El éxito desbocado
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Se ha logrado instaurar la idea de que si no logras tener “éxito” es tu responsabilidad, es tu “culpa”
Aquí una sociedad enfocada en logros a destajo. Se perpetúan los horarios amplísimos porque lo importante es la disponibilidad las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Así, veinticuatro-siete es sinónimo de profesionalismo si quieres ascender, si quieres llegar. No importa que comas y duermas mal, que el cuerpo se hinche o se vuelva esquelético. Estás cerca, el éxito está para todos; solo los flojos no lo obtienen.
He visto hileras de transporte de personal que avanzan como vagones de un ferrocarril inexistente que siempre sigue la misma ruta. A él se suben zapatos de seguridad apurados; son las 4 de la mañana; se levantan para llegar a tiempo a la fábrica.
En este contexto, se ha logrado instaurar la idea de que si no logras tener “éxito” es tu responsabilidad, es tu “culpa”. No se analizan los engranes del sistema ni a quién se sirve o beneficia. Aquellos que no alcanzan el “éxito”, pueden experimentar sufrimiento y angustia. -Algo debe estar mal conmigo, no he pagado el precio, se dicen.
Y esto también ocurre en Saltillo, la mejor ciudad para vivir, donde además, la tasa de suicidios es alta y no es raro ver que entre las causas referidas para cometerlo, figuren la falta de trabajo o de un salario que permita sostener a otros; vivir pues. Así que no solo tenemos al “éxito” como un acicate; también a las fauces del desempleo.
Van y vienen uniformes al ritmo de una velocidad delirante. Sin embargo, el éxito en sus orígenes no significaba lo que nos resuena ahora. Éxito proviene del griego eghs, quesignifica “fuera de”. Por otra parte, el diccionario de Coromines en su descripción inicial dice que éxito es: “el desenlace de una acción”. Entonces, éxito se refiere a lo que cada persona saca de sí; a lo que se gesta en el interior y se entrega al exterior. Este significado es más relajado ¿no? Seguro la sensación de entregar algo y cumplir sin el virus de la prisa desbocada es una grave falta al capital, ese sistema que nos garantiza empleo y por tanto, la resolución de la vida.
Ahora, el éxito en su acepción contemporánea, impele a una carrera ininterrumpida que se anuncia por todo tipo de comunicaciones o redes, y se traduce en usos excesivos de aparatos, plataformas, mediciones y herramientas que dan como resultado una sociedad “mejor”, más “conectada”, con más “calidad” o más “competitiva”. Esto conforma el modelo que se debe seguir e instaura la autoexplotación, como lo anunciara el filósofo Byung-Chul Han. Sí, tenemos un infeliz resultado: un éxito fundado en la propia explotación.
El modelo no da salida. La democracia unida al neoliberalismo se instauró como binomio que “prometía” resolver las desigualdades, al compartir los “beneficios” de un mercado que parece no buscar ni un segundo de descanso. Hay individualidades competitivas que abandonan las conexiones interpersonales directas, al perseguir altos estándares que aceitan un mecanismo de extracción de energía y dinero.
Se busca ser exitoso, o al menos, pequeño burgués -incluso si esto no se reconoce abiertamente por personas de estratos adquisitivos bajos o medios-. Cada persona en este sistema está ubicada dentro de una espiral con una fuerza cada vez más intensa. Y como no, si la alimentamos por propia voluntad, nos autoexplotamos, pues queremos ser “exitosos”. Mejor no ver, porque ver con atención lo que nos ocurre, sería altamente doloroso y tal vez algunos no soporten saberse cautivos de un sistema. Así que mejor seguir pensando que se busca el éxito siempre. Y brindar por ello.