Abanico de posibilidades
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En cada grupo de amigos, equipo de trabajo, familia, o salón de clases, existen personas que se ganan títulos y etiquetas por su manera de ser. El grupo asigna apodos y nos critica o nos aplaude. A veces nos reconocen por cosas que nos son agradables, que nos gustan de nosotros mismos. A veces nos sorprende la manera en que otros nos miran y nos definen. A veces no nos agrada, nos sentimos criticados, burlados, o víctimas de “bullying”.
Está la seria, la quejumbrosa, la artista, la sabelotodo, la payasa, la epicúrea, la fresa, la bromista, la presumida, la intensa, la sentimental, la organizada/organizadora, la guapa, la gorda, la diferente, la perfecta, la estridente. Está la que interrumpe, la que acapara, la generosa, la cuidadora, la despreocupada, la activa, la inteligente, la intelectual, la alarmista.
El papel que jugamos tiene que ver con nuestro carácter, y también el rol que asumimos en ese grupo y en la vida en sí. Siendo así, en el momento en que deseamos explorar otros roles, otros papeles, otros personajes, lo podemos hacer. Una técnica es la de “haz como si fueras”. Si practicamos otros roles y papeles, podemos ir incorporándolos a nuestras características. Yo lo veo como abrir el abanico de posibilidades de comportamiento que están latentes en nosotros, porque no es verdad que somos tan limitados. Nos hemos limitado a través de las definiciones que nos hemos asignado a lo largo de la vida, pero con un poco de atención y auto-observación, podemos incorporar una gama más amplia de nuestro ser a la vida cotidiana.