Sesquicentenario de un importante saltillense
El próximo 9 de febrero se cumplirán 150 años del natalicio de un notable coahuilense: don José García Rodríguez, don Pepe, uno de los hombres más cultos que ha dado Coahuila y uno de los más preocupados por la educación de la juventud coahuilense.
Respetado maestro y director en tres ocasiones distintas del Ateneo Fuente, influyó notablemente en la vida ateneísta por más de medio siglo, y a su muerte le dio nombre a la biblioteca de la institución. Director de la Benemérita Escuela Normal de Coahuila y director de Educación del estado, hoy Secretaría de Educación de Coahuila. Su lección de maestro fue sencilla y contundente: lo mejor de ser maestro es enseñarle al alumno a no depender del maestro.
Poeta y narrador entrañable, recrea la vida provinciana de la capital coahuilense en paisajes, personajes y episodios de su ciudad y el campo saltillense. Sus versos, de estilo sereno y clásico, cantan la paz de las mañanas saltilleras, los huertos de las casas, las antiguas ventanas de palo, la sierra de Zapalinamé, la puerta de la Catedral de Santiago, y de fino estilo humorístico los epigramas dedicados a gentes de su tiempo. Su prosa costumbrista narra en cuentos, leyendas y sucedidos, la vida azarosa y los encantos del campo y la ciudad y el carácter de sus gentes. Novelista de “Miren lo que Sucedió en la Feria de Saltillo”, “Las Tres Hermanas” y “Alma Rústica”, todas situadas en Saltillo y sus alrededores.
Primer cronista oficial de Saltillo, nombrado en 1944, escribió en dos tomos, “Entre Historias y Consejas”, en los que consignó costumbres y anécdotas de la vida saltillense de fines del siglo 19 y primera mitad del 20. Miembro de patronatos altruistas que fundaron y sostuvieron instituciones educativas y sociales, preside la Junta Directiva de la Escuela de Artes y Oficios, el Asilo Trinidad Narro Mass y la Escuela de Agricultura Antonio Narro, hoy UAAAN.
Aunque siempre opuso resistencia, no pudo sustraerse a la política del momento, y el asesinato de Madero, en 1913, lo sorprendió al frente de la XXII Legislatura local, y seguramente, como reconocido hombre de letras y de leyes, redactaría el histórico documento por el cual Coahuila desconocía a Victoriano Huerta como presidente de la República y autorizaba al gobernador Venustiano Carranza a formar una fuerza armada para restaurar el estado de derecho. Posteriormente, ya presidente del país, don Venustiano le nombró oficial mayor de la Secretaría Nacional de Instrucción Pública y Bellas Artes, pero don Pepe apenas tomó posesión regresó a su terruño y a su Ateneo Fuente, al que había ingresado en 1893 como secretario de la Junta Directiva, y como maestro, para él el cargo más entrañable de su vida.
A la muerte del maestro y poeta José García Rodríguez, en 1948, Federico Leonardo, su colega, escribió “La Dolora del Viento”, una invocación y ocho doloras. Transcribo los versos iniciales y finales de la Primera: “Era de noche cuando te fuiste; / el aire frío corría por la ciudad oscura / mientras las gentes reposaban / ignorantes de tu partida, / y las calles estaban solitarias. / Era de noche cuando te fuiste, / y las estrellas habíanse perdido entre las nubes / y el viento andaba suelto por los tejados. /[...] Habiéndote ido, ya no podremos ofrecerte/ ni una sola flor de todo el tesoro de la estación/ y ni una sola luz de sus nubes de oro;/ porque tú ya has pasado el umbral/...”.
Y los iniciales de la Dolora Segunda: “Para la hora en que el oriente / urdió propósitos de aurora, / tú ya no estabas. / Perdido en la corriente del tiempo/ y envuelto en otra sin medida, / habías partido. / ¡Maestro! ¡Maestro! ¡Maestro! / ¡Qué soledad de noche derramada/ sobre tu féretro! // Toda la amargura del mar / en una sola lágrima / no hubiera sido suficiente para volverte / un paso y, no obstante lo dicho, hubo dolor y llanto”.
En abril, el Vito Alessio Robles presentará la Biografía de don Pepe, escrita por su nieto Jaime García S. Narro, en conmemoración de los 150 años de su natalicio.