¿Qué hacemos los ancianos?
COMPARTIR
El anciano no es necesario una persona viejita, aunque los viejitos tienden a ser ancianos. Un anciano es una mujer, o un hombre, que tiene mucha vida vivida, que ha logrado pasar por las etapas, y, aunque le falte mucho por vivir aún, tiene una gran sabiduría que puede aportar a otros, especialmente a los más jóvenes.
Para las mujeres, se marca el ser anciana al cumplir 52 años, y/o cuando se retire la menstruación y ya hay nietos, esos retoños que nos dicen que nuestros años de ser madre han concluido de cierta manera. A esa edad me hice un tatuaje especial, un símbolo de protección y poder femenino, para recordarme (en ese año nacieron mis primeros nietos) que siempre seré una mujer con poder y que conforme más atención le pongo a la vida, más sabiduría tendría para compartir.
El fin de semana pasado, en un ejercicio de movimiento auténtico (explicaciones e informes por inbox), una mujer hermosa, con cabello largo y canoso, se pasó un buen rato caminando en círculos entorno a una “pareja” que estaba sentada en el suelo. En un momento preciso, la mujer se detuvo y con su espalda a la pareja extendió sus brazos en un gesto que interpreté como protección. Lo que vi fue a los ancianos de todo el mundo protegiendo la gestión de la vida de los más jóvenes, de los que vienen detrás de nosotros. Proteger, sin interferir, sin juzgar, sin dar instrucciones, casi sin mirar. Nos vi (a los ancianos) cuidando la libertad, esa libertad que, si tuvimos suerte, hemos conquistado nosotros a pulso. Nos vi cuidando la libertad de los demás de crecer y vivir. Y me gustó.