Tres lecciones de la revocación de mandato
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El columnista Víctor Sánchez Valdés nos ofrece tres enseñanzas que dejó esta jornada de revocación de mandato
Tengo la seguridad de que en el futuro, una vez que haya pasado la euforia del momento, el proceso de revocación de mandato del Presidente de la República, lejos de ser un hito histórico de democracia, será recordado como un gran montaje, en donde se pretendió impulsar un instrumento para empoderar ciudadanos, pero que sólo sirvió al gobernante en turno y al partido en el poder.
Cuando se construyó la legislación sobre revocación de mandato, impulsado por MORENA, se buscó acabar con los vicios que hay en las elecciones regulares, ponerle un freno a la intervención de las autoridades, de los partidos y de los grupos de intereses, al dejarle la promoción del ejercicio a la autoridad electoral. De igual forma, terminar el clientelismo y el acarreo el día de la jornada, nada de esto se logró.
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El Presidente fue el primero que se saltó la prohibición que su partido impulsó y todos los días promovió su imagen, el voto y la opción de su continuidad; sus colaboradores usaron de forma descarada recursos públicos para la promoción; los legisladores de MORENA aprobaron una reforma al vapor para que se pudieran poner espectaculares, repartir volantes y pegar calcas, aunque la Constitución seguía prohibiendolo y ayer en varios puntos del país vimos como ciudadanos eran llevados por cuadrillas de MORENA a las casillas, incluyendo un vehículo de Mario Delgado. Como ni Morena, ni el Presidente respetan la legislación que ellos mismos diseñaron, la primera lección es no pongas en la ley lo que no estés dispuesto a cumplir.
La segunda lección es que al menos esta vez, lejos de ser un ejercicio democrático y empoderador de ciudadanos, los resultados nos demuestran que no fue un ejercicio incluyente, en donde grandes porciones de ciudadanos no se sintieron representados, acudió a las urnas un porcentaje insuficiente, muchos de los que acudieron lo hicieron a consecuencia de la movilización o porque reciben un apoyo social, siendo el caso más claro el de los adultos mayores y solamente un pequeño porcentaje de ciudadanos votó porque creyó que se trataba de un ejercicio en donde su opinión contaba.
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Por el contrario, lo que vimos fue como la voluntad del Presidente, con un interés eminentemente egoísta, le costó al país más de 1,500 millones de pesos, ello sin contar el dinero que se gastó en promocionar de manera ilegal la imagen del mandatario, porque todavía no se aclara quienes pagaron los spots, los espectaculares, los folletos, las calcomanías, las lonas o las camisetas, con qué recursos se rentaron los salones en donde hubo mítines de promoción, cuando los mismos estaban prohibidos.
Por último, una tercera lección es que la abstención es un instrumento válido, que la ciudadanía puede utilizar cuando no está de acuerdo con las decisiones tomadas desde el poder, el voto no es la única manera de participar, también el no ir a la urnas tiene consecuencias, envía mensajes al poder.
Aún es pronto para tener todas las lecturas de los resultados de la revocación de mandato, pero una primera impresión es que si bien el Presidente logró su objetivo, no dejó un buen sabor de boca a todos y el mismo se quedó corto en sus proyecciones.
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@victorsanval