Las muertes que
pudieron evitarse
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Hace poco más de una semana el Inegi publicó su estadística anual de defunciones y destaca el hecho de que el COVID-19 fue la segunda causa de muerte entre los mexicanos, y que la misma provocó más de 224 mil decesos en 2021, que sumados a los de 2020 dan un gran total de 424 mil muertes, que superan por casi 100 mil a los reportados por la Secretaría de Salud Federal.
El COVID-19 en nuestro país fue más letal que la diabetes, que la violencia generada por el crimen organizado, que los accidentes y que el cáncer, sólo por mencionar algunas de las causas de muerte más comunes. De hecho, México es el cuarto país con más muertes totales registradas por COVID-19 y está entre los 30 más altos en muertes per cápita por dicha enfermedad.
Ante ello es válido preguntarse: ¿Cuántas de estas muertes pudieron haberse evitado con políticas adecuadas?, porque si bien es una enfermedad que causó defunciones incluso en las naciones que mejor respondieron a la contingencia, es un error pensar que las estrategias de contención no tuvieron efecto alguno.
Al menos en lo personal considero que un porcentaje de esas vidas se pudieron haber salvado, si en México desde el Gobierno Federal se hubieran impulsado tres medidas básicas, mismas que expondré a continuación:
Primero, debido a que el COVID-19 es una enfermedad que se transmite a través de las vías respiratorias, se descubrió que el uso generalizado del cubrebocas disminuía de forma significativa la propagación de esta, por lo que incentivar el uso del cubrebocas desde una etapa temprana hubiera ralentizado los contagios. Sin embargo, por meses el Subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, se empecinó en no recomendar el uso de cubrebocas, de hecho, mencionó en varias ocasiones que el mismo no era útil, aún cuando ya para ese momento había varios artículos científicos que hablaban de su efectividad.
Segundo, otro gran error fue no apostar por la detección temprana de los casos, mediante uso de pruebas generalizadas, seguimiento de los contagios, filtros en aeropuertos y puntos de entrada al país. Por el contrario, se optó por un esquema de vigilancia de modelo Centinela, cuyos resultados López Gatell nunca explicó con claridad, precisamente porque no funcionó y superamos por mucho incluso el escenario catastrófico de contagios que el propio Subsecretario estableció.
Tercero, optar por un esquema de vacunación centralizado, ya que, si bien México avanzó en la vacunación más que otros países, lo cierto es que pudimos haberlo hecho más rápido, si en lugar de grandes centros de vacunación, hubiéramos optado por tener muchos más centros permanentes en varios puntos de cada ciudad o población, involucrando a farmacias y a los gobiernos locales. Ya que es fecha que seguimos vacunando a niños e incluso a algunos jóvenes.
En conclusión, es difícil saber cuántas vidas pudieron salvarse con estas medidas, pero es casi seguro que de haberlas tomado la cifra de defunciones sería menor a la actual.
victorsanval@gmail.com
@victorsanval