Los problemas de las finanzas públicas
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El gobierno federal enfrenta una problemática grave en sus finanzas públicas. No cabe la menor duda, pues esta semana canceló el programa de la Secretaría de Educación Pública de escuelas de tiempo completo, que daba cabida a 3.6 millones de niños con comida y atención hasta las 4 ó 5 de la tarde. El argumento para la cancelación, no hay dinero, pero las obras faraónicas como una refinería en Dos Bocas, Tabasco, que tendrá un futuro limitado porque los autos de combustión interna van de salida, siguen adelante. Dejar de lado un programa de este tipo que tiene un impacto importante en la base de votantes del Presidente, habla ya de la escala de la escasez que se enfrenta.
Por si fuera poco, esta semana se reportó que Pemex perdió 224 mil 363 millones de pesos al cierre de 2021 y, en el mismo periodo, CFE perdió 95 mil 371 millones de pesos. Las pérdidas anteriores ponen más presión a las ya de por sí debilitadas finanzas gubernamentales que ahora mismo, tienen que hacer frente a una escalada de precios en las gasolinas, el gas y en los servicios que provee el Estado, derivado de la invasión a Ucrania. Para efectos del presupuesto aprobado para este 2022, el precio del barril de petróleo se había establecido en 55 dólares, en estos momentos cuando usted lea esta columna, el barril costará 105 dólares, casi el doble de lo presupuestado. Como referencia, la venta de petróleo representó al gobierno federal, en 2021, por el orden del 19 por ciento de los ingresos totales. Con los cambios en los precios internacionales, podría ser casi el 27 por ciento de acuerdo a una producción estimada de un millón 700 mil barriles de petróleo crudo.
Uno podría pensar que este incremento en los ingresos sería una gran ganancia para el país. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Esto se debe a que vendemos petróleo, pero importamos gasolina, que cuesta más por su procesamiento (85 por ciento más en promedio). Como dato, el 60 por ciento de este combustible es importado y se cotiza en dólares. Para hacer las cosas más difíciles, el tipo de cambio ha aumentado un poco más de 40 centavos desde el inicio de la guerra, lo que ocasiona que a pesar de vender en dólares también pagamos en dólares y una mayor cantidad. En conclusión, todavía salimos perdiendo a pesar de que vendemos bastante más.
En el caso del gas, la situación es todavía más complicada porque Europa, al imponer sanciones económicas a Rusia, ha cancelado en estos momentos la compra de gas proveniente del coloso socialista, que cubría el 40 por ciento de las necesidades de este producto en el viejo continente. Sin Rusia como proveedor, Estados Unidos ha salido a declarar que serán ellos los que cubran la oferta faltante. Sin embargo, serán las operadoras gaseras de Houston, Texas, las que manden el preciado energético. Como consecuencia, México pasará en su abastecimiento a segundo plano para el vecino del norte. Esto ocasionará lo que usted ya está viendo y resintiendo en su bolsillo, un aumento del energético de 60 centavos desde el inicio del conflicto europeo, más lo que se acumule en semanas subsecuentes, por lo que entre más dure el conflicto, más se encarecerá el preciado producto. Esto apunta directamente al gobierno, porque al crear el “Gas del bienestar”, su promesa de un producto accesible y barato, ya quedó en el olvido. Lo peor es que habrá escasez, eso es seguro porque bajo las actuales condiciones de abastecimiento, desde ese punto (Houston) no hay gas para México y Europa simultáneamente.
Tampoco se ve bien el panorama fiscal, pues para empezar el número de empresas se redujo en 400 mil de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Esto reducirá la captación de impuestos y reducirá la base de contribuyentes este y el siguiente año cuando menos. Tanto el IVA (impuesto al valor agregado) como el ISR (Impuesto sobre la renta) se reducirán al menos un 4 por ciento de acuerdo a estimaciones propias. Si bien el empleo aumentó, no fue así en el número de unidades económicas. El fenómeno que se está presentando es la concentración empresarial, o reducción de la competencia. Esto genera reducción del salario real, ya que al haber menos contratantes, las posibilidades de emplearse se reducen y el trabajador está dispuesto a aceptar salarios más bajos ¿Se le hace conocida esta historia? Lo bueno en general, es que hay más trabajo.
Ya para concluir, es importante mencionar que esta semana también se dio a conocer que la expectativa de crecimiento económico para este 2022 se redujo a un 2.4 por ciento por parte del Banco de México, que argumentó que no hay las condiciones necesarias para que el país pueda crecer más allá de este valor. En efecto, la inflación sigue creciendo, y la tan anhelada recuperación no ha llegado. Será hasta 2024 cuando podremos recuperarnos a niveles de 2019, que la verdad sea dicha, fue un año de nulo crecimiento, así que tampoco sería muy adecuado compararnos con ese año. Lo mejor sería ver cómo sale el análisis si tomamos como referencia el 2017, que fue muy bueno en términos de crecimiento y que desde allí se originó toda la decadencia actual.
Ya no sólo estamos viviendo la pandemia, sino también la posibilidad de una guerra a escala mundial. Eso tiene consecuencias económicas diversas. Desde posponer decisiones de inversión por parte de los empresarios, hasta comprar artículos en algunas partes del mundo porque simplemente la logística no es capaz de moverse en medio de todas las restricciones que se han impuesto actualmente. Sólo hay que imaginar lo siguiente en la tan golpeada industria turística, como no se puede sobrevolar por los cielos de Rusia (aviones de occidente), los aviones en estos momentos están teniendo que cambiar y alargar sus rutas, con el aumento de combustible y tiempo, haciendo de esta actividad, algo bastante más caro que en el pasado. Apenas la pandemia daba un respiro, cuando llegó la guerra.