El lado positivo del éxodo migrante: haitianos logran el sueño
SAN ANTONIO, TXS.- En Houston, casi dos mil migrantes haitianos han llegado esta semana de la pequeña comunidad fronteriza de Del Río, donde autobuses se paran casi cada hora para dejar a sus pasajeros en un enorme refugio. En San Antonio, cientos más han recibido permiso de las autoridades estadounidenses para volar a destinos tan lejanos como Nueva York, Boston y Miami, con documentos en sus bolsillos que les otorgan la autorización de permanecer en el país.
El Servicio de Control de Inmigración y Aduanas ha deportado a alrededor de dos mil migrantes en los últimos días en vuelos chárteres a Haití conforme el gobierno de Joe Biden intenta desalentar que más personas corran hacia la frontera. Sin embargo, las autoridades también han permitido a miles más viajar a ciudades de todo Estados Unidos, en las cuales podrían vivir durante meses o años mientras esperan sus audiencias migratorias.
“Estamos tan felices de estar en Estados Unidos”, expresó Inso Isaac, de 40 años, quien abandonó Haití hace años y vivía en Chile hasta que él, su esposa y su hijo de 2 años hicieron la peligrosa travesía a lo largo de varios países y llegaron la semana pasada a Del Río. El miércoles, la familia abordó un vuelo a Nueva York, donde planea quedarse con familiares en Long Island. “Queremos comenzar una nueva vida aquí”.
Una oportunidad de establecerse en Estados Unidos, aunque remota, ha impulsado el auge más reciente, que ha motivado a más de 14 mil migrantes a cruzar el río Bravo, conocido en Estados Unidos como río Grande, durante la semana pasada y llegar a Del Río, donde se han encontrado con tropas armadas de la Guardia Nacional y agentes a caballo de la Patrulla Fronteriza. El jueves, alrededor de 3 mil 100 migrantes permanecían apretujados en malas condiciones bajo el puente internacional que conecta Del Río con México, circunstancias que han generado indignación tanto de republicanos como de los demócratas.
Las imágenes de los agentes a caballo arreando a los migrantes y una docena de vehículos de la polícia estatal bloqueando el ingreso a través del río han causado críticas de parte de legisladores demócratas y funcionarios del gobierno en las que denuncian que los haitianos son tratados de maneras inhumanas. El jueves, el Departamento de Seguridad Nacional mencionó que la unidad de patrullaje a caballo en Del Río había sido temporalmente suspendida y que las acciones de los agentes se estaban investigando. El enviado especial de Estados Unidos a Haití renunció en protesta por las deportaciones masivas, dijeron dos funcionarios, y envió una carta furiosa al secretario de Estado Antony Blinken.
“No seré relacionado con la decisión inhumana y contraproducente de deportar a miles de refugiados haitianos y migrantes ilegales a Haití, un país en el que los funcionarios estadounidenses son confinados en complejos seguros debido al peligro que representan las pandillas armadas a la vida cotidiana”, escribió en una carta Daniel Foote, a quien se designó en el cargo en julio.
Jen Psaki, la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, dijo en una rueda de prensa el jueves que los funcionarios tenían el objetivo de rechazar con rapidez a adultos solteros y familias migrantes. Sin embargo, a algunos grupos, incluyendo a embarazadas y familias con niños pequeños, se les había permitido permanecer en Estados Unidos debido a que algunos países que aceptan a los deportados no reciben a familias migrantes con hijos pequeños y vulnerables.
No quedó claro el jueves cuántos haitianos habían sido deportados, así como a cuántos se les había permitido ingresar al país y esperar las audiencias de asilo. En total, casi dos mil haitianos habían sido regresados a Haití para la noche del jueves, alrededor del 40 por ciento de ellos componían unidades familiares, según un funcionario del Departamento de Seguridad Nacional. Los grupos de reubicación dijeron que estaban enterados de alrededor de un número igual en Del Río a quienes se les otorgó el permiso de quedarse en el país.
Bajo el gobierno del entonces presidente Donald Trump, el sistema de asilo en esencia se paralizó, ya que a casi ningún migrante se le permitió el ingreso al país mientras sus reclamos de protección eran escuchados; en cambio, se les pidió que permanecieran en México, a menudo se veían forzados a establecerse en campamentos decrépitos cerca de la frontera. En contraste, el gobierno de Joe Biden ha permitido que más personas ingresen a Estados Unidos, y se queden, mientras sus casos de asilo se llevan a cabo.
No obstante, debido a que las cortes migratorias tienen muchos casos atrasados, el proceso puede tomar varios años, lo que permite a las personas establecerse en Estados Unidos. Si pierden su caso o no asisten a la audiencia en la corte y se quedan en el país de forma ilegal, se unirían a millones de inmigrantes que ya viven en las sombras.
La tarde del miércoles en el aeropuerto de San Antonio, varias familias haitianas que habían estado en Del Río esperaban para abordar aviones a varias ciudades estadounidenses. Isaac, que sostenía un documento que le instruía a reportarse a una oficina del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas dentro de los primeros quince días después de llegar a Nueva York, dijo que necesitaría encontrar a un buen abogado. Sin embargo, eso se sintió como una tarea fácil después de gastar 12 mil dólares y varias semanas para atravesar América del Sur y Central a pie y en autobús, así como ríos sucios a nado.
En Houston, a cientos de haitianos los llevaron a los refugios. En un sitio, alrededor de 300 personas llegaban cada día esta semana, dijo Carlos Villarreal, un miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, que opera ese refugio. Su albergue solo estaba recibiendo a familias, comentó, y muchas de ellas incluían a niños o embarazadas.
Desde Houston, muchas de las familias, que habitualmente tienen estadías menores a 24 horas en el refugio de Villarreal, viajan a lugares de Estados Unidos donde sus familiares viven. Se espera que los parientes paguen la tarifa aérea, pero algunos voluntarios se han movilizado para hacerlo ellos si esto no es posible.
Isaac salió de Haití en 2017, buscando escapar de lo que describió como un ciclo sin fin de violencia, pobreza y desastres naturales. En Chile, conoció a su esposa y tuvieron un hijo, Hans, quien sufrió quemaduras en un accidente y requiere atención médica. Ahí, trabajó en la construcción, así como en hoteles y restaurantes, y dijo que tenía planeado buscar trabajos similares en Nueva York.
Él y su esposa no lo habían planeado así, pero Hans celebró su segundo cumpleaños el miércoles, en un aeropuerto estadounidense que estaba casi al final de lo que había sido una muy larga travesía.
“Me sentí mal, porque todos vinimos aquí por las mismas razones”, dijo acerca de los muchos migrantes haitianos que conoció en Del Río. “Sabía que no todos lo iban a lograr. Fuimos afortunados”. c.2021 The New York Times Company