¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!
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Distintos historiadores disputan la veracidad histórica de la frase; “¡Muera la Inteligencia! ¡Viva la Muerte!”, dicha por el general franquista Millán Astray al escritor Miguel de Unamuno, en el Paraninfo de la universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936. Sin embargo, un hecho histórico permanece claro: todo régimen autoritario del siglo 20 en adelante, en su versión fascista, nacional socialista, marxista o populista ha sido refractario a la inteligencia. Por dos razones: (1) no tolera la disidencia que aflora de sus distintas dimensiones críticas en el periodismo, la política, la literatura, el arte, la historia y la ciencia con la pretensión de construir un pensamiento único, incuestionable y sin fisura lógica alguna.
(2) E imagina ser, como en su momento ocurre con Mussolini, Hitler, Stalin, Mao, Perón y AMLO, el representante de una etapa gloriosa de la historia y, por ende, refundador de una nueva era de la sociedad. Para “reescribir” la historia de acuerdo a la imagen y semejanza de su visión.
Tres datos históricos corroboran la intención autoritaria y mesiánica de estos personajes para construir un pensamiento único o unidimensional: “la quema de libros por los nacional socialistas de escritores judíos, marxistas y pacifistas cuyas obras se considerasen de espíritu anti-alemán” el 10 de mayo de 1933.
De 1930 a 1939, en un cálculo conservador, Stalin arrestó a 3 millones 833 mil 981 disidentes de la revolución rusa. Condenó a 2 millones 736 mil adversarios. Ejecutó a 721 mil 829 enemigos. Encarceló y/o envió a campos de concentración en Siberia a 1 millón 587 mil rivales. Y exiló a 297 mil 669 contrarios.
Mao Tse Tung, mediante la Revolución Cultural o la Gran Revolución Proletaria (1966-1979) pretendió eliminar todo vestigio de revisionismo capitalista en la sociedad china, y para ello, eliminó hasta 20 millones de chinos.
¿Cómo se relaciona lo anterior con AMLO y su desprecio por la inteligencia preñada de pensamiento crítico en el mundo periodístico, político, intelectual, artístico y científico?
Desde su arribo al poder, AMLO ha utilizado la plataforma de “Las Mañaneras” para denostar –de manera sistemática y ácida– a periodistas, analistas y reporteros que difieren de su visión de gobierno. La libertad de expresión, fermento crítico del pensamiento periodístico y editorial ha sufrido los embates de AMLO.
Igual actitud ha adoptado AMLO con la disidencia política de partidos, de la sociedad civil organizada, de intelectuales reconocidos y opositores desde el empresariado. ¿Cómo respetar sus ideas disidentes si éstos son crucificados desde el púlpito presidencial como corruptos, fifís, conservadores, neoliberales, fascistoides u extranjerizantes?
La opaca desaparición de los fideicomisos, con un presupuesto de 68 mil 478 millones de pesos, sin justificación pública o rendición de cuentas alguna en 2020, impactó de manera directa “la ciencia y la tecnología, el cine y la cultura, la reparación a víctimas y la protección de periodistas y personas defensoras de derechos humanos para dejar esos rubros sometidos al capricho de la política de la 4T”.
¿Qué destino puede tener una sociedad sin la inteligencia, creatividad e imaginación críticas de las comunidades científica y artística? O, ¿sin las voces críticas de las personas que defienden y/o encarnan las injusticias cometidas con decenas de miles de mexicanos para exigir un verdadero Estado de Derecho en nuestro país?
Puntualizo un hecho reciente, que da luz sobre el intento de AMLO por institucionalizar –mediante el uso faccioso de las instituciones del Estado– un pensamiento único en el país.
El intento de la FGR de meter a una prisión de alta seguridad a 31 académicos –del más alto reconocimiento nacional e internacional– por una acusación –ya rechazada por dos jueces– de delincuencia y lavado de dinero. Ellos, integrantes del Foro Consultivo de Ciencia y Tecnología, recibieron fondos públicos por su asesoría especializada a Conacyt en temas científicos; esos dineros fueron comprobados y validados en su momento por la Auditoría Superior de la Nación.
¿Cuál es el problema de fondo? Este Foro ha sido crítico de María Elena Álvarez-Buylla, directora de Conacyt, por iniciar desde 2018, mediante reformas internas repletas de opacidad y corrupción, el desmantelamiento de la infraestructura científica y de innovación tecnológica del país bajo la pretensión de instalar un Nuevo Conacyt bajo el velo de una ciencia nacionalista y, por tanto, antineoliberal en consonancia con la 4T.
En su venganza contra el Foro Consultivo, Álvarez-Buylla incluyó al Fiscal General Alejandro Gertz Manero quien, con la anuencia de AMLO, soltó la caballería para encarcelar hasta por 82 años a esos 31 integrantes del Foro. Gertz Manero, es justo decirlo, también quiere cobrarle cuentas a la comunidad científica por haberle criticado cuando Conacyt, este año, le concedió el más alto nivel como investigador, a pesar de las acusaciones en su contra por plagiar dos autores “en un libro de Guillermo Prieto en 1967”.
Lo visto de manera integral es claro: poco a poco, AMLO y la 4T, al grito de ¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!, destruyen el pensamiento crítico –diverso y plural– como sustento democrático, para edificar un pensamiento único, regido desde la autoridad centralizada del poder presidencial.