Mirador 03/12/22
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Llegó sin avisar y dijo:
-Soy el número 1.
Respondí:
-Lo felicito. Pero más me felicito yo, que soy el número 2.
Preguntó, inquieto:
-¿Por qué se felicita?
-Ser el número 1 trae consigo muchas responsabilidades –observé-. El número 2 vive más tranquilo, y además puede hablar mal del número 1 con el número 3, el 4, el 5, el 6 y todos los demás.
El número 1 se quedó pensando y luego me hizo una proposición:
-¿Le parece si cambiamos? Yo seré el número 2, y usted pasará a ser el 1.
Me negué. Repuse:
-Tendrá que perdonarme, pero no. Estoy muy a gusto siendo el número 2. Duermo muy bien y no caigo en culpa de vanidad. Me apena que sea usted el número 1, pero el que se jodió se jodió.
El número 1 se fue lleno de tristeza. Desde ese día a nadie le dice ya que es el número 1, y cuando sale a la calle se disfraza de número 2.
¡Hasta mañana!...