Neli Herrera: elogio de la intransigencia
Hay personas capaces de abrazar un ideal y defenderlo sin fisuras al margen de los costos inherentes a la adopción de tal posición. Porque defender ideas en un mundo en el cual la hipocresía y la duplicidad moral son cada día más comunes, cuesta. Y cuesta mucho.
Neli Herrera, la cabeza visible de Alianza Cívica en Coahuila, era de ese tipo de personas. Estaba comprometida con el ideal de la democracia de una forma absoluta: las cosas deben funcionar de cierta manera y si la realidad se apartaba apenas una micra de ese ideal entonces no puede ser reconocida como una realidad democrática.
Era partidaria del todo o nada. Aunque no recuerdo haberla escuchado elaborar sobre el tema, resultaba clara -para mí- su aversión por el gradualismo, por las aproximaciones sucesivas, por el tránsito terso entre la realidad tangible y el ideal teórico.
Era partidaria -desde mi punto de vista- de los saltos cuánticos. Creía en la posibilidad de transformar la realidad de forma abrupta viajando, de un solo golpe, del autoritarismo atroz al más idealizado reconocimiento de igualdad entre los individuos, merced al ejercicio del voto individual... siempre y cuando se ejerciera acompañado de los adjetivos de los cuales se encuentra dotado en la doctrina constitucional: libre, individual, secreto, intransferible.
Era, para decirlo en pocas palabras, una mujer intransigente.
No voy a incurrir aquí en el exceso retórico de enumerar mis coincidencias personales con Neli Herrera. No solamente porque quienes sí la trataban cotidianamente podrían desmentirme con enorme facilidad, sino porque la verdad es otra: siempre me costó mucho trabajo coincidir con ella.
Sin embargo, acaso sea por la edad, he aprendido a valorar los espíritus intransigentes como el de ella y a comprender cómo, en la lucha por construir sociedades auténticamente democráticas, los intransigentes son personas indispensables. No necesarias: indispensables.
La lucha de Neli fue la lucha por la utopía. No necesariamente la descrita por Tomás Moro pero sí la deseada por la inmensa mayoría de los seres humanos a quienes se ha negado sistemáticamente el acceso al disfrute del mayor descubrimiento de la humanidad moderna: el derecho a la igualdad.
Fue, a su manera, una suerte de héroe civil a quien movía el ideal de una comunidad en la cual estuviera desterrada la posibilidad de construir la prosperidad personal a partir del sacrificio ajeno. A la manera de Jaime Torres Bodet, le resultaba inconcebible la posibilidad de amasar el pan de la victoria personal con el polvo sangriento de otros individuos.
Por ello, aunque no coincidí mayormente con ella también lamento su muerte. Su ausencia material deja un vacío el cual debe ser llenado, necesariamente, con una nueva dosis de intransigencia en la búsqueda de una comunidad donde la igualdad entre individuos sea una realidad evidente.
Ella hizo aquello a lo cual pocos se han atrevido. Fue capaz del desafío constante al poder en un estilo infrecuente, cuyo signo distintivo es el de pagar un alto precio por ello.
Acaso un día los intransigentes ya no sean necesarios y entonces -solo entonces- podríamos colocarles en la casilla de quienes -desde un punto de vista siempre discutible- dificultan el avance colectivo.
Pero no ahora, porque la realidad circundante es insatisfactoria para todos, aunque pocos se atrevan a decirlo en voz alta y a reprochar, a quienes tienen más posibilidades de transformarla, el poco esfuerzo invertido en ello.
Por ahora, los intransigentes al estilo de Neli Herrera siguen siendo altamente necesarios y les requerimos para, al menos, sacudir cotidianamente nuestras conciencias.
¡Feliz fin de semana!
@sibaja3
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