Rusia-OTAN y las estrategias para contener la era multipolar
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Como una posible interpretación, el conflicto de Rusia con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Estados Unidos en Ucrania va más allá de desacuerdos diplomáticos y maquiavélica difusión imprecisa de la información.
OTAN expansionista, reposicionamiento ruso y Ucrania actual
Con la desintegración de la Unión Soviética en diciembre de 1991 -después de la utilización occidental de Mijaíl Gorbachov y su perestroika-, el acuerdo inicial con el fallecido presidente Boris Yeltisn fue que la OTAN no se extendería a Europa Oriental, pero dicho acuerdo no se cumplió y a la alianza militar se han afiliado Hungría, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Bulgaria y Rumania, inclusive las repúblicas exsoviéticas Estonia, Lituania y Letonia.
Sin socialismo real, con desdén hacia Rusia e inducción de guerras fratricidas en Yugoslavia (1991-2001) para su desintegración como el último bastión socialista en Europa, la estrategia de occidente ha sido anular toda influencia política y económica de la Federación Rusa en la región y en el mundo. Pero el incuestionable liderazgo de Vladimir Putin paulatinamente generó el reposicionamiento de su país, estratégicamente aliándose a China -con amplia influencia global-, lo cual ha puesto en jaque el objetivo de un mundo unipolar dirigido por Estados Unidos y sus aliados europeos.
Con asesoría del Fondo Monetario Internacional, hace más de 20 años en Ucrania se malbarataron empresas estatales, creándose una oligarquía de cuatro grupos empresariales que concentran el 70% de la riqueza nacional con un producto per cápita de 3 mil 726 dólares, similar a países centroamericanos y africanos con problemas económicos, inclusive, legalmente 21 latifundios poseen la tierra productiva; resultado: corrupción, pobreza, migración, mafias y grupos neonazis (La Jornada, 03-02-22).
Estrategias
geopolítico-económicas
Razones de seguridad nacional argumenta el régimen ruso si la extensión del acuerdo militar occidental en sus fronteras, porque ahí se posicionarían misiles de corto y largo alcance, aparte de artillerías de defensa. La posible afiliación militar de Kiev a la OTAN es para someter a Moscú y contener su avance económico y político. La posible operación del gasoducto ruso Nord Stream 2 (1,230 km) a través del mar Báltico para abastecer a Alemania -que pone en la mesa la suspensión de dicho acuerdo energético-, eliminaría en Polonia y Ucrania una proporción considerable de cobro de renta, por el paso en su territorio del primer gasoducto Nord Stream (mil 224 km; entre los dos con capacidad anual de más de 100 mil millones de gas natural. AIE).
Aparte, se pretende contener la cooperación con China para extender a mediano y largo plazos la “nueva ruta de la seda”, desde Asia-pacífico y a través de medio oriente, África y Europa; en Beijing, el 4 de febrero pasado, el zar ruso y el mandarín Xi Jinping confirmaron su alianza estratégica.
Ucrania sólo es un instrumento geopolítico de dominio de los yanquis con sus tradicionales aliados europeos, aunque los primeros ministros Emmanuel Macron y, sorprendentemente, Andrej Plénkovich, de Francia y Croacia respectivamente, criticaron que se incite a la guerra y pidieron diálogo para acuerdos que incluyan intereses de Rusia. Inclusive el presidente ucraniano Volodímir Zelenski pidió moderación para no tensionar a la población de su país que ya ha protestado por la situación.
Para presionar a los eslavos orientales, ya se han establecido más de 8,000 soldados norteamericanos en Polonia; por parte, como instrumento de negociación, el gobierno de Putin ha posicionado más de cien mil efectivos rusos en la frontera con Ucrania.
Posibles objetivos
de occidente
La provocación estadounidense-europea podría perseguir dos objetivos: primero, ante el rechazo de los rusos de no invadir a sus vecinos, una eventual sólida ofensiva contra los separatistas en Donestk y Lugansk -región oriental de Donbás, con población rusoparlante- obligaría a Moscú a ampliar el apoyo militar a las autoproclamadas repúblicas, lo cual daría justificación para ampliar sanciones económicas a esa economía euroasiática; segundo, negociaciones para contener forzadamente el avance económico de la nueva ruta comercial oriente-occidente y su posible influencia en el viejo continente.
Apoyados por los medios de comunicación globales, “poner al dictador ruso en su lugar” y reposicionar a la superpotencia en el mundo, sería otro objetivo de los demócratas, por su pérdida de popularidad local ante las elecciones de la Cámara de Representantes y un tercio de senadores el próximo 8 de noviembre. Pero la escalada de las tensiones puede distorsionar la economía mundial, con incremento de precios del gas, petróleo y productos agropecuarios, sobre todo el trigo. Se prevén acuerdos, pero es latente el riesgo de un punto de no retorno.
Más que acuerdos de cooperación con países y regiones del mundo, con las estrategias en Europa oriental, el imperio norteamericano y sus aliados pretenden extender su dominio global, pero no será posible, porque desde la primera década del siglo XXI está en marcha la transición hacia la era multipolar y no se detendrá la configuración de un nuevo orden mundial.