‘El Grito’: otra vez una arenga hacia la plaza vacía
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Por segundo año consecutivo, debido a la pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2, los mexicanos hemos vivido la ceremonia del “Grito de Independencia” de manera más bien íntima, pues las plazas públicas –escenario privilegiado para gritar a todo pulmón la noche del 15– han debido cerrarse al público para evitar riesgos sanitarios.
La ceremonia central de la noche, la que tiene lugar en el zócalo de la Ciudad de México, fue vestida con una producción para ser vista por televisión, no para vivirla in situ. Es la recreación de la mexicanidad que nos une, como ningún otro momento del calendario, aunque no nos veamos ni nos escuchemos mutuamente corear las arengas.
En este contexto, el “estilo personal” que el titular del Ejecutivo imprime a la ceremonia del Grito se nota más y el hecho anecdótico resulta imposible de obviar. Los “incluidos” y los “excluidos” son, desde hace ya un buen número de años, la nota de la ceremonia del “Grito”.
En esta ocasión, el presidente Andrés Manuel López Obrador coreo 17 vivas antes del tradicional trío de vivas a México que cierran la etapa de las arengas. Del total, solamente seis fueron para individuos de carne y hueso: Hidalgo, Morelos, Ortíz, Allende, Vicario y Guerrero. Cuatro hombres y dos mujeres.
El resto de las arengas se dedicaron a ideas, valores o colectivos: la independencia, los héroes anónimos, la libertad, la justicia, la igualdad, la democracia, la honestidad, nuestra soberanía, la fraternidad universal, el amor al prójimo y las culturas del México prehispánico.
Luego vino un video mapping, proyectado sobre la reproducción del Templo Mayor construida en el zócalo y las paredes de la Catedral Metropolitana. En el guión se resaltó la idea de que la Independencia fue “nuestra primera transformación”, expresión con la cual, acaso se buscó establecer un cierto paralelismo entre aquel episodio de nuestra historia y el actual Gobierno de la República.
Los juegos pirotécnicos que siguieron fueron acompañados de un popurrí de piezas mexicanas de distintas regiones y la encargada de cerrar el programa fue la cantante Lila Downs quien, de forma un tanto extraña para la fecha, escogió la letra de la canción “Latinoamérica”, de la agrupación puertorriqueña Calle 13, como corolario de la fiesta patria.
La nota discordante de la fecha la dio la cónsul de México en Estambul, Isabel Arvide, quien decidió “refundar” la ceremonia del Grito y se limitó a nombrar a Miguel Hidalgo en sus arengas, para luego incluir en estas al presidente López Obrador, lo cual generó un incidente con una de las asistentes a la ceremonia.
Más allá de la anécdota, la ceremonia de este año –y el anterior– quedarán grabadas en la memoria generacional porque nos han ayudado a resignificar nuestra identidad nacional y acaso eso nos impulse a ser mexicanos mejores.