Ómicron nos ha puesto ‘en jaque’ en unos días
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Los reportes oficiales no atribuyen –todavía– el estado actual de la pandemia en México a la diseminación de la variante Ómicron en nuestro país, pero resulta difícil encontrar una explicación distinta. El repunte de contagios en el mundo entero tiene como causa esta mutación del virus y resultaría ingenuo pensar que aquí la realidad es distinta.
El término “récord de contagios” resulta inevitable día tras día en los reportes difundidos por los medios de comunicación; el número de personas que están recibiendo una incapacidad por parte del Instituto Mexicano del Seguro Social se ha disparado de forma inédita; diversas actividades económicas están resintiendo un evidente temor generalizado por salir a las calles; las autoridades están reconsiderando el regreso a clases el próximo lunes; comienzan a aparecer los datos de hospitales saturados...
Al mismo tiempo, y eso debe decirse también, el avance en el proceso de vacunación ha hecho que las consecuencias fatales de la nueva –y más virulenta de todas– ola de contagios sea menor. Pero, desgraciadamente, menor no significa que no mueran más personas cada día.
De hecho, de acuerdo con el último reporte de las autoridades sanitarias, en la última jornada de registro fueron reportadas en México 190 defunciones por el coronavirus SARS-CoV-2. Es sólo una porción de las casi 1 mil 200 reportadas en estas mismas fechas el año pasado, pero siguen siendo muchas para quienes hoy lloran a los seres queridos que han perdido.
En otras palabras, el riesgo sigue aquí por desgracia y aunque la proporción de casos graves haya disminuido, el problema es que el número de contagios es de tal magnitud que representan una amenaza de colapso para el sistema de salud, exactamente igual que al inicio de la pandemia.
Las consecuencias económicas que esta nueva oleada de contagios puede acarrear, por otra parte, podrían incluso ser más fuertes que las ya acumuladas a la fecha. Industrias como la restaurantera –al menos a nivel local– están resintiendo una ausencia masiva de clientes debido a la psicosis que parece haber vuelto a instalarse entre nosotros.
¿Cómo deberíamos reaccionar frente a esta mutación de la pandemia que, pese a todo lo avanzado, parece habernos puesto en jaque en unos cuantos días? ¿Cuál es la fórmula adecuada para enfrentar esta oleada de contagios y evitar que sus consecuencias se vuelvan aún más perjudiciales?
La respuesta inicial tiene que ver, necesariamente, con la determinación colectiva de cortar la cadena de contagios. Y para eso es necesario reducir la movilidad y el contacto físico. Todos tenemos que contribuir a eso porque de otra forma todos vamos a sufrir las consecuencias, independientemente de si nos contagiamos o no.
Volvernos estrictos en los protocolos de seguridad es absolutamente indispensable, igual que avanzar en el proceso de vacunación y la aplicación de las dosis de refuerzo. Vienen semanas difíciles y de nosotros depende, en gran medida, que esa dificultad no se exacerbe.