POLITICÓN: LOS ALIADOS
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LOS ALIADOS
En el proceso de selección interna tricolor, cuya ruta metodológica ya acordó en la semana la dirigencia estatal que encabeza Rodrigo “Rigo” Fuentes, anote usted que, en realidad, hay una “ruta oficial” y otra “no oficial”. La oficial es la que ya se ha promocionado: se convocará a una elección interna en la que podrán participar tanto militantes registrados como simpatizantes y en ésta, por voto directo, se definirá al ungido... ¡perdón!, al candidato. Previamente, sin embargo, se desahogará la ruta “no oficial” que consiste en levantar una encuesta en la que se medirá el conocimiento de los pretensos, así como la intención de voto hacia cada uno de ellos, con el propósito (no declarado, ni explícito, desde luego, pero por todos conocido) de que los desafiantes al podio tengan claro por cuánto van a perder. ¿Y por qué es ésta una ruta “no oficial”? En primer lugar, nos dicen especialistas en la normatividad interna tricolor, porque la realización de la encuesta no figura en el acuerdo aprobado el viernes pasado y, sobre todo, porque las encuestas no forman parte de los mecanismos estatutarios para definir candidaturas.
LOS MORENOS
La gran incógnita entre quienes entienden de levantamientos de encuestas es cómo le van a hacer en Morena si, como parecen evidenciar los elementos a la vista, existe la determinación de imponer –léase “elegir”– a Ricardo Mejía Berdeja como candidato –léase “Coordinador de los comités de defensa de la 4T”–, si todos los estudios serios que se conocen siguen ubicándolo en el tercer lugar de preferencias entre los simpatizantes morenistas locales. Pero además del caso de Mejía está el de Armando Guadiana respecto del cual, voces enteradas en el partido de moda aseguran que no existe ninguna posibilidad de que resulte seleccionado, porque “está vetado” por el dedo divino presidencial. El reto para quienes se encargarán de los ejercicios sería entonces doble: eliminar de la competencia a Guadiana e inflar los números de Mejía. Y no es que tales cosas sean imposibles, dicen los que le saben a eso de elaborar encuestas por encargo, pero si el asunto iba a ser así, ¿para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo? O, dicho de otra forma, ¿para qué fingir que se pretende realizar un ejercicio democrático si no hay intenciones de cumplir el compromiso?
EL RESTO
Se especula, pero poco –casi nada– de cierto hay en la especie de que el PT podría separarse de sus compañeros de viaje –es decir, de los morenos– en la elección del próximo año en Coahuila, nos aseguran cercanos a la dirigencia que encabeza Alberto Anaya. En privado reconocen que el partido donde Mario Delgado funge como dirigente -pero quien manda vive enfrente- no los ha tratado bien y la reforma electoral propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador los condenaría a la desaparición, pero al menos hasta el final de este sexenio, dicen, seguirán fieles al compromiso con la autodenominada “cuarta transformación”. Con este dato puede darse por un hecho que la coalición que cocinan la UDC, de Lenin Pérez, y Movimiento Ciudadano, de Poncho Danao –y que está ya prácticamente en su punto–, será exclusivamente naranja, pues aunque se sabe que el Partido Verde “anda suelto” y han planteado la posibilidad de sumarse con ellos, dicen los cercanos a las negociaciones que la mala fama de la marca, así como de su cabeza visible a nivel local, “Pepe Cuco” Sandoval, hace que más bien les pongan cruces cuando se aproximan.
EL ÁRBITRO
En la semana, el aún flamante presidente del Consejo General del Instituto Electoral de Coahuila, Rodrigo Paredes Lozano, lanzó una advertencia que pareciera evidenciar una nueva actitud del órgano electoral local frente a los que violan la legislación en la materia: quienes hoy realizan actos anticipados de campaña corren el riesgo de que se les niegue el registro, llegado el momento, afirmó. La advertencia parece muy seria y, en teoría, debería llevar a rectificar a quienes se encuentran en el supuesto. Pero los entendidos del tema aseguran que, pese a la deseable mudanza en las actitudes institucionales, difícilmente se le sacará a alguien la tarjeta roja antes de saltar a la cancha, pues como todos tienen “cola que les pisen”, lo que ha ocurrido en el pasado es que, frente a la denuncia de un partido, que busca se sancione a un candidato rival por realizar actos anticipados de campaña, la respuesta ha sido una denuncia de vuelta y al final, luego de sesudos análisis, la autoridad ha terminado decidiendo, con salomónica sabiduría, que mejor “cada quien se quede con su golpe”. A ver si ahora pasa algo distinto.