Después del Diluvio
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“Tan pronto como la idea del Diluvio se hubo serenado”, nos cuenta el poeta Rimbaud, “una liebre (con máscara de médico de la peste) se detuvo entre las esparcetas y las campanillas móviles y dijo su plegaria al arco iris a través de la (polarizada) tela de araña” (Dios Santísimo, que AMLO y su 4T regresen en 2024 a su rancho La Chingada en Palenque, Chiapas).
(Después de los fracasos de la Revocación de Mandato y la votación de la Reforma Eléctrica) “La sangre corrió, en casa de (un tal Andrés Manuel, apodado) Barba Azul, —en los mataderos, en los circos, donde el sello de Dios palideció las ventanas. La sangre y la leche corrieron” (en forma de fúrica venganza e histerismo solar. Para ajustar cuentas, un ejército de rabiosos jabalíes con espuma en la boca y cegados por la ira se internó en los bosques. Sus gruñidos obcecados hermanaban al odio con el miedo).
“En la casona de cristales, todavía chorreante, los niños de luto (llamados oposición, con máscara de sirviente mudo) contemplaron las maravillosas imágenes”. (Uno, el más pequeño pensó: estoy menos sólo y confundido de lo que imaginaba. Pero, ¿hasta dónde puedo llegar?)
“Una puerta crujió, —y en la plaza de la aldea, (ese) niño hizo girar sus brazos, comprendido por las veletas y los gallos de los campanarios de todas partes, bajo el resplandeciente aguacero” (Era tiempo de vivir una catarsis celebratoria entre la lluvia y afirmar una acerada resiliencia para defender una democracia mínima y construir un modelo de país más allá del PRIAN y de la 4T. Pero, insistió el niño al girar como veleta bajo la lluvia intensa: “¿hasta dónde podemos llegar?)”.
”Partieron las caravanas. Y (México, ahora llamado por la 4T, el) Splendide—Hôtel fue edificado en el caos de hielos y noche polar” (de 2022 a 2024, el frío caló los huesos de los más pobres hasta congelar su esperanza. La violencia -a ritmo de ametralladora AR15- refrigeró -una y otra vez- el alma de millones de mexicanos. La economía heló en su nivel más bajo la supervivencia de las grandes mayorías. La polarización entumeció el diálogo hasta petrificarlo en un iceberg. Desde esa fría oscuridad, aparecían de manera ocasional, tímidos pero escasos rayos de luz).
“Desde entonces, la Luna oyó gimotear a los chacales (o jabalíes desatados) por los desiertos de tomillo, —y a las églogas en zuecos (transformadas en demagogia cuatroteísta) gruñir en el huerto. Luego, en el oquedal violeta, lleno de brotes, (la bella flor) Eucaris me dijo que era la primavera”. (Pero, pensó el niño: ¿es posible imaginarla desde “el caos de hielos y noche polar” del cual venimos?)
(La vida enigmática respondió) “Mana, estanque, —rueda, Espuma, sobre el puente, y por encima de los bosques; —paños negros y órganos, —relámpagos y trueno, —subid y rodad; —Aguas y tristeza, subid y reanimad los Diluvios”.
(Mientras el niño miraba a) “la Reina, la Bruja que enciende su brasa en la olla de barro, (y que) nunca querrá contarnos lo que ella sabe, y que nosotros ignoramos”.
Nota: Reflexión editorial inspirada en el poema “Después del Diluvio” de Arthur Rimbaud (1854-1891); integrado en su libro Iluminaciones (1991).