Erradicar la violencia contra
la mujer: una tarea urgente
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“Si el Estado es permisivo con la violencia familiar, claro que va a haber feminicidios, porque esa es la historia previa de los casos que hemos visto”.
Adriana Romo, vocera de la organización Red de Mujeres de La Laguna, resume así la realidad que viven miles de mujeres en Coahuila porque padecen alguna de las 30 formas de violencia que preceden al feminicidio y son clasificadas en el “Violentómetro”, instrumento diseñado por el Instituto Politécnico Nacional para caracterizar el fenómeno.
De acuerdo con el reporte que publicamos en esta edición, aunque el número de feminicidios descendió en nuestra entidad en los primeros 10 meses del año –respecto a 2020–, al pasar de 22 a 17, las denuncias por delitos que se considera “precursores” de esta conducta se han incrementado.
De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), la violencia sexual se ha disparado 99 por ciento, la violencia familiar en un 35 por ciento, y las lesiones dolosas contra mujeres aumentaron 12 por
ciento.
“Con estos datos no podemos pronosticar o prever que los feminicidios van a acabar, no mientras no se eliminen otras formas previas de violencia. La violencia va en aumento y es progresiva. Sí, en este año disminuyeron, pero con los otros delitos, entonces podríamos decir que el otro año podrían incrementar”, señala Romo.
Poner énfasis en los datos anteriores resulta indispensable hoy que se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, una jornada que debe estar dedicada a visibilizar un fenómeno sobre el que se habla mucho pero, de acuerdo con la evidencia a la vista, se hace poco.
En particular es necesario tener en cuenta que los delitos relacionados con las distintas formas de violencia que padecen las mujeres tienen una alta “cifra negra”, es decir, una elevada proporción de casos que no son denunciados. Rosa María Salazar, de la Fundación Luz y Esperanza ha señalado al respecto que esta cifra podría ser de casi 80 por ciento.
Al respecto es necesario insistir en una cosa: el reto no es disminuir la violencia o “controlarla”. El reto es erradicarla, es decir, garantizar que ni una sola mujer la padezca porque este no es un asunto de estadísticas sino de acceso pleno a un derecho: la vida libre de violencia.
Y como se ha dicho repetidamente en relación con este tipo de fenómenos, aquí todos los integrantes de la sociedad tenemos responsabilidad. No se trata solamente de una tarea que deben enfrentar las instituciones públicas sino que nos compete a todos por igual.
Esto es así porque se trata de un fenómeno cultural y por ello lo que corresponde es combatir los patrones de comportamiento que históricamente han colocado a las mujeres –niñas, adolescentes, adultas– en una posición de inferioridad y que “justifican” la violencia contra ellas.
Hoy todos estamos llamados a generar conciencia y, a partir de ello, definir las acciones que realizaremos para contribuir al logro de la meta.