El pueblo chileno pone el ejemplo
COMPARTIR
TEMAS
Las peculiares dinámicas políticas, económicas y sociales de la República de Chile debieron llamar mi atención en algún momento, durante mis estudios universitarios. Pienso que la historia moderna de ese país es realmente interesante. Chile fue, por un momento, epicentro del mundo bipolar en plena Guerra Fría, después apuró el trago amargo de una dictadura atroz y asesina que, con todo, sentó las bases de un crecimiento económico que se hizo patente tras su caída, por supuesto, el precio fue demasiado alto. Su transición a la democracia fue ejemplo para el mundo, gradualmente se desembarazaron del legado del dictador. Hoy, en las recientes elecciones, Chile regresa al centro del escenario internacional.
En 2001 tuve oportunidad, de participar en reuniones con los presidentes Lagos, Frei y Aylwin, de escuchar a los principales liderazgos de la concertación Socialista-Demócrata Cristiana y a los líderes de la Unión Demócrata Independiente y Renovación Nacional, ubicados a la derecha de los primeros. Se celebraba el Foro Parlamentario Asia-Pacífico. Era yo un chamaco de 21 años, tuve suerte de aprender, cumpliendo mis responsabilidades como apoyo de la Cámara de Diputados, en mi calidad de responsable del área internacional de la Mesa Directiva. México también estaba de moda.
Recuerdo que don Patricio Aylwin, el primer presidente de la democracia postpinochet, quien debió bailar con la más fea. Nos dijo: “Chile saldrá adelante, se consolidará, cuando el general Pinochet, yo, y muchos otros, nos hayamos ido”. Se refirió a los fantasmas del pasado, que si bien algunos como él, fueron heroicos, se tienen que ir porque así es la vida, pero también para que el país despegue con todo su potencial.
Sin duda no es tarea fácil. Poco menos de la mitad de la población todavía vota por los herederos de Pinochet, aunque cada vez más personas condenan ese pasado. La derecha misma ha dado muestra de credenciales democráticas, elección tras elección.
En palabras de Boric, “Chile fue cuna del neoliberalismo, también será su tumba”, este joven líder estudiantil se convirtió en cabeza de una oposición antisistema y ganó la Presidencia de la República. Como candidato, al igual que su oponente, se rebeló contra el sistema tradicional de partidos, así los percibió la opinión pública. Los partidos se vieron rebasados tanto por la derecha, como por la izquierda, con liderazgos populistas al volante.
Los partidos, perdidos en primera vuelta, no les quedó más que apoyar al contrincante más cercano en términos ideológicos. De esa forma, los partidos de la concertación de centro izquierda apoyaron a Boric y la derecha del presidente Piñera apoyó al derechista Kast.
Al final, ganó Boric con una cómoda ventaja de alrededor de diez puntos porcentuales. Contra toda predicción, la clase política chilena se portó a la altura, conforme a una tradición, iniciada por una derecha que ha perdido tantas elecciones, el derrotado, José Antonio Kast acudió en persona a felicitar a su oponente victorioso.
Boric y Kast se reunieron en privado y, ante los medios, Kast felicitó al país y al eventual nuevo presidente. Acto seguido, el Presidente de la República, en cadena nacional, se enlazó con el ganador y lo felicitó por su triunfo. Hablaron de cara a la nación y le deseó suerte, mientras el ganador agradecía el gesto. Finalmente, Boric ofreció un mensaje de unidad, se alejó de la confrontación de sus primeras batallas. Hubo generosidad en el triunfo y grandeza en la derrota.
Hace más de dos años hablamos en este espacio de “labores de parto” en Chile, de camino hacia el primer mundo. En mayo dijimos que entraba a su examen final. El aplicado alumno de este barrio llamado América Latina enfrentaba su más dura prueba: elegir entre dos extremos que resultaron ser sumamente prudentes frente a los resultados de la elección.
Gabriel Boric, el líder de izquierda cuenta con todo para llevar a Chile al primer mundo. A sus 35 años, será uno de los jefes de Estado más jóvenes del mundo y el más joven en la historia de Chile. Atrás quedará la Constitución de Pinochet. Las generaciones nuevas tienen nuevas demandas e ignoran los logros económicos que se obtuvieron. El reto no será sencillo.
En el Reino Unido, un candidato populista apostó con éxito por la moderación al momento de gobernar. En México, un líder populista se convirtió en candidato moderado y ganó la Presidencia. Pero llegando a ella regresó a su vocación polarizadora. Mientras tanto, no podemos negarnos el ejemplo que nos ofrece el pueblo chileno.
@chuyramirezr