Educación sexual para todas y todos: el reto cuando hablamos del aborto
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No es mi objetivo en las siguientes líneas enlistar argumentos a favor o en contra del aborto. Considero que cada uno ya tiene muy clara su opinión, sea motivo que sea, religioso, político, social o hasta económico. Lo que me gustaría presentar en este espacio es una reflexión sobre la raíz del problema, pueden compartirla o no, al final, eso es lo rico e interesante de la democracia, la diversidad de opiniones.
No escribo esto como madre, ni como mujer, ni como politóloga, escribo esto como un intento de recopilar las voces y las historias que he escuchado en la última década al acercarme con diferentes niñas, niños y adolescentes en escuelas primarias públicas, a través de lo que hacemos en #Ciudadanitos.
Para nadie es un secreto la sociedad machista en la que hemos vivido las últimas décadas. Ahí nos formamos y aprendimos lo que se podía o no preguntar. Y es ahí donde empieza el problema. Muchas niñas y niños comienzan su sexualidad muy temprano, desde los ocho años (aunque no lo queramos aceptar, hablar de sexualidad hasta las 12 años, es demasiado tarde, debemos empezar a los seis u ocho años). Y lo hacen sin ningún tipo de información y mucha confusión de lo que es y lo que no es. No conocen realmente cómo se produce un embarazo, las enfermedades de transmisión sexual, el concepto de consentimiento y el valor de su cuerpo, qué pueden sentir o qué no, o simplemente el término correcto de los órganos sexuales. Esto produce mucha inseguridad y normalmente toman decisiones sin toda la información correcta y disponible que deberían tener para tomarlas.
Considero que jamás se debe criminalizar a una mujer por abortar, y sí es cierto que hay miles de mujeres que lo hacen en condiciones inhumanas y que les produce muchos problemas de salud y, en los peores casos, hasta la muerte.
Sin embargo, lo que no se dice y debería decirse más fuerte es que esa no es la solución al problema, necesitamos que las niñas y los niños (sí, los niños también, las mujeres no se embarazan solas) conozcan mucho más sobre su cuerpo y las consecuencias de sus actos, pero también necesitamos hacer más eficientes los procesos de adopción en México y hacerlos accesibles a aquellas familias que están dispuestas a dar todo su amor. También tenemos que innovar e implementar programas de familias de acogidas como lo hacen en Estados Unidos, Canadá y los países escandinavos con mucho éxito. No todas las familias pueden tener hijos o hijas de forma biológica, pero pueden ser la mejor familia que pueden tener muchos de nuestros niños y niñas que están en orfandad. Tenemos que trabajar para que sean muchos más los casos de infancia “fuera del sistema” que “dentro del sistema”. Hay excelentes buenas prácticas en el mundo. No se trata de inventar el hilo negro.
El asunto es que queremos tapar con un curita un problema que necesita una cirugía mayor. Un programa integral de educación sexual para niñas, niños y adolescentes requiere mucho más que buenas intenciones o promesas de campaña. Necesita profesionales a cargo de sus contenidos y capacitaciones para su réplica, requiere didáctica conforme a la edad y la situación socioemocional de las niñas, niños y adolescentes, necesita una metodología clara, medible en el tiempo en términos de impacto y de proceso. No es algo que es redituable para 3 ó 6 años de gobierno, he ahí el corazón del problema.
Pero sí, el señor Presidente desapareció desde el año pasado el único esfuerzo que había a nivel nacional a través del conocido Pronapred (Programa Nacional de Prevención Social de la Violencia) y el Fortaseg (Programa de Fortalecimiento para la Seguridad Pública). Estos programas tenían un enfoque integral de educación sexual como estrategia para prevenir violencia (doméstica, de pareja) y que abonaba en esto. Estos programas (con diferentes nombres) existían desde finales de Calderón y duraron todo el sexenio de Peña Nieto, tenían más de una década. Por primera vez, estábamos empezando a ver qué funcionaba o no. Señor Presidente, no se trataba de empezar de cero, se trataba de mejorar.
Señoras y señores, madres y padres de familia, cuidadores, docentes, comunidades educativas, activistas, legisladores, miembros de organizaciones de la sociedad civil: por favor, no polarizamos, no sigamos el juego del Presidente, no se trata de encontrar las diferencias en nuestras posturas, se trata de encontrar nuestras coincidencias y trabajar a favor de la infancia en México. Hagamos algo de forma urgente, las generaciones que vienen nos lo reclamarán.