Subjetivismo y pandemia
Uno de los métodos más recurrentes cuando se interpreta la realidad es el subjetivismo, donde la premisa básica es la interpretación de la realidad desde la perspectiva del sujeto. Por supuesto, desde esta perspectiva de conocimiento, se carece de objetividad. En ese sentido, el subjetivismo tiene y presenta interpretaciones sesgadas que dependen mucho de los constructos que cada individuo tiene, ¿recuerda el “Mito de la Caverna”’? Aquí es donde todo se complica.
Berkeley, en 1710, ofreció un apoyo al subjetivismo desde lo que él denomina el empirismo. En este método, todo se resuelve a partir de la experiencia. Cuando se percibe, se existe, por tanto, se puede transformar la realidad. De qué va esta breve introducción que deambula entre Platón, Aristóteles y Berkeley. Simplemente nos sirve para asentar que las formas de cómo conocemos y reconocemos la realidad siguen siendo las mismas al paso del tiempo, no cambian y seguimos sin aprender.
Desde la declaración oficial de la pandemia, en marzo de 2020 por parte del Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, responsable de la Organización Mundial de la Salud (OMS), institución que representa la visión más certera y cercana a este fenómeno, no han faltado las posturas y visiones subjetivas al respecto.
Jefes de Gobierno, instituciones, organizaciones de la sociedad civil, empresarios y público en general se han reservado el derecho de determinar su idea de gravedad, alcance y diagnóstico del virus, creyendo o asumiendo que todos podemos hablar de todo o interpretarlo todo, colocando la pandemia en el área de la subjetividad y complicando, después de casi dos años, la búsqueda de salidas adecuadas para regresar a la normalidad anterior al 2020.
La intransigencia, la obstinación, la inflexibilidad, la cerrazón, la intolerancia, la ceguera, el egoísmo, la división social, los intereses personales y de grupo, al menos en México, siguen siendo factor para que hoy nos encontremos, una vez más, en un momento complicado de contagios y de muertes que sobrevendrán justo porque no nos hemos puesto completamente en las manos de quienes son los expertos y nos han dado recomendaciones y lineamientos que simplemente nos negamos a cumplir.
Hoy se encuentran abarrotadas las farmacias y los centros de salud buscando dilucidar si somos portadores del virus o no. Está claro que el miedo, la ansiedad y el riesgo de meternos en un callejón sin salida hoy nos apura más que hace un mes, cuando desde una visión subjetiva hacíamos caso omiso a las recomendaciones de la OMS y de la Secretaría de Salud. Nuestras interpretaciones de la realidad, parciales, sesgadas y subjetivas nos han colocado contra la pared.
¿Qué se podría hacer? Dado lo que hemos experimentado durante los ya casi dos años de vivir bajo este nuevo formato, dificulto que el paro de la industria y el comercio local podrían ser una solución. No lo fueron y no lo serán. Algunos países que ahora se han librado, al menos temporalmente del virus, han determinado medidas más estrictas en el plano social que les han dado buenos resultados.
La economía es el motor de una sociedad, y más en una como la nuestra que descansa sobre la teoría de la mano invisible. Y en ese orden de ideas sigue apareciendo, desde la objetividad, la pregunta: ¿cuáles realmente son las actividades esenciales para que la sociedad mexicana pueda salir adelante?
Es cierto que bajo el subjetivismo todas las actividades, particularmente las propias, serían consideradas esenciales, como se ha dado hasta el momento. ¿Recuerdan que hasta los gimnasios y los salones de fiestas infantiles reclamaban esta nota de “actividad esencial”? Bajo la óptica de Berkeley, seguro que nos ha quedado claro que tampoco el confinamiento es una solución. Es tiempo de apostarle al futuro.
¿Qué acciones pudieran implementar los diferentes actores sociales, políticos y económicos para salir adelante en el País y en cada uno de los estados? Porque la solución, debe de partir desde la perspectiva de la responsabilidad compartida, es decir, de acciones concertadas. En ese orden de ideas, ¿a qué se pudiera comprometer la sociedad para remediar esta situación que está a punto de salirse de control?
Evidentemente, la jornada de vacunación, mal que bien, ahí va, aunque muchos digan lo contrario. Y como la experiencia nos lo ha dicho, frenar nuevamente la economía nos traería una situación complicada. No le parece que, aunque nos duela un poco, ¿se requiere de una actuación más enérgica y comprometida de parte del Estado con respecto a la forma inconsciente, subjetiva e indiferente sobre cómo vemos la pandemia en la sociedad en general?
El subjetivismo, está claro, nunca nos traerá colectivamente nada bueno. El objetivismo reclama en la situación actual la sinergia de todos los grupos interesados para resolver la cuestión sanitaria y la interacción social y económica. Y finalmente, el empirismo nos invita a aprovechar las experiencias de otras sociedades y lo que ya hemos vivido en otro momento, como situaciones favorables, para resolver desde la práctica concreta el diseño de políticas públicas que resuelvan a través de soluciones concretas la realidad compleja en la que hoy vivimos.
Objetivamente, la palabra la tiene el Estado, la iniciativa privada, las organizaciones de la sociedad civil y las Instituciones en general. Pensar en plural es urgente. Así las cosas.
fjesusb@tec.mx