Omnia: La orquídea de la abeja
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Restos fosilizados del polen de una orquídea, descubiertos en perfecto estado de conservación, dentro de un fragmento de ámbar, han permitido determinar el pasado genético de estas singulares especies de plantas, cuyos orígenes se remontan a 76 millones de años.
Este hallazgo sitúa a las orquídeas en un tiempo en el que todavía existían los dinosaurios (que se extinguieron hace 65 millones de años), lo que afina el debate científico existente hasta ahora, que situaba la existencia de las orquídeas en un rango sumamente amplio, de 26 a 112 millones de años.
La investigación, publicada en la revista Nature, se basa en el polen fosilizado de una orquídea que quedó depositado sobre el tórax de una abeja atrapada en un trozo de ámbar, lo que ha permitido describir la especie, dibujarla y darle nombre: Meliorchis caribea.
El polen fue encontrado en el "lomo" de una abeja obrera (Problebeia dominicana), que quedó adherida a una porción de resina de ámbar hace entre 15 y 20 millones de años, en un bosque situado en el norte de la República Dominicana (ver foto abajo a la izquierda).
"Se trata del primer fósil de una orquídea, que ofrece una imagen sin precedentes de la interacción que existía entre las plantas y los insectos polinizadores", dijo el director de la investigación, Santiago Ramírez, del departamento de Zoología Comparativa del Museo de Harvard.
En el estudio participó un grupo de expertos formado por científicos y biólogos de varias instituciones americanas y europeas.
El pedazo de ámbar fue recolectado por un buscador de este tipo de resina, que luego lo vendió a un tercero, quien finalmente lo llevó al departamento de Biología Evolutiva de Harvard.
AMBAR MUY VALIOSO
En las minas de ámbar de República Dominicana es común encontrar insectos atrapados en esa resina.
Los recolectores saben que el ámbar puede alcanzar precios exhorbitantes cuando muestran especímenes de vegetales o animales, y por eso es común que busquen compradores en instituciones científicas de Estados Unidos y Europa.
Este valioso fósil permitió a los investigadores reconstruir el árbol filogenético de las orquídeas, una familia de la que se han descrito entre 20 mil y 30 mil especies, lo que las convierte en la especie más amplia y diversa de la Tierra. De hecho las orquídeas constituyen un 8 por ciento del total de las plantas con flores que existen sobre nuestro planeta.
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FASCINARON A DARWIN
La evolución de las plantas de la familia de las orquídeas fascinó a Charles Darwin, autor de la Teoría de la Selección Natural, hace 150 años.
Cuando Darwin regresó de su expedición científica a bordo del navío inglés Beagle, dedicó años a investigar el mecanismo reproductivo de las orquídeas.
Desde entonces, los biólogos han estudiado con gran celo esta inmensa familia de plantas, sin lograr desentrañar muchos de los misterios que encierran, sobre todo en lo que se refiere a las extrañas relaciones con los insectos que les sirven de vehículo para asegurar su supervivencia.
"Hemos podido construir el árbol genealógico de las orquídeas basándonos en la secuencia del ADN que logramos detectar en el fósil.
"A partir de la abeja atrapada en el ámbar pudimos calibrar el reloj molecular de las orquídeas, y de esta manera calcular la edad en la que se originó esta especie", aseguró Santiago Ramírez.
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UN REGISTRO DIFICIL
La ausencia de registros fósiles de la familia de las orquídeas se debe a que estas plantas florecen de manera muy esporádica, aparte de que se concentran en áreas tropicales, donde el calor y la humedad dificultan el proceso de fosilización.
Además, su polen es diseminado únicamente por los insectos y no por el viento, lo que reduce aún más las posibilidades de que quede fosilizado sobre la superficie terrestre.
En este caso, lo que ha quedado en perfecto estado de conservación durante millones de años es precisamente la interacción entre el insecto y la planta. Se trata del único registro fósil conocido, donde estas dos especies muestran un retrato en vivo de su valiosa relación.
Los granos de polen que se ven sobre la abeja están dispuestos en forma de paquete, lo que demuestra que el insecto los estuvo recolectando, y no que se le pegaron de manera accidental por un simple contacto durante el vuelo (la especie de abeja portadora del polen ya se extinguió).
Los datos obtenidos de la investigación del polen fosilizado y de la abeja permiten concluir que las primeras orquídeas llevaban poco tiempo en la Tierra cuando los dinosaurios comenzaron a extinguirse hace 65 millones de años.
Una sorpresa "fascinante", según los autores de la investigación, es que ciertos grupos de orquídeas se desarrollaron a edades muy tempranas. (Reporte mundial)