Dos Bocas: los sobre costos de un capricho
COMPARTIR
Ninguna novedad implica enterarnos de que una obra pública –al menos en México– termine costando mucho más de lo que originalmente se planteó. Pero que no sea una sorpresa no implica obviar el hecho ni dejar de señalarlo como un episodio irregular.
Lo anterior es particularmente cierto cuando el presupuesto de la obra crece al doble o más, como parece estar ocurriendo con la construcción de la refinería Dos Bocas, uno de los proyectos emblemáticos del Gobierno de la República.
Como informamos en esta edición, de acuerdo con un reporte del portal Bloomberg –en su edición de Estados Unidos– el presupuesto de la obra habría pasado, de los 8 mil millones de dólares anunciados en 2019, a entre 16 y 18 mil millones, de acuerdo con cálculos realizados por el medio a partir de información proporcionada por personas cercanas al proyecto.
Lo más interesante es la razón que se asume como más probable para explicar el sobre costo: la decisión del gobierno de Andrés Manuel López Obrador de inaugurar la refinería el próximo 2 de julio, cuando se cumplen cuatro años de que triunfó en las elecciones presidenciales.
Un dato relevante adicional: aunque la refinería será “inaugurada”, en realidad no va a producir gasolina aún y eso, probablemente, ocurrirá hasta dentro de un año. Por lo pronto, de acuerdo con la información que se conoce, comenzará a operar un “área de pruebas”.
¿Por qué el apresuramiento por inaugurar ha elevado el costo de construcción? De acuerdo con el reporte de Bloomberg, la única forma de cumplir con el deseo presidencial de inaugurar el 2 de julio fue contratar más empresas para hacerse cargo de las obras. Eso implicó elevar el número de contratos relacionados con el proyecto de 100, a unos 270.
No está mal, desde luego, que los gobiernos se esfuercen en cumplir sus promesas: en este caso, construir una refinería y hacerlo en un período de tres años. El problema surge cuando las ideas se convierten en actos de voluntarismo que desdeñan la técnica y el conocimiento.
Justamente eso ocurrió en este caso: en 2019, cuando se anunció la decisión, cuatro empresas internacionales, especialistas en este tipo de proyectos, le dijeron al Presidente que no era posible desarrollar la obra en tres años, ni al costo que se proponía: 8 mil millones de dólares.
Los expertos han terminado teniendo la razón: la obra ya ha consumido al menos el doble del presupuesto que se planteó originalmente y no producirá ni un solo litro de gasolina sino hasta el final del sexenio, es decir, mucho después de los tres años prometidos.
¿Se pudo haber construido en el mismo tiempo y a un costo menor? Esta es la pregunta que debe responderse porque, en caso afirmativo, estaríamos hablando de un daño al erario generado por el deseo de hacer coincidir la “inauguración” del proyecto con una “fecha emblemática”.
Que las cosas cuesten más de lo previsto es algo que puede ocurrir en cualquier empresa. Pero que ello pase por un capricho es algo inaceptable.