Estanflación
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Corría el año de 1973 cuando los países árabes miembros de la OPEP decidieron apostar todo o nada. En represalia al apoyo recibido por Israel de parte de varios países occidentales, encabezados por los Estados Unidos, las naciones del Medio Oriente recortaron la producción y las ventas de crudo, provocando un brusco incremento en el precio del petróleo que terminó por desencadenar un período de elevada inflación.
Atrás habían quedado ya los años de la época dorada del capitalismo, en los cuales, durante la década de los cincuenta y sesenta, el mundo había experimentado tasas de crecimiento económico nunca antes vistas, si acaso comparadas con las experimentadas en el período de la Segunda Revolución Industrial.
Con tasas de crecimiento menguantes, elevados déficits fiscales en varios países y la inflación azotando alrededor del mundo, se popularizó el término “estanflación”. Un escenario pocas veces visto antes en la historia económica, que combinaba estancamiento económico con fuertes aumentos en el nivel de precios, situación que hasta ese entonces, si bien teóricamente no era imposible, si se consideraba muy difícil de materializarse.
Todo este recuento histórico, viene lamentablemente a colación, porque ya son cada vez mas las voces que señalan que nos estamos acercando peligrosamente a un escenario de estanflación. Incluso en un blog del Banco Mundial titulado “La solución a la estanflación a través de la oferta” ya se ve el tema como algo inminente.
La inflación en Estados Unidos se encuentra tan fuera de control, que obligó la semana pasada a la Reserva Federal a dar un incremento en la tasa de interés, en una magnitud no observada desde hace tres décadas. Esto solo por citar un ejemplo.
Por el lado del crecimiento económico, el panorama luce igual de sombrío. Hace algunos días, el Banco Mundial recortó su estimado de crecimiento económico mundial para este año y lo ubicó en 2.9% respecto al 4.1% previo. A esta disminución en las expectativas de crecimiento, se le sumará el Fondo Monetario Internacional en su tradicional reporte World Economic Outlook a publicarse en julio próximo.
Aunado a lo anterior, está la complicada encrucijada a la que se enfrentan los bancos centrales. Tendrán que verse forzados a elegir entre el menor de los males. En medio del dilema de contener la inflación al costo que sea, con el riesgo de inducir a una recesión económica; o bien apostar por impedir la caída en la actividad productiva, pero apuntalando aún más los vientos inflacionarios.
En naciones con bancos centrales independientes y conducidos por profesionales en la materia, este es un problema que mas o menos puede sortearse. Pero en países cuyos bancos centrales no gozan de autonomía, o bien de facto están capturados por el Gobierno, el desenlace en este tipo de escenarios siempre resulta de pronósticos reservados.
Economista y Catedrático de la Facultad de Economía de la UAdeC
Twitter: @guillermo_garza