasta el 10 de octubre, plantea un recorrido por 60 pinturas, esculturas, dibujos, joyas y manuscritos que enmarcan y contextualizan el exquisito retrato.
Según destacó hoy el comisario de la muestra, el holandés Gert Jan van der Sman, se trata de la "primera gran exposición absoluta e internacional de Ghirlandaio". Conocido sobre todo por sus frescos en varias iglesias florentinas, como los de Santa Maria Novella, en el taller del maestro se formó también durante un tiempo el entonces joven Miguel µngel.
El talento de Ghirlandaio para el género del retrato queda plasmado en la imagen de la joven Giovanna, que pintó entre 1489 y 1490. Al contrario de lo que sucede con muchas obras renacentistas, cuya historia se ha perdido con el paso de los siglos, la de esta tabla es tan trágica como cautivadora y ha llegado fielmente documentada hasta nuestros días.
Corría el año 1468 cuando la ciudad de Florencia vivió una de las bodas más fastuosas de la época: contraían matrimonio la joven nobiliaria Giovanna degli Albizzi con Lorenzo, de la poderosa familia Tornabuoni, emparentada con los Médicis. Pero la felicidad de los recién casados duraría poco. Apenas dos años después del enlace, Giovanna murió durante su segundo embarazo. Y el apenado viudo quiso honrar la memoria de su esposa encargando a uno de los grandes maestros del momento un retrato que no sólo reflejara su belleza exterior, sino también la interior.
"Este retrato póstumo es un monumento espléndido a lo efímero, a lo pasajero de las glorias terrenales", señaló el Guillermo Solana, director artístico del museo, que acudió a la presentación acompañado de la baronesa Thyssen. "Es una historia trágica trascendida en una belleza inmortal, en una perfección sin fisuras", añadió.
Y para entender la obra en su contexto, la muestra ilustra tres ámbitos esenciales del arte y la cultura en que fue concebida: el género del retrato, el tema del amor y el matrimonio y la iconografía religiosa en el ámbito privado. Pinturas de Botticelli, Pollaiuolo o Filippo Lippi lucen junto a los cuadros que hace 500 años adornaron el lujoso dormitorio en el "palazzo" de los recién casados.
Como colofón, la última sala de la muestra refleja el minucioso estudio al que fue sometido el "Retrato de Giovanna", que representado en un riguroso perfil, sigue un modelo arcaico y responde a una voluntad de idealización y dignificación del personaje. De esta forma se ensalzan detalles como el estilizado cuello, sus inexpresivas y perfectas facciones -acordes con el carácter póstumo- o los bordados de su vestido y el lujoso libro de horas que aparece a la derecha.
Desde la reflectología infrarroja, que pone al descubierto el boceto preliminar, al análisis técnico, que refleja la matemática aplicación de la sección áurea, el museo presenta una forma diferente de aproximarse al trabajo de la experta mano de Ghirlandaio. Y hace justicia a la única obra del artista florentino que se conserva en España.