Los otros 52 días
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¿Cuántas veces en la vida cerramos un ciclo para comenzar algo distinto? ¿Cuántas veces simplemente cerramos sin intenciones de llenar ese vacío? ¿Cuánto cambia lo que es adecuado para nosotros de un momento a otro en la vida? ¿Cuántas veces decimos sí o decimos no, y cuántas veces cambiamos de respuesta en el transcurso? ¿Cuántas veces en la vida nos encontramos de frente con algo que no es lo que suponíamos que iba a ser? ¿Cuántas veces hemos dicho, “le entro” o “me rajo”?
Hoy sucumbí ante la presión de mi estilista. Hace tiempo que ha querido experimentar con un estilo de corte que nunca he tenido. En realidad, mi cabello nunca ha tenido un estilo muy definido, a menos de que consideremos estar calva un estilo (“definido” sí lo es). Bien, pues. Hoy tuvo lugar el paso 1 de la transición de calva a un estilo de corte que (inhalo y exhalo) he aceptado probar. Veremos qué tal me va, porque en el primer hartazgo me vuelvo a rapar, y el mundo entero lo sabe.
El corte de pelo coincide con otra decisión, de esos que dicen que provocan cortes de pelo. Perdonen ustedes, no entraré en detalles, que no termino de perfilar en mis adentros para donde va la situación. Lo que sí puedo decir es que creo que vengo saliendo de un lugar extraño. No sé si volveré del todo, y sé que no soy la misma que entró a ese lugar, y así como contemplaré si aguanto o no un estilo de cabello, iré distinguiendo si lo que se va de la vida y lo que llega lo voy soportando o no. Son los 52 días después de mi cumpleaños, y mi año se está acomodando.