Debo a un amigo inolvidable, Rodolfo Siller Blanco, saltillense que se avecindó en Navojoa, haber conocido ese prodigio llamado Álamos, Sonora. Con él viajé una tarde por el árido paisaje de la tierra erizada de ocres peñascos y cactos que se alzan de la tierra como retando al cielo.
Álamos fue lugar minero de gran fama. En los pasados siglos tuvo bonanzas y grandeza. A mí m e gustan los pueblos y ciudades ...