Omnia: Prevenga una embolia
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Una embolia se presenta cuando un coágulo de sangre tapa una de las arterias que alimentan el cerebro. El derrame cerebral ocurre cuando una de esas arterias revienta.
En unos cuantos minutos, las células de la zona del cerebro donde sucede el episodio se dañan y mueren. A causa de ello, la parte del cuerpo que controlan esas células altera sus funciones.
Los efectos de una embolia pueden ser desde leves hasta graves y ser transitorios o permanentes. Las embolias suelen afectar la vista, el habla, el comportamiento, los procesos del pensamiento o la capacidad de mover partes del cuerpo. A veces causan un coma e incluso la muerte.
Los efectos dependerán de cuáles células del cerebro se dañen, qué tan extensa sea la parte del cerebro que se vea afectada y qué tan pronto se restablezca la circulación sanguínea en la zona afectada.
Es posible que una persona tenga uno o varios accidentes isquémicos transitorios (AIT) antes de sufrir una embolia.
A los accidentes isquémicos transitorios muchas veces se les llama "miniembolias", porque sus síntomas son similares a los de las embolias.
La diferencia entre un AIT y una embolia es que los síntomas del AIT desaparecen en pocos minutos, aunque a veces pueden durar hasta 24 horas. Un AIT puede ocurrir meses antes de una embolia. De hecho, es una señal de advertencia de que una embolia podría ocurrir en el corto plazo. El AIT siempre debe tratarse como una emergencia, aunque los síntomas desaparezcan en unos cuantos minutos. En este caso lo importante es que el médico conozca el caso y evalúe las consecuencias.
Puntualizando
La mayoría de la gente piensa que la embolia es un evento repentino y catastrófico; sin embargo, las estadísticas indican que por cada persona que sufre una embolia evidente ("sintomática"), 10 pasan por una embolia "silenciosa", que puede dañar ligeramente el cerebro u ocasionar desde pérdida de lucidez mental.
En la embolia silenciosa los síntomas son tan sutiles que usted puede no darse cuenta de lo que está pasando. Y otras veces, aunque existen claras señales de advertencia, los síntomas pueden ser mal interpretados (en el apartado titulado "Señales de advertencia", se enlistan los síntomas y cómo proceder).
Lo que puede esperar
Hay dos clases de embolia, las "isquémicas" que se originan de un bloqueo en los vasos sanguíneos, y las "hemorrágicas", menos comunes pero más mortales, causadas por la ruptura de un vaso sanguíneo en el cerebro (derrame cerebral).
En los casos de un bloqueo menor, los síntomas se pueden disipar, sin daño permanente, si los vasos sanguíneos cercanos son capaces de restablecer la circulación. A esto es a lo que se llama "ataque isquémico transitorio".
Ahora bien, si la interrupción circulatoria, ya sea un bloqueo o una ruptura, persiste, la región del cerebro carente de sangre puede ser lesionada, llevando a discapacidad mental y física permanente, e incluso a la muerte.
En otros casos un pequeño bloqueo -y raramente una pequeñísima ruptura-, puede afectar una parte minúscula del cerebro, sin causar síntomas. A esto es a lo que se llama "embolia silenciosa".
Coágulos y obstrucción
Los bloqueos que llevan a una "embolia isquémica" por lo regular se originan de la obstrucción de una o las dos arterias carótidas (los vasos sanguíneos mayores situados a ambos lados del cuello, que suministran sangre al cerebro).
Esas obstrucciones pueden deberse a coágulos que algunas veces se forman en el corazón.
La detección oportuna y el tratamiento de las arterias carótidas obstruidas y de la fibrilación atrial pueden reducir el riesgo de embolia isquémica.
Existen dos pruebas sencillas que pueden ayudar a identificar la obstrucción de las carótidas y la fibrilación atrial: el chequeo del pulso y el chequeo del flujo sanguíneo.
1. El chequeo del pulso
Se estima que uno de cada 100 adultos tiene fibrilación atrial, y no lo sabe. Por lo tanto, asegúrese de que su cardiólogo le cheque su palpitación y le haga un electrocardiograma, para que le dé seguimiento a cualquier irregularidad.
La mayoría de las personas con fibrilación atrial debe ser tratada con un adelgazador de la sangre (como la warfarina). Sin embargo, la evidencia sugiere que muchos pacientes elegibles para el tratamiento no lo reciben.
Y hay dos grupos que no deben tomar warfarina: (a) las personas menores de 60 años sin factores de riesgo de embolia, excepto fibrilación. Estas personas pueden ser tratadas con aspirina en dosis bajas; (b) las personas que tienen alto riesgo de sangrado (que no deben tomar ni warfarina ni aspirina).
Los médicos deben decidir en cada caso si el riesgo de dichos medicamentos sobrepasa los beneficios de prevenir una embolia.
2. El chequeo del flujo sanguíneo
Durante su chequeo regular, el doctor debe usar un estetoscopio para escuchar el flujo de sangre a través de sus arterias carótidas en un punto bajo la parte posterior de su mandíbula, en cada lado del cuello, especialmente si usted tiene más de 60 años o tiene factores de riesgo cardiovascular.
Si su doctor escucha un ruido característico, y una subsecuente prueba de ultrasonido revela obstrucción de las carótidas, un tratamiento con adelgazadores de la sangre o cirugía para controlar o eliminar el problema, es generalmente necesario.
Factores de riesgo
Cualquier cosa que amenace las arterias o promueva la formación de coágulos incrementa el riesgo de embolia. Las cuatro causas principales involucran los siguientes factores:
1. Alta presión sanguínea
La hipertensión es uno de los factores de riesgo más importantes de embolia -y quizá el más importante de todos.
La presión sanguínea puede ser muy bien manejada por el cardiólogo, algunas veces con opciones tan sencillas como un cambio en el estilo de vida, digamos bajar de peso, ponerse a dieta y ejercitarse.
2. Altos niveles de colesterol
La conexión entre el colesterol alto y la embolia no es tan fuerte como la conexión entre el colesterol y el ataque al corazón, pero el colesterol es un factor de riesgo importante para la embolia.
De hecho, los fármacos conocidos como estatinas reducen claramente el riesgo de embolia, al reducir los niveles de colesterol y mejorar la salud de las paredes arteriales.
3. Fumar
Su riesgo de embolia cae en un 50 por ciento un año después de que deja el cigarro; y cinco años después tiene el mismo riesgo de alguien que nunca ha fumado.
Usted ya se dio el gusto de fumar todo lo que quiso, así que ahora puede dejar el cigarro y darse el gusto de morir de otra cosa que no sea una embolia.
4. Problemas crónicos
Las personas con enfermedad coronaria, diabetes o enfermedad de la arteria periférica, enfrentan un alto riesgo de ataque al corazón y de embolia. Tales personas necesitan reducir la presión sanguínea y los niveles de colesterol. (De la revista Onhealth)
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SEÑALES DE ADVERTENCIA
> La embolia es un problema insidioso, que puede ocurrir de manera silente, sin que usted lo note. Pero también puede presentarse con síntomas muy evidentes.
* Llame de inmediato a su médico, o pida que lo lleven a una sala de Urgencias si cualquiera de los siguientes síntomas se presenta de improviso:
* Debilidad, adormecimiento u hormigueo en la cara, brazo o pierna, en un lado del cuerpo.
* Dificultad para hablar o dificultad para entender lo que le dicen.
* Pérdida de la visión en un lado.
* Mareo severo, inestabilidad, falta de coordinación, pérdida de equilibrio o caída inexplicable.
* Dolor de cabeza fuerte, repentino e inexplicable, diferente a otro dolor de cabeza que haya tenido.
* Ante cualquiera de los síntomas anteriores actúe de inmediato.
* Los síntomas que desaparecen en unos cuantos minutos pueden deberse a un "ataque isquémico transitorio" (AIT).
* Un AIT es una indicación seria de que un derrame cerebral grave podría ocurrir en poco tiempo. Hay que tratarlo como una emergencia y reportarlo a su médico cuanto antes.