Dos años y 9 meses, el desastre anunciado
Positiva o negativamente, el actual gobierno federal se caracteriza –entre otras acciones y estrategias- por la austeridad en el gasto, lo cual ha impactado la operatividad de las Dependencias federales y de los gobiernos de los estados. Si en dos años y nueve meses el gasto corriente anual (burocracia y mantenimiento de muebles e inmuebles) se redujo en más de 500 mil millones de pesos, lo mismo se podría plantear para las entidades y organismos descentralizados, es decir evitar el dispendio y aplicar con transparencia, estrategia y adecuadamente los recursos, por ejemplo, revisar y adecuar los convenios de publicidad con los medios de comunicación y periodistas locales.
En el año 2018 la derecha política, mediática y académica pronosticaba –con vítores y festejo- el desastre económico: considerable déficit fiscal, inflación desbordada, estampida de capitales, depreciación acentuada del tipo de cambio, tasa de interés pasiva –al ahorro- de dos dígitos, caída de la inversión, desempleo también en tasas de dos dígitos, es decir crisis económica. Más aún, con la contingencia sanitaria generada por el Covid-19 se proyectaba la caída de la economía en más de 20%, sin embargo, aún con la pandemia, a menos de tres años de gobierno las variables económicas se encuentran relativamente estables.
A mitad de sexenio, y después de la reducción del PIB en -8.5% en 2019, se proyecta que en este año el crecimiento superará el 6%, aunque aún no en los niveles pre-pandemia.
Comparativamente (cifras de Secretaría de Economía, Banco de México e INEGI), respecto a diciembre del año 2018 –último del sexenio de Peña Nieto-, a mediados de este año 2021 las cifras de las variables más importantes evidencian que no hay tal desastre:
-Inversión extranjera directa de 17.8 mil millones de dólares (mmdd) contra 18.4 mmdd actual.
-Tasa de interés de referencia de 8.27 a 4.75 hoy.
-Reservas internacionales 174.39 mmdd y en agosto pasado en 205.39 mmdd.
-Remesas 33.68 mmdd en comparación a 40.60 mmdd en 2021 y a julio de este año 28.19 mmdd acumulados.
-Billetes y monedas y depósitos bancarios en cuenta corriente 1 billón 673 mil millones de pesos (mmdp) contra un considerable incremento a 2 billones 171 mmdp
-Tasa de inflación 4.83% y se proyecta en 5.8% a diciembre de este año –acumulada anual 4.4%-.
-Incremento de la recaudación de 16.5% a 17.4% nominal respecto del PIB (0.8% real).
-Aumento salarial de alrededor de 40% real.
-Más de dos millones de puestos de trabajos migraron de la subcontratación a empleos reales.
-La participación de sueldos y salarios en el PIB pasó de 26.5% a 28.3% en los años señalados.
-Tasa de desempleo 3.7 % de la población activa contra 4.1% a julio pasado, ya recuperados los puestos perdidos por la contingencia sanitaria.
Los desafíos para los próximos tres años son variados, pero los más importantes serán:
-Logística que garantice vacunación para toda la población y continuar con las medidas sanitarias pertinentes.
-Fortalecimiento del nuevo tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
-Reducir a su mínima expresión el flagelo de la inseguridad que afecta a la ciudadanía y a las empresas.
-Aparte del sureste mexicano, continuar la inversión pública en infraestructura productiva en otras regiones del país.
-Sostener el equilibrio fiscal (ingreso-gasto), lo cual ofrecería margen para un déficit de hasta 0.5%.
-Insistir en la negociación para reducir las comisiones bancarias, pero además las elevadísimas tasas de interés crediticias.
-Incrementar la recaudación por lo menos en 18.5% del PIB.
-Si la optimización del gasto lo permite, ampliar las transferencias sociales para fortalecer el consumo interno.
-Continuar el combate a la corrupción en todos los niveles de gobierno.
No se reconstruye un país en tres años, pero hay avances. La economía no naufraga y los retos del futuro cercano se deberán enfrentar con prudencia política y económica.