Sucesión I
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Estamos a 12 meses de que se definan los candidatos de lo que podría ser la madre de todas las batallas electorales: la gubernatura de Coahuila
Primera de dos partes
En Coahuila, donde las elecciones son una constante, políticos y observadores analizan ya la renovación de la gubernatura a efectuarse el próximo año. Restan apenas doce meses para que los partidos definan a sus candidatas o candidatos para lo que podría ser la madre de todas las batallas electorales.
En el 2023, los votantes coahuilenses decidirán entre conceder al priismo otro mandato o girar hacia Morena. El siguiente texto es acaso una posibilidad de futuro, solo eso.
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Fin.
Hace cien años nació el escritor hondureño Augusto “Tito” Monterroso, autor de este micro cuento que bien podría describir el instinto de supervivencia del PRI. Eso ocurrió la mañana del 5 de julio de 2017 en Coahuila cuando, al irse a dormir, muchos creyeron que el dinosaurio se había extinguido del espectro político del Estado. Un día antes se habían celebrado las elecciones estatales más competidas de la historia.
Un pésimo manejo mediático y procesal del árbitro electoral -que detuvo el programa de resultados electorales preliminares- sembró dudas sobre la validez de los comicios. Luego surgió un efímero movimiento al que llamaron “Coahuila Digno” y las calles de la capital coahuilense registraron la mayor movilización ciudadana de que se tenga memoria. Los comicios se resolvieron en tiempos extras y apenas unos días antes de su toma de protesta, Miguel Riquelme fue confirmado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Pero la duda sobre su legitimidad había sido sembrada.
El gobernador lagunero
Riquelme es el primer gobernador lagunero en 50 años, pero su triunfo se consolidó en Saltillo -donde ganó con facilidad- y no en Torreón, donde perdió a pesar de haber sido alcalde. El arranque de su gobierno fue complejo, derivado de una elección complicada y la herencia de su antecesor que dejó le heredó señalamientos sobre empresas fantasmas y violaciones a los derechos humanos, así como un andamiaje legal y burocrático construido para impedirle un buen desempeño.
Pero Riquelme ha sido pragmático y conciliador. Sin belicosidad y con paciencia, diplomacia y habilidad política, hizo de la seguridad y la inversión privada los ejes de su gobierno y hoy sería mezquino negar que Coahuila tiene buenos niveles de empleo y que, comparado con lo que sucede en buena parte del país, la seguridad destaca.
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Sucesión II
Eso, y un adecuado manejo de su imagen, le han dado altos niveles de aceptación con los que superó la peor crisis política inicial. Mantiene un férreo control político en el estado, sedujo o cooptó a sus adversarios -en lugar de aplastarlos- y se distanció de la sombra ominosa de su predecesor. Su partido ganó todas las diputaciones locales y la mayoría de las federales, obtuvo la mayoría de las alcaldías y recuperó Torreón, una espina clavada en su orgullo político. Le bastaron cuatro años para desaparecer al mismo PAN que llegó a acariciar las puertas del palacio de gobierno y sobre quién hoy podemos decir una sola cosa: Nada.
Mientras en el resto del país el PRI se desangraba perdiendo todo lo perdible, en Coahuila se recompuso. Por eso hoy nadie le disputa el derecho a ser el gran elector en su partido y ya ha elegido.
¿El último de su especie?
Manolo Jiménez nació en una familia con fuertes lazos entre el sector privado y la política. Su abuelo, el ingeniero Luis Horacio Salinas, fue un notable político de los años setenta, hombre inteligente y meticuloso que hizo de su nieto su alter ego y lo preparó con cuidado para llegar. Manolo ha sido regidor, diputado, alcalde y hoy secretario de Desarrollo Social. Una carrera meteórica. Como presidente municipal tuvo resultados notables, en especial en seguridad pública y, de acuerdo con las encuestas, terminó su administración como el alcalde con la más alta calificación en México.
Pero su paso por el Ayuntamiento no estuvo exento de claroscuros. Promovió su “Modelo Saltillo” como ejemplo nacional de atención al COVID-19 pero el virus, que es impredecible, se impuso con consecuencias funestas y su programa de apoyo a empresas para la recuperación económica por la pandemia fue selectivo y opaco.
Se empecinó en incidir en el proceso sucesorio de Saltillo, olvidando esa máxima de su partido de que alcalde no pone alcalde. Ese fue quizás su punto de mayor debilidad política, lo que provocó, incluso, un titubeo momentáneo de Riquelme.
Manolo cedió, pero hay quien asegura que el proceso de entrega recepción con su sucesor fue poco terso y que eso se reflejó en el “ligero descuido” de Chema Fraustro que olvidó mencionarlo durante su toma de posesión. De Manolo se dice que es impulsivo, escucha poco y es intolerante a la crítica. Que prefiere la imposición sobre la negociación. Que se encierra en su grupo compacto, cerco donde él se siente a gusto. Que no tiene equipo sino empleados. De sus cercanos, destacan por su apertura Federico Fernández y Diego Rodríguez, operadores políticos jóvenes y eficaces.
Cuando Manolo Jiménez nació, el PRI gobernaba la presidencia de la República y todas las gubernaturas. Hoy, eso es prehistoria y es probable que, al finalizar el año, al PRI le queden solo dos estados: Coahuila y el Estado de México. Al segundo las encuestas lo dan como perdido, así que Coahuila podría convertirse en un partido endémico y Manolo sería el último de una especie que dominó a México por más de 80 años.
¿Hay un TUCOM?
Hoy, nadie que formule un juicio alejado de filias y fobias puede negar que Manolo será el candidato del PRI. Tiene carisma y es el más competitivo en las encuestas, sin nadie en el horizonte cercano que pueda hacerle sombra.
Pero no todos los actores políticos podrían pensar lo mismo. Cierto descontento se siente en la tierra, se huele en el aire. El poder goza de voluntad propia y corrompe la voluntad de los hombres. Otros aspirantes con mayor o menor posibilidad, se consideran también dignos de representar al PRI y esperarían un eventual tropiezo de Manolo.
(Continuará...)