Coahuila hoy, México mañana

Un nuevo año ha comenzado. Nuevos retos vendrán. Viejos sueños se alcanzarán. Y luego de un 2022 que significó una luz al final del túnel en cuanto a que regresamos a la normalidad tras una pandemia criminalmente manejada desde Palacio Nacional, estamos en los albores de 2023 sin saber qué esperar.

No hace falta ser adivino para saber que la guerra entre Rusia y Ucrania seguirá, así como sus efectos en la economía mundial. Ni tampoco es menester recurrir a una pitonisa como para afirmar que las bandas del crimen organizado seguirán operando bajo el amparo de los abrazos presidenciales.

Este 2023 estará marcado, en gran parte, por las elecciones en Coahuila y en el Estado de México. Ambas servirán como un termómetro que mida las simpatías o antipatías hacia el presidente López Obrador y su partido de cara a la sucesión presidencial.

El proceso electoral de Coahuila, por los acontecimientos que se han presentado apenas en su inicio, será sin duda un botón de muestra de lo que en mi opinión serán las elecciones de 2024.

En los meses finales de 2022 los coahuilenses fuimos testigos de una promoción masiva e ilegal del lagunero Luis Fernando Salazar y, sobre todo, del acapulqueño Ricardo Mejía Berdeja. El primero con recursos modestos y el segundo con el apoyo presupuestal de la Presidencia de la República, en el mejor de los casos. De viernes a domingo Mejía Berdeja se quitaba la cachucha mal llevada de subsecretario de Seguridad Pública y se ponía la de precandidato de Morena que con tal de ganarse la simpatía de sus correligionarios coahuilenses se unía a cabalgatas; bailó torpemente con su esposa en un video de TikTok; organizó reuniones y comilonas, como aquella en la que convocó a simpatizantes de la Región Carbonífera en una finca ubicada a sólo unos metros de la mina El Pinabete y de los 10 mineros atrapados; se gastó una millonada en anuncios espectaculares y en redes sociales; y como dijo el grupo Intocable, ¿y todo para qué?

Ricardo Mejía quedó en tercer lugar en las encuestas de Morena, en las que el elegido fue Armando Guadiana Tijerina. Luego de conocer los resultados, el guerrerense estalló en cólera y en distintos videos mostró su inconformidad hacia Mario Delgado, no sin antes anunciar su candidatura al Gobierno de Coahuila por el PT. “Desde que se definió la elección, entre comillas, del defensor de la 4T, hubo una enorme inconformidad con quien designó Mario Delgado, y así como Mario Delgado con cobardía me ha atacado, intrigado y difamado, hoy quiero decirle que es un corrupto, que es un traidor a la democracia. Se ha dedicado al mercadeo de candidaturas, a tratar de colocar sus negocios, sus consultorías en los aspirantes, y cuando puede desvía la información y el curso de las cosas tergiversa, faltando a la confianza que le han depositado”.

Así como en Coahuila, las corcholatas de Andrés Manuel se han adelantado en su proselitismo por todo México. Cientos de anuncios espectaculares aparecieron por todo el país con la silueta de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México y con la leyenda #EsClaudia.

A finales de este año se anunciará quién será la elegida o el elegido por Morena para contender por la Presidencia de la República. Apuesto doble contra sencillo que el precandidato o la precandidata perdedores generarán una división mayúscula al interior de Morena, la cual podría significar el tiro de gracia para la 4T. Así como ahora Mejía Berdeja se va a lanzar por el PT, generando división entre los partidistas de Morena, así pasará el día de mañana en la batalla por la Presidencia. No hay mayor colmo para un presidente cuyo único logro fue el haber dividido al pueblo de México.

En Coahuila yo ya tengo candidato y se llama Manolo Jiménez Salinas. Además de haber sido un excelente presidente municipal y un activo secretario de Desarrollo Social, él representa la unidad de los coahuilenses en contra del movimiento fraudulento, inoperante y divisor de Morena y de los partidos con los que antes se aliaba.

Hoy en Coahuila tenemos a un candidato que puede derrotar al proyecto presidencial. ¿Podremos decir lo mismo el día de mañana en las elecciones de 2024? Mi esperanza que nunca muere me obliga a pensar que sí, siempre y cuando los ciudadanos no desmayemos en la defensa del INE.

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