Menor mortalidad en ‘tercera ola’, pero aún inaceptable
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Las estadísticas de hospitalización y personas fallecidas durante la denominada “tercera ola” de contagios de la pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2 parecen demostrar claramente que la vacunación sí reduce la posibilidad de desarrollar síntomas graves y morir.
De acuerdo con los datos del comportamiento de la pandemia en Coahuila, durante la primera ola de contagios –registrada entre marzo y septiembre de 2020–, prácticamente una de cada dos personas que ingresaban a un hospital público fallecía; durante la tercera ola –contabilizada a partir de marzo de este año–, la posibilidad de morir se redujo a una de cada tres.
Por otro lado, el número de personas que requieren hospitalización debido a complicaciones con los síntomas provocados por el patógeno se ha reducido de forma sensible.
Es importante señalar, sin embargo, que el riesgo de desarrollar síntomas graves y morir solamente se ha reducido pero no ha desaparecido. Durante la tercera ola de contagios, la pandemia ha cobrado en Coahuila la vida de casi 600 personas, lo cual sigue siendo una cifra escalofriante.
Insistir en el hecho de que el número de personas fallecidas a causa del Coronavirus sigue siendo muy alto es importante, porque ello nos empujará a mantener las medidas de prevención y a no bajar la guardia frente al embate del patógeno.
Como se ha dicho en innumerables ocasiones, la pandemia no se ha terminado. Hablar de ella en pasado constituye un error mayúsculo en el que no debemos caer porque las consecuencias de incurrir en él pueden ser muy graves e incluso fatales.
Mantener el rigor en la observación de las medidas de higiene personal –en particular el lavado constante de manos–, así como en la práctica de la distancia social y evitar el contacto físico, es de la mayor importancia.
Además, tras el regreso a clases presenciales las familias que tienen pequeños en edad escolar deben ser particularmente rigurosas en la práctica de estas medidas, pues las escuelas pueden convertirse fácilmente en focos de contagio debido a que los menores de edad no han sido vacunados.
Por fortuna, la estadística demuestra que los niños y adolescentes son menos proclives al desarrollo de síntomas graves
–aunque no están exentos de ello–, pero esto no quiere decir que no puedan contagiarse y, por ende, convertirse en transmisores del virus.
Demasiadas personas han muerto ya en nuestro país a causa de esta pandemia. Es responsabilidad de todos evitar que a la catastrófica cifra mortuoria sigan sumándose personas todos los días y por ello debemos contribuir a la generación de un clima de responsabilidad colectiva.
Hoy son menos las personas que mueren a causa del coronavirus. Pero el punto relevante es que siguen muriendo seres humanos y cada muerte constituye una herida en el tejido de nuestra sociedad. Detener los decesos es la meta y mientras no se logre no podemos bajar los brazos.