Criar con conciencia: un acto político de amor radical

Opinión
/ 27 abril 2025

La crianza de manera consciente implica revisarnos, cuestionarnos y volver a aprender. Es desarmar lo que nos enseñaron para construir algo distinto: algo más amoroso, más libre, más humano

En un mundo donde la prisa marca el ritmo y la inmediatez parece haberse convertido en nuestro valor supremo, detenernos a pensar en cómo educamos y criamos a nuestras infancias es más que una necesidad: es un acto de resistencia.

No fue sino hasta que fui madre que reparé en lo importante y trascendente que son el cuidado y la crianza en el desarrollo de las personas. Y para ese momento, ya era demasiado tarde para arrepentirme.

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Tocaba entrarle no sólo al cansancio físico, al desvelo, a la logística infinita de pañales, mochilas y comidas, sino también a ese otro cansancio más sutil: el de sostener la responsabilidad emocional de acompañar a alguien que depende de ti para entender el mundo y a sí mismo.

Mi preocupación por el futuro de mis hijas −en este mundo de inteligencia artificial, violencia estructural, individualismo egoísta y desconexión emocional− me ha obligado a replantearme los verdaderos retos de la crianza.

No son suficientes las calificaciones sobresalientes, las medallas o los cuadros de honor en actividades extracurriculares. Estoy convencida de que las habilidades que realmente las harán triunfar −y con triunfar me refiero a ser felices− van mucho más allá de lo que puedan aprender en el aula. La resiliencia, la flexibilidad, la compasión, la amabilidad, la autenticidad y la espontaneidad son habilidades fundamentales que no se enseñan con calificaciones, pero que sostienen vidas plenas.

La crianza tradicional se ha basado históricamente en la obediencia, el control y la autoridad incuestionable, priorizando los resultados por encima del proceso y las reglas por encima del vínculo emocional. Por el contrario, la crianza consciente propone abandonar esas dinámicas verticales para priorizar la conexión emocional profunda, el respeto a la autonomía y la individualidad de cada niña y niño, y la reflexión constante sobre nuestras propias emociones y acciones como madres y padres.

Criar de manera consciente implica revisarnos, cuestionarnos y volver a aprender. Es desarmar lo que nos enseñaron para construir algo distinto: algo más amoroso, más libre, más humano. Es un proceso que a ratos duele, porque confronta, pero también sana, porque nos devuelve al centro de nuestro ser.

La crianza consciente es un ejercicio continuo de reflexión sobre cómo cuidamos, qué transmitimos y cómo acompañamos emocionalmente. En este camino somos apenas acompañantes: a veces guías, otras espejo, la mayoría de las veces aprendices.

Así, la crianza consciente nos permite entender que hijas e hijos son, en realidad, compañeras y compañeros de viaje. De hecho, muchas veces contribuyen más a nuestro crecimiento que nosotros al suyo. Una crianza centrada en el poder y el control limita su espíritu libre y aventurero.

La crianza consciente también nos recuerda que los hijos no son proyectos que nos toca moldear ni pequeñas extensiones de lo que no fuimos. Son personas completas, únicas, que están aquí para vivir su propio camino. Son espíritus auténticos que palpitan con su propia firma.

En ese sentido, criar conscientemente no es otra cosa que honrar el principio del interés superior de la infancia. No sólo implica un compromiso ético personal, sino también un ejercicio de garantía de derechos, al colocar en el centro la voz, las emociones y el bienestar real de las infancias, reconociéndoles como personas con igualdad de dignidad y derechos.

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Lo más importante que podemos desear para nuestras niñas y niños es que crezcan siendo fieles y auténticos a su propio ser. Acompañarles en ese camino implica sostener su derecho a ser quienes son, con sus ritmos, sus pasiones, sus preguntas y sus emociones, y entender que su autenticidad es su mayor fortaleza para trascender.

En un mundo que a menudo ignora o minimiza las necesidades reales de las infancias, elegir criar con consciencia, con conexión, con presencia, con respeto y amor es el mejor regalo que podemos ofrecerles en este Día de las Infancias.

La autora es investigadora de la Academia Interamericana de Derechos Humanos

Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH

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