No soy romántica
COMPARTIR
Me caché pensando de manera romántica y admirando como el amor de esta pareja había durado...
El episodio de la serie terminó en una escena en la cual un convicto alto, fornido, barbón, tatuado, de pelo largo, rudo (y hermoso, diría yo) se casa con la mujer que ha estado esperándolo por 13 años, una mujer pequeña, delgada, hippie chic, frágil (y hermosa, diría yo). Se casaron en la prisión con un permiso especial porque él no salió y porque el cáncer de ella ya había avanzado al punto de no poder esperar más. La ceremonia incluía un ritual con dos platos, uno con flores y uno con semillas. No conozco ese ritual, y tampoco es lo que más me tocó de la escena.
Ver la fragilidad de esa mujer (fragilidad física, aclaro, porque se notó de gran templanza espiritual) en manos de aquel hombre, la expresión de los ojos de él al verla entrar en el recinto, la ternura en esos enormes manos...bueno, me derretí. Los contrastes en la pareja me retumbaron, contrastes que se hacen notorios por clichés y prejuicios. Él latino, ella blanca. Grandote, criminal (no supe cuáles eran sus faltas), duro, desaliñado, marcado, crudo. Delgada, pálida, suave, quieta, limpia, fina.
Me caché pensando de manera romántica y admirando como el amor de esta pareja había durado. Cuando menos aguantaron los 13 años de cárcel y el cáncer. Me pesqué en un anhelo extraño. Tal vez me gustó el tipo. Y tal vez la determinación de ella de seguir con él me ablandó el corazón. O quizás fue la mirada de él. O el ritual de los dos platos. O puede ser que tenga que decir que soy un poco más romántica que lo que me gusta admitir.