Saltillo: miles respiran aire contaminado por Tupy y a nadie parece importarle

En las últimas semanas VANGUARDIA ha publicado múltiples reportes señalando el riesgo que para la salud humana representa el respirar aire contaminado, un hecho que ha sido documentado y expuesto por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El dato concreto planteado por la OMS a nivel global es a cual más alarmante: el 99 por ciento de las personas que habitamos el planeta estamos respirando aire que tiene contaminantes por encima del límite que puede considerarse seguro. Y ese dato es particularmente preocupante para quienes vivimos en zonas urbanas con vocación industrial.

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El problema es aún más serio cuando se le ignora. En el caso de Saltillo ello ocurre porque no se cuenta con el número suficiente de estaciones de monitoreo de la calidad del aire que evidencie la realidad y, en consecuencia, obligue a las autoridades a tomar cartas en el asunto.

En la edición de hoy publicamos -una vez más- uno de los casos que constituyen motivo de preocupación para los habitantes de varias colonias del oriente de la mancha urbana: la actividad cotidiana de la empresa Tupy, dedicada a la fundición.

Con presencia en 40 países del mundo, Tupy asegura, en su página web, dedicarse a fomentar “el acceso a la salud, el saneamiento básico, el agua potable, la alimentación y otras necesidades básicas para el fomento de la calidad de vida”, señalando como “su seña de identidad en el mercado”, el hecho de promover “la innovación tecnológica y los conocimientos técnicos de sus empleados”.

Seguramente los productos de dicha empresa son utilizados en emprendimientos e industrias de los ramos que señala, pero en Saltillo por lo menos, su actividad está afectando la salud de múltiples personas cuyos testimonios son alarmantes.

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Vecinos de al menos cuatro colonias ubicados en las inmediaciones de dicha planta señalan la presencia en el aire de un polvo negro “que no es tierra ni ceniza”, que por las noches provoca una suerte de “neblina” en la zona, e incluso “brilla” cuando se acumula.

No hace falta ser especialista en ciencias de la salud o en cualquier otra rama del conocimiento científico para tener claro que dicho polvo representa un riesgo para la salud de las personas que lo respiran... porque no tienen otro remedio que hacerlo.

Las preguntas resultan obligadas: ¿por qué las autoridades ambientales y sanitarias permiten la operación de una instalación fabril que ha sido reiteradamente señalada por incumplir las reglas que rigen su operación? ¿Qué hace falta para que intervengan en favor de la salud de la población?

No se trata de imponerle multas a dicha empresa, porque ello equivalen a “cobrarle por contaminar”, sino de desplegar las acciones necesarias para que la contaminación cese. Cabría esperar que las autoridades no requieran de mayores “estímulos” para decidirse a actuar y cumplir con su deber que es proteger la salud de las personas y del medio ambiente.