2020 Annus Horribilis
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Los calendarios se componen de 12 hojas a la que le son indiferentes nuestras acciones. Nosotros y nadie más damos forma a cada hora y cada día de ese calendario
En 1992, y luego del divorcio de dos de sus hijos y una serie de desencuentros al interior de la familia real británica, la reina Isabel II declaró el año como “Annus horribilis”, una frase cuyo significado en latín, significa año horrible.
Eso ha sido el 2020. Un año horrible, el “Annus horribilis” del mundo entero. Y aunque es verdad que las pandemias no son nada nuevas en la historia mundial, pues hace apenas 100 años la gripe española infectó y mató a millones de seres humanos, la antigua normalidad nos llevó a pensar que esto no podía suceder de nuevo.
Y a pesar de que las autoridades sanitarias de todo el mundo tratan de planificar las pandemias; e incluso hay decenas de películas sobre ellas, cuando el COVID-19 golpeó al mundo con fuerza, los gobiernos y los expertos globales dudaron, vacilaron y eso permitió a la pandemia extenderse con enorme rapidez y con la globalización, el virus se propagó fácilmente de un país a otro, de un continente a otro.
Luego siguieron las fallas en diagnosticar y rastrear al virus, que explotó en transmisión comunitaria propagándose a través de la población. Llegó marzo y empezaron los informes diarios, al principio nada, pero luego inició la tragedia y las noticias terribles de muertes que añadieron angustia a nuestras vidas. A eso se sumó el cierre de la economía que tuvo un impacto devastador, pues el encierro causo que muchas personas perdieran sus trabajos. Y es que la necesidad de un ingreso es tremenda y miles de empleados sin otra opción, tuvieron que regresar y creyéndose afortunados por tener todavía un trabajo, muchos se infectaron e incluso murieron por el virus.
No les quedaba de otra. Piense en cada uno de los trabajadores de plantas automotrices que rotan turnos las 24 horas del día y utilizan el transporte público mientras el virus se propaga silenciosamente.
Hoy mismo, todos tenemos amigos o nuestras propias vidas y negocios se han visto afectados. Hace menos de una semana un amigo muy querido no sobrevivió a la enfermedad. Así que, en medio de toda esta tragedia y desesperanza, le aseguró que está bien no estar bien. Todos estamos lidiando una batalla psicológica y todos tenemos nuestras propias historias de dolor y en medio de ello, debemos seguir lidiando con los problemas de la vida cotidiana.
Pero en medio de todo, la pandemia sacó lo mejor de la gente, el mundo se desaceleró, y en un momento parecía más amable y gentil, comenzamos a abrazar las cosas “más simples” olvidadas de la vida como platicar en familia. Lamentablemente, la pandemia también sacó a relucir lo peor del mundo.
Hoy, detecto una especie de fatigada solidaridad. La gente está cansada y en medio de ello, vemos a nuestros gobernantes disputarse el crédito de la vacuna. Ellos, podrían habernos ayudado a navegar por un camino más seguro a través de lo que muchos probablemente recordarán como la mayor catástrofe de su vida. Así que, responsables si los hay y si, la culpa además de a nuestras propias irresponsabilidades, se debe asignar a alguien, asígnela a quien le corresponde.
Culpe a la despiadada eficiencia de un sistema roto que funciona exactamente como fue diseñado, para enriquecer a los ricos y aplastar a todos los demás. Culpe al egoísmo y la estupidez de todas las personas que pensaron en su boda repleta de gente, en la carne asada con amigos o los que se reunieron irresponsablemente en Navidad y lo harán de nuevo en año nuevo, sin pensar que pueden contagiarse y matar a sus padres.
Yo lo invito a que marquemos un antes y un después del 2020: nuestro “Annus horribilis” y esperar a que el 2021 sea el año en que nuestro mundo sane. Los calendarios se componen de 12 hojas a la que le son indiferentes nuestras acciones. Nosotros y nadie más damos forma a cada hora y cada día de ese calendario.
Así pues, nuestro “annus horribilis” será recordado de otra manera, no tendremos a nadie a quien culpar más que a nosotros mismos. Políticos, artistas, deportistas, médicos, enfermeras y personal médico se encuentran entre los que murieron en 2020. Pero más allá de ellos, murieron amigos, familiares y es un acto de justicia cuando está terminando este “Annus horribilis”, que recordemos a los más de 4 mil coahuilenses víctimas del COVID-19. Esto no tenía por qué ser así.