Elecciones 2023:
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Preguntas no casuales
1.- ¿Quién es Ricardo Mejía Berdeja? Político experimentado de origen priista. Diputado local por Coahuila (1994-1996) a sus 26 años, su estilo rancio y formal le ganó el mote de “El Bebesaurio”.
Durante el gobierno de Enrique Martínez fue subsecretario de Análisis y Prospectiva del entonces secretario de Gobierno, Raúl Sifuentes. Su trabajo consistió en realizar el trabajo de inteligencia política para pavimentar el camino de Sifuentes a la gubernatura. La estrecha cercanía entre ambos motivó que algunos periodistas los apodaran: la dupla de Pinky y Cerebro.
En 2005, con Humberto Moreira como gobernador, Mejía sale de las cañerías profundas donde realizaba su trabajo, y también de Coahuila, para arribar a la Ciudad de México e integrarse al partido Convergencia, embrión de Movimiento Ciudadano. Partido con el cual obtiene, siete años después, una diputación plurinominal en el Congreso federal (2012-2015). Para de inmediato dar el salto con giro completo a Guerrero por una diputación plurinominal local (2015-2018). Y de inmediato, sin agarrar respiro, dar un salto de resorte para dejar esa diputación local y competir, a inicios de 2018, por la Alcaldía de Acapulco bajo las siglas de Movimiento Ciudadano. Pierde, sin embargo, la Alcaldía contra Adela Román, candidata de Morena. Para de nuevo, en un salto de cosaco siberiano, digno del mejor gimnasta ruso, llegar a la Subsecretaría de Seguridad Pública (2018-2022) por amistad entrañable con el secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo.
2.- ¿Qué tan fuerte candidato será para contender por la gubernatura? Más allá de su experiencia política, fuerte en posiciones plurinominales (sólo ha ganado una elección); Mejía es un candidato con baja rentabilidad electoral. Falto de carisma y empatía, tendrá dificultades para conectar con un electorado diverso –en particular con aquel de clase media, media alta y alta que será decisorio en las elecciones de 2023.
A pesar de ser un improvisado y malogrado en el tema de seguridad pública federal, Mejía intentará venderse ante el electorado como “el gobernador de la seguridad” y, para ello, criticará y demeritará el modelo que ha blindado a Coahuila del asedio constante del crimen organizado.
Buscará también, a pesar de no tener experiencia como presidente municipal o gobernador, abanderar la causa del “cambio y la libertad en Coahuila”; para emanciparnos del yugo priista que “destruyó al estado” y que, sobra decirlo, empezó a asfixiarnos a partir de 2005 –el año de la partida de Mejía a la Ciudad de México.
De esta manera, Mejía se presentará como “el gobernador del cambio y la transformación” sin experiencia pero sí con lo único que tiene bajo el brazo, el modelo de la Cuarta Transformación. Finalmente, sin certeza de llegar al fondo, reciclará el tema de la deuda heredada por Humberto y Rubén Moreira para erigirse como “el gobernador de la honestidad”.
La Coahuila morenista ya espera a Mejía con brazos abiertos: sí, en la cúspide de la desunión, de la ausencia de reglas, de la falta de disciplina partidista y de la descarnada lucha por el poder entre las distintas tribus amloistas.
Pero, si Mejía es un candidato débil e inexperto que está por arribar a un carnaval mozambiqueño de tintes morenistas, ¿dónde reside su fuerza? En el apoyo de Andrés Manuel López Obrador, presidente de la República, y de Alfonso Durazo, gobernador de Sonora. Nada menos. Nada más.
Por ello, Mejía no es un enemigo pequeño. Y aquel que pretenda verlo así, en el pecado llevará la penitencia: el fin de 93 años de priismo coahuilense y el inicio de seis años de gobierno morenista.
Continuará el próximo viernes 1 de abril.
Nota: La posición del autor no es la del Instituto Coahuilense de Acceso a la Información, espacio donde labora como director general.