MIRADOR: 06/07/2022
Él iba a misa todos los días porque todos los días ella iba a misa.
Al terminar el oficio ella salía del templo, pero antes de salir mojaba sus dedos en el
agua bendita de la pileta que estaba junto al muro y con ella se trazaba una cruz en la frente.
Una mañana él se puso junto a la pila del agua bendita y cuando ella se acercó le
ofreció el agua en sus dedos. Ella, algo confusa, los rozó con los suyos y luego se dibujó en
la frente el signo de la cruz.
Lo mismo sucedió en los siguientes días. ¿Para qué hacer larga la historia? Este
sábado último se casaron. Él tiene 74 años; 70 ella. Viudos ambos desde hace mucho
tiempo, son padres de dos amigos míos –amiga y amigo- que asistieron alegres a la boda
junto con sus hijos, los nietos de los desposados.
Yo le pido al buen Dios que les dé a estos novios muchos años de felicidad.
¿Para qué hacer corta la historia?
¡Hasta mañana!...