Cuaderno de notas (2)
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El amor mata. Es literal. Siempre se lo he dicho en este espacio. Rehacemos la frase: el amor enferma y mata; pero sin él, nada es posible. El amor lleva al cielo y al infierno. Muchas veces, en el mismo viaje y con el mismo boleto. El amor es la sima y cima de nuestra vida. Y como el alcoholismo, hay que tenerlo siempre controlado. Con el alcohol no se juega. Con el amor tampoco. ¿El amor y los celos son los postmodernos pecados capitales que nos afligen hoy, de decenas de nuevos y agobiantes? Sin duda.
De hecho, en mi saga de “7 Pecados Capitales” le propuse como nuevos pecados capitales varias aristas y situaciones complejas del ser humano hoy en día, uno de ellos: los celos. Los malditos y enfermizos celos. En su momento, se lo ejemplifiqué un poco con la tragedia de “Otelo” del inmenso William Shakespeare. Otelo mata con sus propias manos a Desdémona. Por celos. Infundados, como casi siempre, pero celos al fin. Sí, como el terrible y atroz asesinato (feminicidio, le dicen hoy) de Susana Mireles Guerra, de 39 años. Murió de manera brutal y bestial, a cuchilladas a manos de su esposo, Iram “N”. Sus hijos, tres, fueron casi testigos de ello. La mayor lo vio todo en “tiempo real”. Salud mental colapsada de por vida.
Lea lo siguiente del filósofo Publio Ovidio Nasón (mejor conocido en la historia de la humanidad como Ovidio, así nada más: Ovidio). Son fragmentos de su libro perfecto y central; “El arte de amar”. Hacia el año 25 Antes de Cristo, Ovidio publicó esta obra fundamental para entender el amor, sus resortes secretos y sus pasiones enfermizas. Mucho o casi todo lo que usted dice y glosa sobre el amor señor lector, proviene de dos textos: “El arte de amar” de Ovidio, y “El amor en Occidente” de Denis de Rouemont.
Leamos al sabio Ovidio, el cual en su momento fue desterrado y al final de cuentas, por ello murió, al escribir y publicar este libro perturbador: “Los celos estrangulan los más firmes amores; rompen las uniones más firmes. Por eso el hombre cauto no debe provocarlos ni excitarlos jamás”. Y sí, viene un sabio y sano consejo del filósofo romano: “Esto no quiere decir que te condene a exclusivismos. Diviértete cuando quieras y puedas, pero encubre tus deslices...”
De hecho, usted lo sabe querido lector, las esposas lo toleran. Casi todas. Un 99 por ciento de ellas. Las esposas, abnegadas y santas, prefieren y toleran que usted se acueste con una prostituta de vez en cuanto (un desliz) en algún viaje de “negocios”, pero pocas o nadie va a tolerar que usted tenga una relación estable y larga con su vecina, su comadre, su amiga o la maestra de sus hijos. Dice el sabio Ovidio: “El fuego del hogar envuelto de cenizas se extingue inexorablemente”. Por eso es menester, de vez en cuando infundir y provocar celos en su esposa. Pero insisto en mi argumento original: el amor mata. O te matan. O te suicidas. Es lo mismo. Por eso una de varias frases célebres espetadas por el Oficial Mayor del Congreso, Gerardo Blanco Guerra, resuena en la eternidad: “No se enamore maestro, eso es malo y daña la salud”.
Esquina-bajan
Nota uno: retomo mis apostillas. Gruesos cuadernos con grafías mías, recortes de prensa, fotografías, datos, cifras. Al azar encuentro lo siguiente: año 2021, un joven de 27 años, Enrique Javier Hernández luego de discutir con su pareja, fue y se colgó en la cocina. Los suicidas, usted lo sabe en esta región de Coahuila (y ya en todas, se lo voy a probar), ¿son legión? ¿Saltillo es una ciudad gris y triste, ideal para los atiriciados de cuerpo y corazón, ideal para el suicidio?
Nota dos: lo anterior, la constante de suicidios, me ha recordado a Fernando Pessoa. De la mano del poeta asistimos a conocer una Lisboa donde se exalta con amor y orgullo, el patrimonio artístico, histórico y esa raja de soledad y solidaridad de sus habitantes, habituados a una ciudad europea pero fuera de Europa. En el centro sin ser centro. Lisboa, la insular, aparece en los textos del poeta en voz de uno de sus heterónimos, Álvaro de Campos. Se lee: “ciudad de mi infancia pavorosamente perdida.../ ciudad triste y alegre, otra vez sueño aquí...”
Nota tres: “Nadie sino el hombre pudo inventar el suicidio”, sí, lo escribió un poeta, uno de los mejores que ha dado esta tierra de México, Jaime Sabines. Lo tuvo que escribir y descubrir un poeta, no un doctor, no un médico, no un psicólogo, no un político, no un Secretario de Salud inexistente como lo es el lagunero Roberto Bernal. No, fue un poeta. Otro poeta, Antonio de Galicia y Rivera, dejó en uno de sus versos el siguiente aforismo: “El suicidio es una semilla áspera y letal./ Germina el día menos pensado y te lleva de un golpe:/ un clavo y martillo sobre tu tumba. No más”.
Nota cuatro: “Se da cuello tras discutir con su pareja”, 28 de noviembre de 2021. Otro suicidio más por amor. Siempre por amor. Esa enfermedad llamada amor. En el año 2021 hubo recordó de suicidios: 123 oficialmente. Es un error de contabilidad y de vidas humanas, aquí se lo voy a contar.
Nota cinco: habla el oráculo: “¡Ojos que a la luz se abrieron un día para, después, ciegos tornar a la tierra, hartos de mirar sin ver!” frase enviada a este escritor por el promotor cultural y ejecutante de música clásica, Raymundo Mendoza...
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Le creo.