Inflación sin control: lo peor
es la carestía en alimentos
La burbuja inflacionaria que afecta al mundo entero y a la cual nuestro país no es ajena, llevó ayer al Banco de México a establecer la mayor alza en las tasas de interés en toda su historia. La medida tiene como objetivo principal contener el alza de precios, pero la propia institución anticipa que no se espera una disminución del indicador en el tercer trimestre del año.
Más allá de lo que el hecho implica en términos de variables macroeconómicas, el fenómeno es resentido, sobre todo, por la familias mexicanas que experimentan la pérdida del poder adquisitivo de su salario que se refleja, sobre todo, en el alza del costo de los alimentos.
“El 75 por ciento de la inflación general quincenal estuvo explicado por el componente subyacente. Al interior, las mercancías alimenticias mostraron una inflación quincenal de 0.74 por ciento y anual de 11.71 por ciento, nuevo máximo desde la segunda quincena de diciembre de 1999”, explicó Gabriela Siller, directora de Análisis Económico en Grupo Financiero BASE.
No hace falta explicar en términos técnicos lo que significa la inflación, porque eso lo puede entender cualquiera con el simple hecho de acudir a cualquier supermercado y ver cómo sus ingresos alcanzan cada vez para comprar menos productos.
Sí es necesario reconocer, desde luego, que se trata de un fenómeno global en el que influye, sobre todo, el conflicto armado en Ucrania, que ha encarecido el precio de los combustibles, lo cual genera un “efecto dominó” de muy difícil contención.
También es cierto que a nivel local el Gobierno de México ha decidido intervenir en el control del precio de los combustibles y, muy seguramente, sin el subsidio que se ha definido en este rubro la situación podría ser peor.
Pero reconociendo los hechos anteriores, también es necesario decir que en el caso de México los efectos del fenómeno son más severos en la medida en la cual nuestra economía tiene un desempeño por debajo de lo posible.
De esta forma, la inflación impacta con mayor severidad a las familias de menores ingresos, con todo y el apoyo que implican las transferencias en efectivo que el Gobierno de la República mantiene a través de los programas sociales instaurados en este sexenio.
En otras palabras, aunque los efectos de la inflación son paliados –de alguna forma– en los estratos más pobres, lo cierto es que el costo más alto lo están pagando aquellos a quienes el Gobierno de la República asegura tener como prioridad de sus políticas.
La síntesis de la situación es simple entonces: en tanto las políticas públicas impulsadas por la actual administración no pongan el foco en el crecimiento económico –por mucho que dicha variable no sea la favorita del Presidente– la situación no va a mejorar.
Y mientras eso no ocurra, el efecto que la inflación tiene en la carestía de los alimentos, sobre todo, será un motivo de insatisfacción generalizado.