El gobierno de los bienes comunes
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En México, el concepto de ejido ha sido vulnerado y corrompido por el capital y la política
Se acude en tropel, a la idea de que los habitantes de ejidos, pueblos y en general, la gente que hace uso de las tierras que habita, las agota porque es ignorante, visceral y no sabe lo que hace. Estas son ideas sostenidas por personalidades de la ciencia, la política, la academia y el ámbito empresarial de cierto corte. Es obvio que esta generalidad, por fortuna, tiene amplias excepciones.
Así, ante dicha ignorancia flemática, estas personalidades se plantean “rescatar” a la gente y a sus tierras, pero precisaría decir, que lo que intentan “rescatar”, es exclusivamente sus tierras para manejarlas desde criterios que sirvan en la mayoría de los casos, a estos grupos y sus intereses.
Elinor Ostrom, nacida en Estados Unidos, abordó en sus investigaciones, una práctica que le valió, en 2009, el Premio Nobel de Economía: los bienes comunes o commons, en inglés.
El premio le fue dado, de acuerdo a la academia, por “su análisis de la gobernanza económica, especialmente de los recursos compartidos”, ya que su trabajo demostró cómo los bienes comunes o commons, sí se pueden administrar de forma adecuada por un grupo de personas. Nada más lejos de lo que en el contexto económico-ecológico actual, se considera correcto para el manejo de tierras. Sin embargo, incluso en Inglaterra, estos bienes comunes que permiten usos compartidos, como práctica que se sigue conservando, son formas antiguas que han sobrepasado límites temporales extensos en la escala humana.
En México, el concepto de ejido ha sido vulnerado y corrompido por el capital y la política que hay en ese paso de comunicaciones, acuerdos y miradas. El ejido, desde la perspectiva ambientalista neoliberal, es visto incluso, como una enfermedad necesaria de ser extinta, pues es uno de los escasos espacios que se resguarda de las decisiones unilaterales de grupos en el poder.
Elinor Ostrom, fue considerada una experta en acción colectiva. Su libro “El gobierno de los bienes comunes. La evolución de las instituciones de acción colectiva”, se publicó en 1990 y fue tradicido al español, diez años más tarde.
En su libro, Ostrom deja ver que individuos que comparten ciertos recursos, cuando actúan de manera colectiva para aprovecharlos, también toman decisiones que terminan generando resultados irracionales. Esta problemática, convertida en postulado teórico, ha conducido a la generación de políticas públicas que se adjudican la razón: establecer derechos de propiedad e imponer el control del Estado.
Para Elinor, aún y con estas complejidades, sí es posible que los oriundos de un territorio se pongan de acuerdo, mediante reglas de uso y disfrute de los recursos comunes adaptadas a las condiciones de cada localidad; mediante acuerdos colectivos que permitan participar a los usuarios en los procesos de decisión; mediante el control efectivo, por parte de controladores (que sean parte de la comunidad o que respondan ante ella), mediante una escala progresiva de sanciones para quienes transgredan las reglas de la comunidad; a través de mecanismos de resolución de conflictos baratos y de fácil acceso; mediante la autogestión de la comunidad, reconocida por autoridades de instancias superiores; y cuando ocurra el caso de grandes recursos comunes, a través de la organización en varios niveles, pero que considere a las pequeñas comunidades locales en el nivel basal.
El sustantivo bienes, procede del latín bene, que significa bien, y que en esta definición no implica el bien filosófico, sino económico. Así, podemos entender por esta raíz, los bienes materiales hacen bien, y no mal. Aún y cuando haya disputas por ellos.
Ostrom, hasta el final de sus días, trabajó en investigaciones sobre la naturaleza diversa de la interacción entre humanos y sistemas ecológicos. Sus planteamientos abogan por un sistema que permita identificar y estudiar elementos que en cada caso, influyan en el logro de una autogestión comunitaria, para generar relaciones socio-ecológicas sostenibles.
Llegué a Elinor, gracias a la recomendación de un amigo, pues lo más difundido, ha sido el artículo publicado en 1968 en Science, que escribiera el ecólogo Garrett Hardin, otro estadounidense, quien usó el concepto de bienes comunes, para hablar de una condición problemática a la que él llamó “la tragedia de los comunes”, problemática que como vimos, también fue abordada por Elinor, años más tarde, para la que plantea la vía de administración colectiva de recursos de uso común (RUC).
Es interesante que mientras Hardin desestima la autogestión de comunidades, Ostrom se pronuncia a favor, obteniendo por su planteamiento, un Nobel en el campo más duro: las ciencias económicas. Por lo que se ve, Elinor es conscientemente olvidada por este modelo económico. Así las cosas.