`Usamos a nuestros hijos como armas'
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Luego de batallar siete años para ver a su hija, Raúl Melendez creó la Asociación de Madres y Padres Separados, en la cual da asesorías
Estamos en la fiesta de un amigo en común, y junto a mí está un amigo que -no lo sabía- está en una lucha por su separación y derecho a ver su pequeña hija.
Los dos, ante mi sorpresa, se clavan en hablar del "síndrome de alienación parental", que descubro, es la acción que lleva alguno de sus cónyuges o pronto a ser ex cónyuges o sus familias para alejar, hacer odiar, al otro padre...
Raúl Meléndez García, contador, hace proselitismo a toda hora. Su experiencia lo llevó a hacerlo: un divorcio de su esposa, Adriana, lo hizo luchar siete años en tribunales por, sobre todo, el derecho de ver a sus dos hijas, de las que me pide no poner sus nombres. Hace unos meses que su relación con ellas se está regularizando, hasta pasaron unas vacaciones.
Su historia está llena de lágrimas y sobre todo muchos juicios. Acusaciones sin sustento. Bueno, hasta mantas hizo y las puso en el camino de la escuela de sus hijas "Papito las ama", decían, ante su imposibilidad legal de verlas.
De ahí nació la Asociación Civil Asociación Mexicana de Madres y Padres Separados, que ahora asesora legal y psicológicamente no sólo a padres, sino también a madres separadas. Y es que esto no es una cosa de género, necesariamente. Él ha dado en estos años 4 mil 987 asesorías, dice.
Quedamos de vernos otro día para platicar más sobre el tema, mientras yo rumio esto que me suena raro. Pronto descubro que es por mi formación feminista, y, lo acepto, por mis propios estereotipos y prejuicios: ¿no son los hombres los que están encantados de no ver a sus hijos y se lavan las manos? ¿No están hechas las leyes para proteger a la mujer y a sus hijos de la violencia? Ésta es la historia.
Unas semanas más tarde, Raúl llega a la mesa preparado con volantes, libros, estadísticas. Me llama la atención la imagen elegida del volante de un curso: "Diplomado para una sana separación": es un pastel de bodas roto a la mitad en la que las figuritas de los novios están frente a frente, apuntándose con armas
de fuego. Ella, una pistolita; él, una escopeta.
Se sienta, comienza a lanzar datos: "hay 65 mil casos nuevos al año en materia familiar en los tribunales del DF. De esos, de 20 a 22 mil son divorcios; otros 25 mil controversias, pleitos en pocas palabras. Sólo 42 jueces los atienden, lo que significa que cada uno de ellos tendría seis nuevos casos diarios.
"La materia familiar se hace al vapor. No hay capacidad humana" dice.
Afecta a muchos. En el 2004, un estudio que hicieron junto con el Partido Verde arrojó que en el DF, hay unos 200 mil niños que no pueden ver a uno de sus dos progenitores.
Raúl habla del derecho que tienen él y otros padres a ejercer su paternidad. Que hay una discriminación, incluso legal, que evita de antemano, por sistema, que ellos, ante una separación, convivan con sus hijos. Es un hombre que también constantemente dice cosas como: "cuando nos embarazamos" o "visitábamos a nuestro ginecólogo".
"La sobreprotección en la custodia maternal en México y en el mundo es brutal. Se cree que la única apta para ejercer la custodia de los menores es la mamá y que el hombre es un simple proveedor económico y sanseacabó.
"Con ese estigma social, con esa discriminación para la paternidad, ¿qué pasa? Si bien te va, si llegas a un juzgado y no hay tanta oposición por la mamá, lo más que te van a dar es que veas a tus hijos sábados y domingos, cada 15 días: 72 horas al mes. que tiene 720 horas.
"Te convierten en un papá de 10 por ciento y a ella a una mamá del 90 por ciento. Y no es justo para ninguno de los dos. Pero sobre todo no es justo para los niños." Dice que el ciclo de violencia que puede darse con el divorcio no se rompe con acuerdos así.
"Puede ser peor: cuando la mujer se hace cargo del 90 por ciento de las necesidades de los niños, crea la imagen de que es una todóloga. También convierte a los padres o progenitor que los ve cada 15 días en un `papá Disneylandia' sólo juega con ellos y los consiente. También da pie a que el padre que no está con ellos pueda chantajear".
Cita un estudio de la UNICEF: nueve de cada 10 niños violentados son por mujeres. Pero no les echa la culpa, dice que en parte es por la frustración que les provoca tanta presión.
También por otro estigma social con el que no está de acuerdo: que una mujer que no es buena madre no es mujer. Él reivindica su derecho a una paternidad más responsable.
"¿Dónde se terminó la violencia que se generó en el matrimonio? Al contrario: ya no vivo contigo, te doy pocos pesos, porque una pensión alimenticia siempre es poca, y todavía te lastimo más."
También pasar por juicios es una pesadilla. Y lo dice porque lo vivió. Como la ley dice que las mujeres son las más aptas, si uno quiere quedarse con sus hijos tiene que desacreditar a la madre, por ejemplo. Si la separación fue dolorosa y la mujer quiere que el padre no vea a sus hijos, es igual.
"La única forma es demostrar que tú eres una tal por cual. Y si tengo lana, influencias y tiempo, lo voy a intentar y te sigo violentando."
Apela al artículo 4 Constitucional. Si los hombres y mujeres son iguales ante la ley, ¿por qué en el Código Civil se dice que las mujeres son idóneas para el cuidado de menores? Pugna por lograr una revisión, de un nuevo código familiar en el DF, al menos.
Que revise una ley de 1938, cuando la sociedad ha cambiado tanto. Que se busque la creación de una "custodia compartida": un traje a la medida de cada pareja para subsanar las necesidades de todo menor, sin discriminación de género a priori.
"Este castigo a la mujer es un castigo para todos. Cuando se da un `empoderamiento' de algunas de las dos partes, sin mencionar género, hace que utilicemos a los hijos como arma, escudo, moneda de trueque. ¿Te imaginas esa violencia? Y hay un rehén silencioso: nuestros hijos", concluye.