Feminicidios y protestas

Soy un hombre viejo, me da gusto serlo. Usted lo sabe si me ha leído con asiduidad en estas generosas páginas de VANGUARDIA, lo he contado par de ocasiones: siempre he querido ser viejo como lo era mi padre, el sastre de oficio, José Cedillo Rivera. Tengo su imagen fiel en mi memoria: engalanado, con sus sacos cortados por él mismo y a la medida. Puños y cuellos de camisa por siempre almidonados. Imposible salir a la calle a cualquier diligencia si no iba así vestido. Zapatos lustrosos, reloj en su justa hora y en su muñeca izquierda. Cabello bien cortado y peinado hacia atrás con sus rulos ondulados. Manos de terciopelo y cara curtida por la nieve de su edad. Oloroso a lavanda y crema de afeitar, así lo recuerdo. A él como a mí, nos gustaba escuchar música, harta música.

Escuchábamos juntos de todo un poco. De entre un mar de música, escuchábamos en grandes acetatos a un cantante que por aquellos años era un trovador muy joven: Silvio Rodríguez. Parte de sus canciones, de esas canciones, cuando las escucho, están asociadas al recuerdo grato de dichas tardes y noches con mi padre. Hay una melodía de entre decenas buenas de Silvio. Sus versos dicen lo siguiente: “Ojalá se te acabe la mirada constante, la sonrisa perfecta… ojalá pase algo que te borre de pronto/ una luz cegadora, un disparo de nieve/ ojalá por lo menos que me lleve la muerte/ para no verte tanto, para no verte siempre…/ ojalá que no pueda tocarte ni en canciones”.

Esto es poesía. Imagine usted tanto y tanto amor acumulado y desperdiciado. Ir al extremo: renunciar a la palabra, suicidarse. ¿Un escritor sin palabras, sin escritura, sin trovar? Pues la nada, es un suicidio literalmente. “Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones…” Dice el último verso de Silvio enderezado a su amada ausente. ¿Hoy? Hoy se canta lo siguiente en cada esquina, en cada celular “inteligente”, en cada fiesta, en el antro, en las discos, en restaurantes de este México adolorido y sin cambios (las mujeres son las que más las cantan, siendo francos): “Tengo una chiquitita nalgona con el pelo corto,/ me dice papi vente dentro si me preña...” Otros “versos” son: “La primera se desespera, se encojona si se lo hecho afuera,/ la segunda tiene la funda y me paga pa’ que se lo hunda”. “Si sigues con esa ayuda voy a violarte”. “A ella le gusta que le den bien duro, así que dale, dale un nalgazo”.

Son las letras que se repiten una y otra vez en ese ritmo llamado reggaetón. Son letras de canciones de Jiggy Drama, Alexis, Fido, Don Omar y un largo, largo etcétera. “Apaga la luz y quítate la ropa, es que en verdad no quisiera verte en pelotas,/ está media gordita pero chupa chévere…” Rola de Lui G. “Acércate a mi pantalón y dale, vamos a pegarnos como animales…” Esta es parte de la letra de un exitazo de J. Balvin, a quien todo mundo idolatra.

ESQUINA-BAJAN

El pasado lunes 9 y cuando las mujeres decidieron desaparecer por ese día (fallido a mi juicio el intento y yo en lo personal no comparto esa idea de protesta. Los días 8 y 9 de marzo, fueron asesinadas 21 mujeres, puf), VANGUARDIA publicó una portada memorable. Rodeando a una fémina, se escribieron las frases, comentarios de odio recopilados sólo en el último mes de dicha portada. Es decir, eso que ceba y amamantan las redes sociales, los llamados “memes” y todo ese mundo podrido de esta era digital. Una nota esclarecedora y precisa del periodista César Gaytán, daba cuenta en interiores de cómo se fue construyendo la portada. 

Las siguientes son parte de dichas frases que inundan la red y de las cuales, todo mundo hace eco en eso llamado like y al compartirlas. Es decir, una violencia digital que al sumarle la violencia musical, esto y no otra cosa es lo que nos retrata como sociedad hoy en día: “Perras sin quehacer”, “Mejor que laven los trastes”, “Absurdas femilocas”, “Esas no son formas”, “Quieren llamar la atención”, “Pseudo mujeres”, “Faltas de huevos”, “Machorras provocativas”, “Sigan de putas”, “Vándalas”, “Les pagan por hacer desmadre”, “Estúpidas, no van a cambiar nada”.

Esto es lo que circula diario en las redes sociales y en tiempo real, ese mundo pinchurriento y podrido al cual jamás voy a pertenecer. Pero todo lo anterior no tiene diferencia alguna con las siguientes letras de rolas que se escuchan a todo volumen y todo el tiempo y en todo lugar: “Después que hacemos el 69, se pone loca, se desespera y pide something...” Letra de J King y Maximan. “Tengo novia/ pero tu cuerpo me trae de cabeza/ y desde que te conozco/ mi morra no me interesa/ y nada más es de gusto/ que ando pisteando cerveza”. Letra de una canción de “La Poderosa Banda San Juan”. En la música norteña y de banda, la opresión y denigración de las mujeres es brutal. Avasallante. Aunque luego lo abordaremos puntillosamente y en un análisis sociológico y psicológico, el tema da para mucho y es brutal, insisto.

Lea lo siguiente de un grupo, “Montez de Durango”, el cual acaba de llenar cada asiento de la Arena Monterrey, donde miles de señoritas les aplaudieron a rabiar: “Tú sin mí, dando vueltas por el mundo/ tú sin mí/ como un perro vagabundo/ esperando de comer…” O el siguiente fragmento de otro de sus grandes “éxitos” los cuales y también cantaron en los diversos estudios de televisión a donde los invitaron: “A veces yo pienso/ en como sería la cosa/ si algún día me despertara/ sin esta vieja piojosa/ diosito dime por qué/ en vez de hacer esta ingrata/ hubieras echo una flor/ ya de jodido una rata”.

LETRAS MINÚSCULAS

Gracias por leerme. Todas sus peticiones serán atendidas. Entre ellas, la anécdota de “La Yegua” y “La Perra”, jóvenes universitarias sin pizca de cerebro, las cuales son el “futuro de México”.