AMLO y Francisco... Tal para cual
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El Papa Francisco recibió los encomios y cumplidos de ese otro sumo pontífice de la demagogia, Andrés Manuel Primero Los Pobres (“los pobres de mis hijos”). Y dice: “En lo personal, considero que el Papa Francisco es un dirigente espiritual y humanista excepcional”.
No es desde luego de extrañar y es que no es tampoco la primera vez que López Obrador se ampara en la figura papal para conectar con el segmento más beato de la población, no obstante el Presidente se inclina por el Evangelicalismo. No olvidemos que a inicios de su gestión se le hizo un homenaje en Bellas Artes al líder de La Luz del Mundo, el depredador sexual Naasón Joaquín García y, tras la detención del Apóstol de la Depravación, AMLO declaró “mi conciencia está tranquila”, dejándonos en claro que su conciencia NO estaba tranquila.
Para el señor López, sin embargo, “las relaciones con la iglesia católica se traducen en amistad y respeto”.
Muy raro, es muy raro que un gobernante que se la ha pasado, desde el día uno de su gestión, instalado en el reproche hacia el papel que jugó la Corona Española durante la Conquista, al que recurrentemente vuelve cada vez que anda escaso de contenidos para su show matinal, no tenga absolutamente nada que recordarle a la Iglesia que tuvo un rol tan relevante o más, en la caída de aquel viejo y orgulloso imperio indígena que nuestro Presidente añora como la mejor y más gloriosa época de México.
Pese a que México no existía en aquel entonces, pese a que el Reino de España poco o nada tiene que ver con el actual Estado Español y pese a que -acaso- el único actor en aquel episodio de la Historia que sigue siendo el mismo desde entonces es la “Santa” Madre Iglesia Católica Apostólica Romana, a ésta sí, San Andrés de Macuspana no tiene ninguna recriminación que formularle.
A España le ha exigido que se disculpe y hasta ha amagado con “poner en pausa” las relaciones diplomáticas entre nuestras naciones, sin precisar nunca qué significaba ello o qué consecuencias socio-político-económicas implicaba (para eso está su pobre mascota en la Cancillería).
Pero la actuación de la Iglesia ha sido ejemplar para AMLO, desde San Pedro hasta Mario Bergoglio. Nada qué reprochar aquí.
No es como que el Vaticano haya promovido Guerras, torturado y asesinado gente hasta el genocidio, negado el acceso a la ciencia y al conocimiento, acumlado riquezas principalmente de naciones pobres, realizado turbias operaciones financieras, encubierto pederastas entre otras truculencias y aplastado culturas, pueblos enteros como esas tribus precolombinas a las que tanto les llora ANLOVE. O bien, la Iglesia nunca hizo nada de esto, o menudo hipocritazo es López Obrador.
A mí me parece que están cortados por la misma tijera Andrés Manuel y Jorge Mario, pues el macuspano es tan populista y demagogo como el bonaerense. Podría fácilmente, cualquier buen día, AMLO calzarse “las sandalias del Pescador” y Francisco ceñirse con la banda tricolor presidencial -como en las pelis de cambio de personalidad- y harían básicamente lo mismo y resolverían igual número de entuertos para sus respectivas feligresías: 0.
Vea cómo, por ejemplo, Francisco pide por la paz en Ucrania y desea un pronto cese al fuego y bla, bla, bla... Pero es incapaz de condenar que los Legionarios de Cristo inviertan en empresas fabricantes de armas y otras ligadas a la pornografía y los anticonceptivos. Y aclaro, yo contra los anticonceptivos y el porno no tengo nada, sin embargo, se supone que contravienen los preceptos católicos, mientras que lo de las armas desarticula cualquier llamado a la paz y el entendimiento que nos ofrezca Susan Tidad.
Pandemias, crisis y una amenaza de Guerra Mundial nos amenazan, pero ayer don Mario “el Papa” Bergoglio se puso a hablar en su “vati-mañanera” sobre las suegras, porque al parecer reivindicar a las “monster in law” es lo más urgente a tratar en la agenda mundial. Así que como ve, a don Pontífice también se le da bien eso de trivializar y llenar su revista de variedades con lo que sea.
Por su parte, esta semana AMLO y su administración fueron señalados de sumisos y agachones, por un fantasma redivivo: Donald J. Trump.
El ex presidente gringo señaló, como una forma de alardear ante sus simpatizantes, que con presiones económicas consiguió que AMLO blindara con militares la frontera sur, para detener el flujo migratorio hacia EEUU con todo lujo de violaciones a los derechos humanos, todo con cargo y costo a la cuenta del Estado Mexicano.
Traiciones aparte, los señalamientos de Trump son muy serios, pues además de oprobiosos y denigrantes para la dignidad presidencial y el decoro nacional, ponen en entredicho la autodeterminación del Estado Mexicano bajo la dirección de AMLO, alguien que por cierto se la pasa ondeando la bandera de nuestra supuesta soberanía.
Pero en vez de negarlo, AMLO exculpó a Trump porque “así es él” (literal) y la emprendió mejor contra la periodista Denise Dresser por haber descrito la afrenta de Trump con la misma imagen sicalíptica con la que un destacado intelectual de la 4T injuriaba a los adversarios del régimen: Se la metieron doblada.
Claro, porque eso (eso y no las implicaciones para la soberanía que tienen las declaraciones de Trump) es lo importante en todo este asunto.
¿No le parece a usted que están, Su Santidad y Su Majestad, tal para cual?